Otras miradas

Tormentoso Domingo

Máximo Pradera

Ocurrió hace muchos años. Puede incluso que antes de los casos ahora denunciados por Associated Press. Puede que fuera en los 70.

Una célebre soprano española se había roto la pierna y tenía sendas manos ocupadas con las muletas. Plácido Domingo (la ocasión la pintan calva) aprovechó el momento en que se encontró a solas con la diva y le robó un beso en la boca. Que le comió los morros por sorpresa, vamos. La soprano era de armas tomar y a riesgo incluso de partirse la crisma, se deshizo de una de las muletas y le cruzó la cara de un guantazo. Dicen que Domingo se tuvo que dejar barba durante un mes para ocultar los cinco dedos que le incrustó en la cara.

El tenor español Plácido Domingo y el director de orquesta ruso Valery Gergiev, en un concierto en la Plaza Roja en Moscú, en junio de 2018. REUTERS/Sergei Chirikov
El tenor español Plácido Domingo y el director de orquesta ruso Valery Gergiev, en un concierto en la Plaza Roja en Moscú, en junio de 2018. REUTERS/Sergei Chirikov

El incidente no es un chisme. Mi fuente va a misa. Pero al leer el primer informe de Associated Press, me pasó como a Rubén Amón y me dije: no puede ser. Lo que me diferencia del tendencioso opinador, es que yo no me quedé en eso. Pregunté en mi círculo de melómanos. ¿Sabéis algo? ¿Le dais credibilidad? Realicé media docena de llamadas y todas resultaron infructuosas. Nadie sabía nada. Cuando iba por la séptima, una fuente irrebatible me relató la anécdota. Y confirmé el relato de las nueve primeras mujeres que denunciaron a Domingo. Relato luego reconfirmado en prensa por otras once víctimas del rijoso tenor. En realidad, mi pesquisa no habría hecho falta. Associated Press no es OKDiario, ni su director es un intoxicador profesional como Eduardo Inda. Es tal vez la agencia de noticias más prestigiosa del mundo. Sus periodistas han cosechado medio centenar de Premios Pulitzer. La investigación sobre Domingo ha durado meses. Un trabajo concienzudo y cauteloso. Una bomba mediática.

¿De qué sirve publicar este escándalo? Depende de cómo lo usemos. Por ahora, vamos mal. O calvos o con tres pelucas. Los yanquis ya han represaliado a Domingo (¿tal vez para siempre?) y le han cancelado varios conciertos. Los europeos, por contra, le han aclamado en Salzburgo como si fuera un mártir. La venda que trataba de curar la herida de San Francisco, Filadelfia o Dallas...

Los hechos, que incluso en el improbable caso de ser delictivos, estarían prescritos, han sido confirmados por el propio artista. Eran otros tiempos, dice. Entonces se podían hacer estas travesuras.

No se trata de linchar profesionalmente a Domingo, se trata de hacerle pasar mucha vergüenza en público. De exponerlo mediáticamente. En primer lugar, para que no se le ocurra volver a hacerlo. Porque encima el tío es un manazas. Además de meter mano sin permiso por debajo de las copas del sujetador, hacía daño. En segundo lugar, para que todos los Domingos de este mundo dejen de dar el coñazo a las cantantes en los camerinos y fuera de ellos. Bajo pena de público escarnio. Y en tercer lugar, para que una mujer a la que un tenoraco salido ha metido mano por las bravas,  sepa que su relato tiene interés periodístico, aunque no lo pueda llevar ante el juez. Siete de las denunciantes afirman que que su carrera se vio truncada por no acceder a sus pretensiones. Poca broma.

Cancelar conciertos a Domingo es ridículo. Un contrasentido. La vergüenza que debe de estar pasando es penitencia más que suficiente. El que sea  un pelmazo y un sobón no lo convierte en peor cantante. Como tampoco el hecho de ser un mito de la ópera le da derecho a meter mano a diestro y siniestro. Estamos ante uno de los mejores tenores de la historia. Y encima es español. Es el Rafa Nadal del bel canto. Quedémonos con lo bueno que tiene: que es un cantante prodigioso. Y disfrutemos de ello. Y desde los medios de comunicación, no invirtamos el argumento ad hominem, como hace alguno. ¿Dado que es un cantante estratosférico, es imposible que haya metido mano ni a una sola de las mujeres que le han denunciado? ¿Puesto que es un mecenas de las artes, no me creo que haya acosado a una veintena de cantantes? Menuda falacia.

Algunos invocan la presunción de inocencia. Yo invoco la ausencia de demanda. Si a mí me acusan de molestar a las chicas, lo primero que hago es plantificarme en el juzgado a defender mi honor. ¿Ha hecho eso Domingo? No. Ni se querella contra la agencia de noticias, ni inicia pleitos contra las cantantes que han dado nombre y apellido. La tan manida presunción de inocencia es una regla del Derecho Penal. Sólo del Derecho Penal. En un contencioso contra la administración, primero pagas la multa y luego tienes tú que demostrar que tienes razón. Con los crímenes es al revés. El fiscal es el que carga con la prueba. En un escándalo periodístico, lo que impera es otra norma. La llamo presunción de indecencia. Si una agencia del prestigio de Associated Press te saca un marrón de acoso y represalias a veinte mujeres, el que tiene que demostrar la decencia eres tú. Conferencia de prensa y explicaciones satisfactorias. Nada de eran otros tiempos. Más bien, me pasé cuatro pueblos y me avergüenzo de ello. Mis más sinceras disculpas a las mujeres a las que humillé.

Y ahora, si me excusan, me meto en Internet. Plácido canta el 17 de septiembre en Moscú y había sacado una entrada. Voy a tratar de devolverla. O revenderla. No porque meta mano a las chicas, sino porque este tío ya ha cantado todo lo que tenía que cantar. El buey se ha derrengado. Casi ochenta años. 150 papeles. Ya es una pesadilla. O mejor, una tortura de Guantánamo. Hay que saber retirarse. Se lo dijo María Callas a comienzos de los 70: cantas demasiado.

Pues bien, amigo Plácido, el martes en Moscú, no cantarás. Al menos, no para mí.

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