Otras miradas

Amanece Albacete, que no es poco

José Ángel Hidalgo

Funcionario de prisiones, escritor y periodista

Emiliano García-Page está dejando pasar por alto la vergüenza que ya anega el estadio de fútbol de su ciudad más populosa, la muy neoyorquina Albacete (Azorín así la calificó con tanto humor como cariño). Albacete es vórtice ejemplar de los efectos catastróficos del cambio climático que está propalando Vox.

De hecho, su nombre se asoma a los periódicos de España asociado a los vendavales de mierda que la formación ultra desata sobre la condición racial o femenina, o a sus borrascas de ventosidades sobre todo fundamento de convivencia pacífica entre el hombre y esos otros animales que simulan no pensar.

La última noticia vergonzante de mi querida provincia, miren por dónde, es la de que la ciudad parece haberse quedado muy sorprendida con la existencia de cientos de cabezas esquiladas ocupando las gradas del Albacete Balompié, descubrimiento que a Page no le merece preocupación alguna, puesto que el PSOE consiguió dos escaños en las últimas generales y la derecha se partió en dos.

Nazis, sí, pues que sigan jodiendo al PP, se dirá el presidente manchego con una sonrisa aviesa de pastor que echa a la lumbre la torta cenceña (ay, qué gazpachos con conejo de monte). Y es que el presidente socialista está a lo suyo, muy ocupado en asustar al personal ante la cita amorosa que ya viene con el semental republicano, y si para eso ha de recurrir al argumentario más casposo, como lo de la vaselina, pues se echa mano y ya está.

Si la torta se va cociendo, qué le importa a Page que el Albacete Balompié sea cada día más un corral con gradas donde más que prestar atención al juego uno ha de soportar los balidos supremacistas de los que defienden al pálido e ignaro Zozulia, o aguantar las infamias al negro de La Roda CF?

Importan los resultados electorales, y si para mantener quebrantada la derecha hay que convertir en una Munich nazi y suburbial a la neoyorquina Albacete, ¿qué problema hay?

Esto de ser socialista y presidente de una comunidad pobre es que le hace a uno un pelín tontiloco en lo estrictamente político, pues hace falta tener poca visión, o nada de escrúpulo, al no caer en la cuenta de que los chavales que entran en esa espiral de fútbol y sociopatía, difícilmente van a poder salir de ella. Y eso me parece un asunto muy grave para una tierra a la que tanto quiero.

A mí me da la sensación de que el presidente manchego aunque sí haya leído y visto Los santos inocentes, no ha conseguido impregnarse de sus enseñanzas, y es una película y un libro que deberían ser la Biblia para un socialista que gobierna tan tremendo bancal.

Page podría verse, si quisiera, en don Pedro, el capataz de la finca de la marquesa, como también se hubiera visto el propio José Bono, del que Emiliano ha heredado estrategias para quebrantar al PP, unas cursiladas insoportables y los carrillos que a un buen manchego siempre le lustran la mirada.

Al igual que le sucediera a Bono, Emiliano no captó la lección de que por muy fiel que se sea al señorito Iván, por muy buenos servicios que se le preste, éste, educado en la crueldad del que nació dueño de todo, le birlará sin miramientos lo poco que tiene, es decir, a Agata Lys, su bella mujer: se la llevará escondida en el maletero del Mercedes, y encima se le reirá al regreso en todas las narices.

Los cuernos para un socialista que se somete mucho  a la derecha están más que cantados, nos viene a decir Delibes, y Camus también. La derecha solo respeta la soga con la que Azarías, presa de la locura, ahorca al desalmado Iván. Y eso es un desastre también.

La obra de cabecera de Page para que aprenda el buen gobierno de los manchegos debería ser Amanece que no es poco, del paisano Cuerda. Ahí dispone gratis de todas las claves, y alguna más. Que la revise, que se retire unos días a la serrana Ayna, donde se rodó la película, que piense con relajo en los frutos que para sus administrados traerá un gobierno con un toque surreal, sí, pero brillante y feliz. Que Page se deje de juegos de influencia en Ferraz (mírese en el espejo de Bono, que ha quedado de chiste y frustrado, aunque lo quiera disimular) y extienda al resto de la Mancha el gobierno de la Ayna mágica de Cuerda, donde los negros levitan, las putas son electas, los amantes germinan como nabos y la Guardia Civil lee a Faulkner con devoción. Y donde a nadie se le ocurriría gritar ni por asomo eso tan feo de que todos somos Zozulia. Porque esto de jugar a que los esquilados nazis balen a placer porque nos viene a huevo para las elecciones, no tiene perdón, ni chista ni moral.

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