Otras miradas

El dengue no es una enfermedad de transmisión sexual

Ignacio López-Goñi

Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra

Shutterstock/sun ok
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El dengue es una de las infecciones virales transmitida por mosquitos más comunes. Antes de 1970, solo nueve países habían sufrido epidemias graves de esta enfermedad. Hoy es endémica en más de cien países. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que el 40 % de la población mundial está en riesgo de contraer la enfermedad, y existen unos 390 millones de infecciones cada año. Por ese motivo es una de sus diez prioridades en materia de salud.

En la mayoría de los casos la infección causa síntomas gripales (malestar general, fiebre alta, dolor de cabeza y una erupción en la cara que se extiende por el cuello, tórax y extremidades). En otros puede complicarse y convertirse en el llamado dengue grave o hemorrágico, con una mortalidad que alcanza el 20 %. No hay un tratamiento específico, pero si se diagnostica pronto y se proporciona asistencia médica adecuada, las tasas de mortalidad caen por debajo del 1 %.

El virus del dengue es un arbovirus, transmitido por artrópodos. El vector principal es el mosquito Aedes aegypti, que también transmite la fiebre amarilla y el zika. Algunas veces también Aedes albopictusel famoso mosquito tigre. El virus se transmite a los seres humanos por la picadura de mosquitos hembra infectadas. Estas, que adquieren el virus tras ingerir la sangre de un enfermo, perpetúan la cadena conforme pican a otras personas.

Como no hay vacunas ni tratamiento específico, la mejor manera de controlar al dengue es controlar al mosquito. Siempre se ha dicho que el virus no se transmite de persona a persona, solo a través del insecto. ¿Es cierto que sin él no hay dengue?

El último caso de dengue en Madrid

El pasado mes de septiembre se diagnosticó un caso de dengue a una persona en la Comunidad de Madrid.

Desde hace muchos años, todos los casos detectados en España habían sido importados, es decir, en personas que habían adquirido la enfermedad en el extranjero. En 2018 se registraron ya los primeros casos de transmisión autóctona del virus en España: tres miembros de una misma familia de Murcia, otros dos en la misma región y un sexto en Cataluña. Este año ha habido otro caso en Barcelona. En todos ellos la vía de transmisión fue la picadura del mosquito tigre que desde hace años puebla ya la costa mediterránea. Mosquito que, a su vez, había adquirido el virus al picar a una persona infectada por dengue en el extranjero.

El último caso en Madrid ha sido distinto. No había viajado últimamente a ningún país endémico, tampoco había visitado recientemente la costa mediterránea donde puede estar el mosquito tigre. En la Comunidad de Madrid, de momento, no está asentado el mosquito. Además, se había descartado la presencia del mosquito en la residencia y en los lugares visitados por este paciente.

¿Cómo se ha podido entonces infectar?

La encuesta epidemiológica que se realiza en estos casos dice que su pareja sexual había viajado recientemente a Cuba y a la República Dominicana, países que en este momento viven un importante repunte de la enfermedad, y estaba infectado por dengue (un caso importado, por tanto).

Las pruebas genéticas demostraron que la cepa del virus encontrada en las muestras tomadas a estos dos pacientes era idéntica y coincidía con la que actualmente circula en Cuba.

Una explicación posible es que la persona se haya infectado por vía sexual. El dengue ha sido detectado en el semen y fluidos vaginales de personas infectadas, pero hasta ahora solo se había detectado un caso de transmisión sexual del dengue en Corea.

Christiann Koepke / Unsplash
Christiann Koepke / Unsplash

Esta transmisión sexual de un arbovirus parece que no es un hecho aislado. En el caso del zika, durante la epidemia de 2014, ya se demostraron casos de transmisión sexual. También se ha confirmado la transmisión sexual de virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo y del virus del Nilo Occidental. Desde 2016 se han descrito en varios trabajos la presencia por técnicas moleculares del ARN de los virus del chikunguña, dengue y fiebre amarilla en muestras de semen, aunque es verdad que para demostrar que el virus se ha transmitido por vía sexual no basta con detectarlo en el semen.

¿Por qué no se ha detectado hasta ahora este tipo de transmisión sexual del virus? ¿Han dejado de ser arbovirus? ¿Podemos decir que el dengue es ahora una enfermedad de transmisión sexual?

Es muy probable que en países donde el dengue es endémico y hay muchos casos por transmisión por mosquitos, sea muy difícil detectar si ha habido transmisión sexual. En zonas, donde los casos de dengue autóctono son muy escasos y no hay mosquitos vectores del virus, es posible hacer un estudio epidemiológico que descarte la transmisión por mosquitos y demuestra este otro tipo de vía de contagio.

Los virus no cambian fácilmente la vía de contagio. Es importante distinguir entre un virus que se trasmite sexualmente (como el VIH, en el que el contacto sexual es una de las principales vías de transmisión, además de la sangre contaminada), de un virus sexualmente transmisible. Estos últimos son virus que en determinadas circunstancias puede ser transmisibles por vía sexual, pero que normalmente se extienden de forma mucho más eficaz por otra ruta. Los arbovirus se transmiten entre personas a través de los mosquitos. Si ocurre transmisión sexual, probablemente sea un evento muy poco frecuente.

Por eso, podemos seguir diciendo que la transmisión por mosquitos es la autopista por la que se extiende el dengue, mientras que la transmisión sexual es un atajo ocasional. Aunque la transmisión de arbovirus por vía sexual parece que es posible, el mosquito sigue siendo la principal y más importante ruta de contagio. La mejor forma de evitar la infección de dengue, zika y fiebre amarilla es prevenir las picaduras de mosquitos.No obstante, todo hace pensar que hay que estar preparados para el efecto que la transmisión sexual de arbovirus pueda tener a nivel global.


Una versión de este artículo fue publicada en el blog del autor, microBIO.


Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

The Conversation

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