Otras miradas

Mujercitos

Andrea Momoitio

El feminismo está encendido. Últimamente, no salimos de una acalorada discusión para meternos en otra. Hasta hace poco pensaba que, en cualquier caso, íbamos en el mismo barco, que las diferencias nos enriquecen y que podríamos ponernos de acuerdo en lo esencial cuando fuera necesario. Estaba radicalmente equivocada: no solo no vamos en el mismo barco sino que a veces, incluso, para que estamos en plena batalla naval. Me da un poco de vergüenza ajena, la verdad, pero habrá que aprender a vivir con ello. Hace unas semanas se celebraron unas jornadas feministas en Gijón, Escuela Feminista Rosario de Acuña, en las que los discursos tránsfobos se sucedieron sin ningún pudor, aupados, además, por las risitas de las presentes. La transmisoginia, el odio hacia las mujeres trans, es evidente en ciertos sectores feministas que cuestionan y ridiculizan la realidad de muchas mujeres trans*, de muchas de nuestras hermanas.

La polémica por las jornadas de Gijón saltó a las redes mientras yo leía ‘¿Qué pasa? ¿Ya nadie quiere ser hombre? Más mujercitos. Festines secretos de invertidos’, una publicación ALTAMENTE recomendable, que surge a raíz del trabajo de investigación de Susana Vargas. Es tan urgente poner en valor la memoria de la población trans y tenemos tanto que hacer todavía en esa línea, que decido unirme al #HastaElCoñoDeTantaTransfobia hablando de este maravilloso trabajo, que me tiene entusiasmada desde que lo tuve en mis manos.

Mujercitos.
Mujercitos.

Mujercitos es un ejercicio de memoria histórica emocionante. Vargas ha rastreado, hasta el más mínimo rincón, de la hemeroteca del periódico mexicano Alarma!, uno de los principales exponentes de lo que se ha llamado nota roja, una rama del periodismo muy popular, especializada en violencia, crímenes y desastres.  La obra recoge las informaciones que se publicaron entre 1963 y 1986 sobre mujeres trans y travestis mexicanas. El resultado es una publicación apasionante y visualmente brillante, que evidencia la violencia a la que ha sido sometida la población trans históricamente ante la mirada pasiva de la sociedad. Los insultos y las descalificaciones eran el pan nuestro de cada día en esa publicación: "Asquerosa depravación sexual" no es la acusación más grave, pero quizá sí la más repetida.

En el trabajo de rastreo que ha hecho Susana Vargas para su tesis, otra de las ideas que aparece recurrentemente es la idea del engaño. Es habitual escuchar que alguien no parece trans o algún sonoro "¡Quién lo diría!". Las personas trans son sospechosas de esconder algo que, en un momento o en otro, tienen que revelar o acabará por descubrirse. En el trabajo de Vargas nos encontramos crónicas en las que los periodistas se lamentan de la suerte de algún pobre hombre que no supo darse cuenta de que la mujer con la que se estaba besando era una mujer trans. "Aquí la rubia Juana Gallo es acariciada por un borracho creyendo que se trata de una bella mujer, pero grande es su sorpresa cuando luego le platican que se trata de un feo homosexual", reza un pie de foto. Pobres hombres engañados. El año pasado conocí en México a Jessica Marjane y Lía García, fundadoras de la Red de Juventudes Trans, ambas hablaban con mucha calma y coincidían en algo: las personas trans tienen que convivir con altas dosis de incertidumbre, que, de alguna manera, complican aún más el día a día. "Planeamos qué vamos a hacer al llegar a casa o el fin de semana, pero siempre está presente la posibilidad de no regresar, de amanecer en la cama de un hospital, en cualquier lugar golpeada, desaparecida. Yo por eso apelo tanto a las políticas de las despedidas. Nunca sabes si al rato vas a volver a saludar a esa persona", me contaba Lía. Publiqué la entrevista en Pikara Magazine y aún me agarra la cierta congoja cuando pienso ellas.

Alarma! narró durante décadas las detenciones y otras desgracias de muchas personas trans. En total, la autora ha encontrado 286 historias distintas, que sirven de testimonio impagable para conocer cómo era la realidad de la población trans en esa época. Encontramos crónicas de orgías y de bodas; estrategias de resistencia, creatividad y mucho sentido del humor para hacer frente a tanta transfobia. Paso con cuidado las hojas de este trabajo, que recomiendo con mucho fervor, mirando con detenimiento los rostros de mis hermanas. Tienen la dignidad en la mirada. No todas pueden decir lo mismo.

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