Otras miradas

PSOE: baronías o credibilidad social

Francisco Ramos

Sociólogo. Procurador socialista en las Cortes de Castilla y León

 

El PSOE nunca debió llegar a las elecciones europeas sin una referencia política clara, porque el liderazgo político no se puede parcelar por ámbitos territoriales o institucionales. La ciudadanía necesita al PSOE en su ciudad y su pueblo, en su comunidad, en España, en Europa y para entender y dar respuesta al mundo globalizado. El liderazgo y la confianza no se pueden fragmentar, porque son percibidos y otorgados por la ciudadanía de un solo golpe de vista o, si se quiere, de un solo pálpito del corazón.

El liderazgo sí se puede compartir y alimentar de la energía colectiva que lo sustenta. Es el liderazgo inclusivo, democrático y motivador frente al liderazgo autocrático de "los mejores", que se agota en las capacidades del líder.

El de Rubalcaba en el PSOE nunca tuvo la confianza de la ciudadanía. Siempre despertó en las encuestas más rechazo que Rajoy y sus devastadoras políticas de recorte, desigualdad y pobreza. Aún así hasta las elecciones europeas mantuvo la amenaza de intentar perpetuarse.

Por eso el propio partido, los militantes y votantes interpretaron también las elecciones europeas como un refrendo al secretario general y a su eventual continuidad -y la de su entorno- al frente del partido. Los resultados les han echado aunque no se acaben de ir, con esta dimisión diferida que muchos no entendemos.

Cada proceso electoral que ha afrontado la actual dirección del PSOE ha sido un desastre que, naturalmente, no puede imputarse a su exclusiva responsabilidad. Sí lo es que hayan sido refractarios a esos resultados, a la realidad social y a la del propio partido.

La sociedad española percibió el acceso de Rubalcaba y su entorno a la dirección del PSOE como un tejemaneje apresurado de las élites de siempre para perpetuarse en el poder, cuando lo que exigía de nosotros era la renovación necesaria para hacernos perdonar nuestros errores y la apertura a la dura realidad de la vida cotidiana de los trabajadores y las clases medias.

Ahora, en los debates de procedimiento, la ciudadanía sigue viendo un juego de tronos ajeno a sus necesidades y aspiraciones. Pero el liderazgo del PSOE no se convalida en el partido, sino en la sociedad. Será un liderazgo social o no será.

La única opción del PSOE honesta consigo mismo y con lo que pretendemos representar es la de compartir con la ciudadanía la elección de su liderazgo y la convalidación de sus compromisos básicos con la sociedad española: defensa del Estado del Bienestar, erradicación de la pobreza y reducción de la desigualdad social. Política fiscal progresiva y lucha radical contra el fraude fiscal. Apoyo a la economía productiva y control de la economía financiera, trabajo digno y estímulo de la demanda. Refuerzo de la Europa social equilibrado con el fortalecimiento de la democracia local. Libertades públicas y derechos sociales universales. Política sin más razón de Estado que el bienestar de la ciudadanía y ética pública de la sobriedad y el interés general. Moderación en las formas, sin concesiones en las políticas socialdemócratas que la sociedad española espera y tiene el derecho a exigirnos.

No hay más hoja de ruta que la que hoy tiene credibilidad: Elecciones primarias abiertas para el liderazgo social y congreso lo más participativo posible para su convalidación interna, como punto de partida. A partir de aquí, aprender y emprender un cambio en profundidad en la cultura y la acción política. Ganaremos el congreso y las elecciones sólo si la ciudadanía nos acompaña. Y es posible que sólo dé credibilidad a este proceso, sea el que sea, si hay concurrencia de candidaturas y, al final, pierde un titular y gana un aspirante.

Ganar un congreso de socorros mutuos entre baronías solo serviría para volver a 2011 y reeditar el calvario electoral que ya hemos padecido cuando más nos necesitaba la ciudadanía. Sería ya un camino sin retorno.

 

 

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