Otras miradas

La culpa la tienes tú

Diego Montes

Periodista

Antes de la medianoche del superdomingo electoral, cuando empezaban a vislumbrarse las consecuencias de una jornada funesta para la izquierda madrileña, no eran pocos los analistas, tuiteros y medios de comunicación que compartían el mismo diagnóstico sobre el descalabro: si los votantes de Madrid en Pie le hubieran otorgado su sufragio a Más Madrid, Manuela Carmena habría conservado el Consistorio.

Sin embargo, este análisis no se corresponde con la realidad que arrojan los números. Todos sabemos ya que la hipotética suma de los votos de Madrid en Pie (42.855) con los de Más Mádrid (503.990) le habrían servido a los de Carmena para sumar un escaño más, pero no para conseguir los 29 asientos que dan acceso a la alcaldía de la ciudad madrileña.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, acompañado del candidato de esta formación a la Comunidad de Madrid Íñigo Errejón, tras su comparecencia para valorar los resultados de las elecciones del 26-M. EFE/ Ballesteros
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, acompañado del candidato de esta formación a la Comunidad de Madrid Íñigo Errejón, tras su comparecencia para valorar los resultados de las elecciones del 26-M. EFE/ Ballesteros

Un hipotético trasvase en dirección contraria, de Más Madrid en Madrid en Pie (una idea por la que varios políticos apostaban antes de las elecciones) tampoco habría tenido ningún efecto sobre el resultado final. Si restamos a la coalición de Carmena y Errejón los 43.000 votos que necesitaba la formación de Sánchez Mato para alcanzar los 85.000 sufragios y superar, de esta manera, la barrera del 5%, sigue faltan un escaño. En concreto, Madrid en Pie conseguiría 3; Más Madrid se quedaría en 17 y el PSOE mantendría 8: o lo que es lo mismo, un total de 28, a uno de la mayoría absoluta.

Las cifras no salen y desmienten a los que se empeñan en realizar un análisis maniqueo de la realidad electoral. En descargo de Madrid en Pie, me permitiré asimismo recordar que en 2015 concurrieron a las elecciones municipales madrileñas Izquierda Unida y Los Verdes. Consiguieron un testimonial 1,7% de los votos (casi 28.000) y a pocos les pareció oportuno subrayar que eran "votos tirados a la basura". La victoria suaviza rencores y posterga venganzas. No pueden decir lo mismo Luis García Montero ni los que optaron libremente por su candidatura en la Comunidad de Madrid: culpables de ejercer su derecho a voto por convicción y no por miedo; cien veces culpables de mantener cuatro años más a la derecha al frente de la región. A muchos de los que sostienen este tipo de teorías, cabría preguntarles si reclamarán con tanto ímpetu a Más Madrid que facilite la investidura de Begoña Villacís para evitar que la ultraderecha entre en las instituciones. Todo sea por la utilidad de las decisiones, ¿no?

El candidato de Madrid en Pie al Ayuntamiento, Carlos Sánchez Mato, ras votar en su colegio electoral el 26-M. EFE/Rodrigo Jiménez
El candidato de Madrid en Pie al Ayuntamiento, Carlos Sánchez Mato, ras votar en su colegio electoral el 26-M. EFE/Rodrigo Jiménez

Lo cierto es que es habitual diluir responsabilidades después de un fracaso electoral; más aún lo es cerrar cualquier espacio a la autocrítica y apuntar con dedo acusador a la fragmentación de la izquierda, que, por supuesto, siempre está motivada por las acciones del otro partido: en el que yo no milito. La culpa la tienes tú: por no votar a Carmena, por propiciar un tripartito de derechas, por confiar en Madrid en Pie, un partido de concejales desterrados cuyo simple propósito era cumplir con el cada vez más olvidado programa de Ahora Madrid. Aún así, los datos son otros y merecen un análisis más matizado, reposado y tranquilo.

Pongamos que deseamos fervientemente responsabilizar al votante de Madrid en Pie del batacazo de la izquierda en la capital española. Hagámoslo, con uno de los escenarios más favorables que podría haber tenido Más Madrid en estas elecciones. Por un lado, que todos los votantes de Madrid en Pie se hubieran decantado por la papeleta de la coalición electoral encabezada por Carmena, aunque este extremo es discutible, pues cabe interpretar que muchos de ellos habrían optado por la abstención. No importa. Todos los sufragios del partido de Sánchez Mato para Más Madrid. Además, contemos con que estos últimos no se hubieran dejado 16.000 votos con respecto a 2015 ¿El resultado? El mismo: Carmena habría alcanzado 562.065 sufragios. Una vez más, 20 escaños más los ocho del PSOE, 28. No es suficiente.

