Los que trabajamos en la batalla dialéctica, esta semana, nos hemos visto en las trincheras de siempre pero de una guerra caduca. En el fragor de cada día, esta vez, he sentido una enorme vergüenza ajena y propia por tanta comparación entre la Gürtel y los Ere, los Ere y la Gürtel, en una competición absurda entre corruptelas. Así que, en medio del "ytúmás" generalizado al que juega el bipartidismo político y periodístico –obviando que ya hace tiempo que hay otras altervativas a las que votar y que con él solo favorecen al resto–, me he dedicado a buscar también las similitudes entre ambos casos y me he encontrado con la verdad más obvia y vergonzosa.
En ambos asuntos las sentencias son tan mastodónticas que resultan indescifrables. ¿Algún ciudadano va a leérselas? ¿Cuántos periodistas harán el esfuerzo ímprobo de estudiarlas enteras? La de los Ere tiene 1700 folios, la de la Gürtel 1687. En ambos procesos la investigación fue de más de 9 años y los jueces, muchos. Por los Ere pasaron 7 y la última (María Núñez) va por su quinta baja médica consecutiva; por la Gürtel desfilaron 19 jueces, nada más y nada menos. ¿Por qué la justicia se complica tanto cuando se trata de juzgar a políticos?
Hace más o menos una década que empecé a preguntar por estos dos elefantes presentes en cualquier habitación del PP–PSOE y, en particular, en las de sus máximos responsables. Pregunté reiteradamente a Mariano Rajoy por lo suyo y a Manuel Chaves por lo propio. A don Mariano le llegué a regalar una manopla en junio de 2008 por si quería poner la mano en el fuego por algunos de los ya imputados, para el programa de televisión Noche H, de la Cuatro de Prisa. No me aceptó el presente y me respondió que él no ponía la mano en el fuego por nadie, aunque luego puso chófer, despacho y finiquito en diferido para Bárcenas. A don Manuel le pregunté por los catorce informes de la inspección interna de la Junta que llevaban años avisando de las irregularidades en el procedimiento de adjudicación de las ayudas en los expedientes de regulación de empleo, hasta que se fue del Congreso de los diputados, ya imputado, en julio de 2015. Don Manuel, siempre se me quitaba de encima como si fuera una mosquita molesta e inofensiva, con sonrisillas burlonas y afirmaciones del tipo: bueno esos informes siguieron su cauce. Sin embargo, las últimas veces, Don Manuel ya era un apestado en el Congreso, nunca se le veía con nadie en la Carrera de San Gerónimo y estaba claramente ocioso.
Al final a cada cerdo le llega su San Martín, dice el refrán; aunque a algunos les llega por vía judicial y a otros por vía parlamentaria. Sin embargo, siempre queda la sensación de que los cerdos más gordos no son los que se llevan los San Martines del mismo tamaño. Ni el Señor X (alias Felipe) ni Manuel Chaves fueron condenados a prisión, ni Aznar ni Rajoy estuvieron siquiera imputados.
Esta semana hemos leído varias columnas muy personales de periodistas que se juegan su credibilidad –todo su patrimonio profesional– defendiendo la inocencia y la honradez de José Manuel Griñán, el hombre culpable de mantener un sistema antiguo. No hemos leído ninguna en defensa del Presidente andaluz más largo, de 1990–2009, casi veinte años.
Y más allá de los nombres, ambas podredumbres, puestas en paralelo, tienen cierta lógica: uno robando a los adinerados, repartiendo prebendas entre los pudientes, cobrando a cambio de adjudicaciones, presuntamente –por no se sabe cuantos años más–; el otro repartiendo a dedo las ayudas a los pobres o mediopobres a cambio de favores no especificados. El uno con listos que, en el fragor de las cloacas dejaron parte del botín en sus cuentas en Suiza. El otro sin llevarse nada en cash a casa más que los favores y las lealtades compradas. Unos trapicheando con los ricos, con los suyos; otros con las clases menesterosas y medias andaluzas, con los suyos también. Muy tristes ambas pocilgas, muy descriptivas de con quienes trabajaron unos y otros.
Y la pregunta, más allá de cada cuál es: ¿qué justicia es la que tarda diez años en llegar a conclusiones inconclusas y pone tantas trabas a sus jueces que abandonan casos tan importantes? ¿De qué sirven los cambios legislativos si la justicia es el servicio público más precario de todos? Hay tantos ejemplos diarios que enumerar. ¿De qué nos sirve un observatorio de la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial si no ha puesto ni una sola sanción ni amonestación a ningún juez desde que se creó? ¿De qué sirve una ley de desalojo exprés si se tardan meses y meses en conseguir que un juez vea tu caso?
Así que prefiero juntar ambos procesos y convertirlos en el principio de una cruzada que sí que nos interesa a todos. Ojalá el Eregürtel sea el principio del fin de nuestra justicia politizada y precaria, el principio de una justicia en serio.
PD informativa: Susana Díaz no caerá, me dicen mis fuentes importantes en Ferraz y tiene todo el sentido del mundo. Si cae ella que era Secretaria de Organización del PSOE de Sevilla, en aquellos años, ¿cómo sostener cómo delfina a Maria Jesús Montero que fue Consejera en aquellos gobiernos, ahora apestados?
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