Otras miradas

Carta al corazón escarchado del alcalde Almeida

Cristina Fallarás

Solicitantes de asilo que esperan un recurso de acogida frente a las puertas del Samur Social de Madrid. EFE/Javier Lizón
Solicitantes de asilo que esperan un recurso de acogida frente a las puertas del Samur Social de Madrid. EFE/Javier Lizón

Sr. José Luis Martínez-Almeida:

Esta noche del 2 al 3 de diciembre de 2019, mientras se celebraba la Cumbre del Clima, mientras brillaban los más de tres millones de euros luminosos colgando sobre los árboles madrileños que usted ha decidido malgastar para celebrar el consumo y la Navidad, el Ayuntamiento de Madrid ha tomado la decisión de dejar dormir a un crío de 3 años en la calle.

Es relevante. Es muy relevante, porque hasta hace nada, un par de meses escasos, existía uno de esos "consensos" según el cual en España ningún niño duerme sin techo, en la calle. Pero la cuestión no es solo que uno o siete críos pasen la noche invernal al aire. Podría suceder debajo de un puente de extrarradio y pasar desapercibido. Podría usted aducir que no lo sabían, o sea mentir. Pero no puede, porque hace ya semanas que familias enteras se han quedado sobre una acera del mismísimo centro de Madrid, atendidos por vecinos y vecinas de buena voluntad o parroquias que les bajan ropa de abrigo, comida caliente, que les ofrecen el amparo que usted les niega.

Pero volvamos al caso de este niño de 3 años que han dejado esta noche al raso. La cuestión central de este asunto es que alguien ha tomado la decisión de que así sea. Alguien perteneciente a la Administración local les ha cerrado la puerta a él y a su madre, y se ha desentendido. Es decir, que para que una criatura duerma en la vía pública, alguien tiene que tomar la decisión de que así sea. Alguien con el corazón duro, pequeño y afilado como el colmillo de una alimaña.

Me dirijo directamente a usted, Martínez-Almeida, en tanto que alcalde de la ciudad de Madrid, capital del reino de España. Me dirijo a usted porque, en teoría, representa a toda la ciudadanía madrileña, la mayoría de la cual, no me cabe ninguna duda, abomina de tal decisión. Me dirijo a usted como responsable último de haber abandonado a niños y niñas, como el pequeño de tres años, de noche en la calle.

Ustedes tienen sitios, cientos, miles de lugares, donde dar amparo a las noches heladas de quienes llevan semanas amontonándose en la acera de una céntrica calle madrileña. No mienta, no invente, no sea cínico: esos techos existen, miles de ellos, lo que no hay es voluntad política. Sobre todo, en lo referente a los niños y niñas, algo inaudito hasta el momento. Usted, y nadie mejor que usted, podría haber evitado que durmieran al raso escarchado de la vía pública.

Pero ha decidido no hacerlo. En última instancia, usted es quien ha decidido no hacerlo. Conocedor de la situación, habría bastado un gesto suyo, una palabra suya, para que el pequeño al que me refiero y tantos otros y otras en la misma situación, pasaran las noches de invierno bajo techo.

Ha decidido no hacerlo. Sí señor, se trata de una decisión consciente, voluntaria, dolorosa y ruin.

Escarchada la noche. Escarchado su corazón.

CODA: Finalmente, fueron las vecinas organizadas de la zona quienes tuvieron que dar cobijo a la madre y el niño.

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