Otras miradas

Política o barbarie

Sergi Tarrés

LICENCIADO EN COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL Y ASESOR POLÍTICO DE ERC

El independentismo catalán ha sido ejemplar por muchos motivos y conseguido movilizar a millones de personas en las manifestaciones pacíficas más masivas de la historia de la Europa reciente. Recientemente los CDR tuitearon la frase "independència o barbàrie". Los articulistas más prolijos de la caverna dieron buena cuenta de ello y no tardaron en titular algunas de sus columnas con esta máxima para fijar una foto sesgada que convertiría la anécdota en categoría.

El independentismo catalán ha sido la única amenaza real a la solidez de los cimientos de un régimen que se ha rebelado corrupto y siempre a favor de los privilegios de unos pocos. Un régimen capaz de encerrar a un siglo de cárcel a quién habla de paz, concordia, diálogo y democracia por el mero hecho de haber intentado cumplir con un mandato electoral. Cabe preguntarse aquí, pues, en contra de qué iba tal mandato para que todo un status quo se le abalanzase encima. Y no, no era precisamente en contra de ningún ciudadano ni en contra del derecho de nadie.

Este es, precisamente, el motivo por el que desde las atalayas del poder se intente constantemente reducir el independentismo a un problema de orden público o de "crisis de convivencia entre catalanes". Es la fórmula para que la ciudadanía compre algo que en democracia debería salir muy caro: la laminación de los derechos colectivos. Es muy fácil vender represión a granel si tienes el percal preparado y has generado la necesidad perfecta en base al miedo a "crisis de convivencia", "violencia", "rupturas", etc. Esto es lo que han intentado hasta ahora, con poco éxito. El independentismo sigue ganando donde nunca había ganado y firme en sus convicciones y en Catalunya la convivencia ni se ha roto ni se va a romper.

La cuestión es que el conflicto político para con Catalunya viene de lejos, y más recientemente de no respetar la voluntad de los catalanes desde la sentencia del Estatut. El mismo Pedro Sánchez dijo una vez que Catalunya es el único territorio de Europa que se rige por una norma que no han votado sus propios ciudadanos (sí, ¡Pedro Sánchez!), o sea, una clarísima "anomalía democrática".

Eso es, ¡la política falló!. Falló a todos los niveles y de forma continuada. Lejos queda lo de "bajar el suflé" como rezaba Rajoy. Ponerse de lado no funcionó y el independentismo continuó su andadura y salió el Rey. Y nos pegaron, y nos difamaron y nos encarcelaron. Y aquí seguimos. Elecciones tras elecciones. Y el Estado sin presupuestos y sin gobierno. El trampantojo es enorme. Y el bloqueo, también. El denominado constitucionalismo no se atreve a poner cordones sanitarios entorno de la extrema derecha y le permite campar a sus anchas mientras amenaza con ilegalizaciones y juicios sumarísimos a todos en prime time en la televisión pública.

Y toda la maquinaria "constitucionalista" conspira para culpar al independentismo del auge de la extrema derecha. Pues no, el error no es nuestro. El error es negarse sistemáticamente a hacer política y fiarlo todo al cansancio y, en extremo, al palo largo y a la mano dura. El error es no plantarle cara a la extrema derecha y comprarle el marco mental, abonar que quienes querían votar eran unos golpistas, abonar que los que querían decidir su futuro político democráticamente y en paz eran los violentos. En democracia, las reivindicaciones políticas se encauzan políticamente y no intentando eliminar el adversario con policía, juicios y cárcel.

Rufián profetizó en julio lo de "septiembre nos complica la vida a todos". El fallo del TS, imponiendo el siglo de cárcel a los líderes independentistas, lo cambió todo y que el PSOE subiera el tono con más amenazas, negacionismos y menosprecios aún lo cambió más. Esquerra ni quiere representar ni representa el rupturismo traumático. Está aquí para otorgar derechos y no para quitarlos. Tanto es así que tiene un líder en la cárcel que habla de democracia, diálogo, derechos, esperanza, libertades y apela a la responsabilidad de todo el mundo para encontrar soluciones en el marco de la política.

Podemos y el PSOE consiguieron en una hora lo que no fueron capaces de conseguir en 6 meses. Así que SÍ se puede. Que se note que se puede y se dejen de gesticulaciones y amenazas con la venida de la extrema derecha que ellos mismos se han dedicado a blanquear. Ya no vale.

Apartaros del ruido de los de siempre -incluso de los que tenéis entre los vuestros- sentaros, hablad, negociad y encontrad soluciones. Para eso se os paga. La disyuntiva no está entre "un gobierno progresista en España" o la extrema derecha. La disyuntiva real es la de hacer política o abocarnos a la barbarie.

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