Seamos aún más generosos. La caída del PSOE en Madrid ha pasado un tanto desapercibida, seguramente por el éxito cosechado por Pedro Sánchez en el resto del territorio español y en las europeas, pero cabe pensar que con un mejor resultado del exseleccionador de baloncesto las izquierdas habrían sumado, ¿o no? Volvamos a las elecciones de 2015. Los socialistas registraban el peor resultado de su historia en el Consistorio madrileño (hasta hoy) y la formación encabezada entonces por Antonio Miguel Carmona se quedaba en un escaso 15% de los escaños, que se traducía en cerca de 250.000 votos. El pasado domingo, Pepu Hernández se dejó más de 1,5% de votos en el camino, una cifra superior a 26.000 sufragios. Aun así, ni el mejor de los escenarios: un Más Madrid que hubiera sacado los mismos resultados que en 2015 más los votos de Madrid en Pie; con un PSOE que hubiera igualado su participación en los comicios anteriores, habría propiciado la derrota de la derecha.

El candidato del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández, tras votar en su colegio electoral en el 26-M. EFE/Chema Moya
El candidato del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, Pepu Hernández, tras votar en su colegio electoral en el 26-M. EFE/Chema Moya

El problema no ha sido tanto la división de la izquierda, sino que esta fragmentación no haya sido capaz de ampliar la base electoral. A las 14.00 del domingo aparecieron los primeros datos de participación (que fueron corroborados a las 18.00) y ponían de relieve un aumento en los distritos del Norte (más proclives a la derecha), y una disminución en los del Sur (más partidarios de Carmena o Sánchez Mato). Se instalaba, entonces, una gran preocupación en la izquierda, que animaba a sus potenciales votantes a acudir a las urnas para evitar que la derecha acabase prevaleciendo.  Y no les faltaba razón, pero era demasiado tarde para que los habitantes de los distritos del Sur acudiesen a esa llamada. La desafección que han ido rumiando los barrios de la periferia a lo largo de la legislatura, unida a la falta de identificación con eslóganes como ‘Vota bonito’, más propios de una taza de Mr Wonderful que de un partido que pretende atraer (o debiera pretenderlo) a la clase trabajadora, han motivado a los ciudadanos de estos distritos a quedarse en casa. La realidad no es tan vistosa como un cartel de Carmena y Errejón.

Aun así, en el debe de Madrid en Pie también está no haber conseguido seducir a los ciudadanos de estos mismos barrios, que son a los que se dirigen sus propuestas y en los que han centrado el grueso de su campaña. Aducirán, con cierta razón, que les ha faltado tiempo y exposición mediática, pero hay que reconocer, por ejemplo, que Sánchez Mato estuvo en los debates, algo de lo que no puede presumir Iñigo Errejón. Lamentarán, además, que María Eugenia Palop y especialmente Pablo Iglesias no hayan apoyado su candidatura con más contundencia, pues lo hicieron de forma timorata y a última hora, y es una crítica cabal. Pero por justa que sea, seguirá enmascarando el motivo fundamental del fracaso de la izquierda en las elecciones municipales: ninguno de los dos partidos ha sido capaz de entender al que se abstiene ni mucho menos de convencerle para que no lo haga.

Por eso, los poco más de 40.000 votos que ha conseguido Madrid en Pie merecen una crítica y una reflexión profunda. ¿Es posible articular mayorías en torno a un proyecto que sitúe los derechos de los ciudadanos por encima de las veleidades de las empresas? ¿Cabe en Madrid un proyecto que exprese la voluntad de la clase trabajadora y aúne las demandas de los movimientos sociales? ¿O, tal y como más de uno ha dicho, la capital no está preparada para que gobierne nadie que esté más a la izquierda de Carmena?

Más vale que no sea así porque mientras debatimos estas cuestiones, las derechas han sumado en estos comicios 71.000 votos más que en 2015 y sí han conseguido galvanizar a su electorado. Y así, José Luis Martínez Almeida será alcalde de Madrid, con los apoyos de Begoña Villacís, y de Javier Ortega Smith, cuyo partido se ha apresurado a referenciar explícitamente un cántico falangista después de las elecciones. Son malos tiempos para Madrid, y la culpa la tienes tú.

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