Otras miradas

¡Enhorabuena! Pérez-Reverte ya es más ruin que Cela

José Ángel Hidalgo

Funcionario de prisiones, escritor y periodista

El escritor Arturo Pérez-Reverte en una imagen de archivo. EFE
El escritor Arturo Pérez-Reverte en una imagen de archivo. EFE

¡Voto a bríos, sí, que finalmente lo ha conseguido! Pérez-Reverte, nuestro relator devoto al mercado de heroicidades imperiales y trapisondadas de pícaro tan explotadas ya desde los tiempos de nuestro Barroco, ha batido la marca que tanto perseguía durante de años y años de profanar a pluma y pala la delicada sensibilidad progresista de este país.

Sí, lo que parecía imposible ha sucedido: en la pugna por saber quién es más bellaco (por usar un término familiar a su prosa rancia en el truco), Pérez Reverte ha superado en ruindad moral al número uno en el top nacional de vilezas, Camilo José Cela, escribiendo un artículo el pasado día 13 de octubre en XL Semanal (Menos Camboyas, Caperucita) con el que vierte mucho hielo de datos inapelables sobre el entusiasmo desenterrador que parece está atrapando estos días a la izquierda en general y a las asociaciones de la Memoria en particular.

Y se está usando mucho su escrito desde el viernes en las televisiones tras la exhumación de gloria del dictador, no vaya a ser que se estos rojos se vengan arriba y terminen por subirse a la parra.

Parece que como ya a su edad tiene claro que el dinero que ha amasado recreando los harapos de nuestro Imperio, no le va a dar el reconocimiento artístico que tanto anhela, y que sí obtuvo un tipo tan repugnante como Camilo José Cela, pues lleva tiempo con el empeño de que al menos sí que batiría al autor de La Colmena en abyección moral.

Y en efecto, ahí lo tenemos, superando en bajeza por el morro (pero con claridad) a nuestro premio Nobel. ¡Enhorabuena!

Le ha costado lo suyo, años y años de insultos vertidos en prensa, astracanadas y desprecios, pero al final Pérez-Reverte ha encontrado los argumentos y la causa justos para hundirse en la fosa séptica más profunda: qué mejor que aprovechar el consuelo que supone para cientos de miles de españoles la exhumación de los restos del verdugo de sus familias, para recordarles que no son tantos los desenterramientos de represaliados por hacer en España, claro que no, rojos quejicas, que sois unos quejicas, que sólo perseguís subvenciones y mamandurrias a costa de vuestros muertos.

Además, en ese artículo, que es un compendio detallado de la estructura cruento-lingüística con la que se expresa una infamia, hace sus cálculos de cuántos muertos (pocos para él) hay por ahí pudriéndose en cunetas de España, y cuántos (infinitamente más) no habrá en Rusia y China, vaya por Dios, ¡y nadie los reclama, ni se pone a llorar!

Si es que los comunistas siguen sirviendo para todo, en este caso para desanimar a los españoles a que le den un entierro digno al abuelo republicano, que está como un perro tirado en una zanja. ¿Es que no veis que los chinos no lloran por sus fosas, ni los rusos, ni los judíos? Aprended de ellos, tened coraje, comportaos como Alatriste, seguid su ejemplo de huevón con hernia incipiente y no echéis más lágrimas de cocodrilo.

Qué tipejo, este Pérez-Reverte. Lo que más me divierte de este hombre es la obsesión de recurrir a su pasado mítico de enviado especial a todo tipo de guerras y movidas: ahora para decir que él sí que sabe de fosas, ¡que las ha visto llenar! Pero qué categoría tiene este hombre: es que es de arrastrarse por el suelo de vergüenza ajena.

La desgracia para la autoestima literaria de este país es que Pérez-Reverte debería haber sido dotado del talento de Kapuscinsky, que no disfruta, claro, pues si lo hubiera tenido ahora seguiría cubriendo un frente de guerra cualquiera (Turquía, por ejemplo) adicto irredento como es a los huevos gordos y al llanto de los niños; así España se hubiese ahorrado el tostón de Alatriste y, oh, ahora el del Sidi-Cid! Madre mía, es que este hombre es una desgracia nacional se mire por donde se mire.

Y que conste además que el hecho de que sea académico lo considero una vergüenza, no porque no se lo merezca, pues con Anson y Cebrián el prestigio de tan poca exigente institución está más que perjudicado, sino porque si el creador del reflojo Alatriste tiene sillón, ¿por qué no lo tuvo en vida o se le reconoce ahora a título honorífico a Marcial Lafuente Estefanía? ¡Voto a bríos, que tanto se lo merece Arturo como Marcial! ¿O no es así, vaquero?

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