Otras miradas

Ministra, ¿el Ejército es de todos o más de VOX?

Marta Nebot

El pasado domingo se me puso la tarde de domingo más fea que de costumbre. No mola que se acabe el fin de semana pero mola menos encontrarte en las redes, por todos lados, un vídeo en el que un señor, que se dice seguidor de José Antonio, dispara al menos 11 disparos, con un fusil de las Fuerzas Armadas españolas y termina comprobando su buena puntería y jactándose entre risas: "Este es un hijo de puta del Daesh [el Estado Islámico] que había que cargárselo."

A mí la escena lo que me dio fue miedo;  y no he vivido la guerra civil ni el franquismo. ¿Qué habrán sentido nuestros abuelos?

Los hechos se remontan al 29 de enero, el miércoles pasado, en la Brigada Paracaidista en Javalí Nuevo (Murcia). Allí estaba el Secretario General de VOX, don Javier Ortega Smith, asistiendo a uno de los cursos gratuitos promovidos por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, a través de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas (ESFAS), a los que se invita a todos los partidos políticos con representación parlamentaria.

Hasta ahí, en principio, todo bien, pero es que resulta que es ilegal que un civil dispare un arma de guerra como esa (un fusil de asalto HK G36 de calibre 5,56 milímetros), según el Reglamento de Armas del Ministerio del Interior de 1993, que prohíbe taxativamente la "adquisición, tenencia y uso de armas de guerra por particulares". Este señor, por más que hiciera la mili en las COES, es solo eso.

Es cierto que tanto Ortega Smith, como su líder, Santiago Abascal, tienen licencia para pistola y revólver, pero, lógicamente, no la tienen para armas de guerra. También es verdad que, en un campo de tiro del Ejército, las normas las marca el mando militar del mismo y que en las imágenes vemos a alguien de uniforme grabando el episodio, además de quien grabara las imágenes que hemos visto.

Sabiendo todo esto, llega el momento de las preguntas: ¿por qué un civil, que no es ni fue militar, dispara un arma de guerra incumpliendo la legalidad? ¿Por qué hay militares que se creen con derecho de dejarle un arma como esa y encima graban la escena y la filtran? ¿Qué le pasa al ejército en la cabeza?

Confieso que, después de preguntarme todo eso y reponerme al miedito, di por hecho que a Margarita Robles se le iba a ocurrir, de oficio, expedientar a quienes hayan propiciado este vídeo de campaña electoral de VOX (que ya se hace el solito mucha campaña con gente del ejército y no necesita que el ejército le haga vídeos). Para quien no lo haya notado: este partido tiene cuatro exgenerales en plantilla y muchas muchas imágenes con guiños a los fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, que, sin duda, considera su gran caladero de votos.

Santiago Abascal, tras participan en 2018 en la prueba atlética 101 kilómetros que organiza la Legión.
Santiago Abascal, tras participan en 2018 en la prueba atlética 101 kilómetros que organiza la Legión.

Pero no. Parece ser que, de momento, la ministra no lo ha pensado. Que se sepa, al entregar esta columna, ni el Ejército de Tierra ni el Estado Mayor investigan lo ocurrido.

Los que sí que se han mosqueado son algunos otros militares. ¡Menos mal! La asociación 45sindespidos, formada por profesionales veteranos de tropa y marinería, ha pedido explicaciones al ministerio. "Nuestros campos de tiro no son patios de recreo", ha declarado el cabo Jenner López, presidente de la asociación que registró un escrito, en la noche de este lunes ante la Secretaría Permanente de Defensa, preguntando sobre las circunstancias de ese "entrenamiento irregular y peligroso". "Si ocurren accidentes con gente preparada, más aún pueden darse con un civil", explicó el cabo López a El Periódico. Añadió que en esos cursos no se incluyen prácticas de tiro y se preguntó dónde estaban el casco, el chaleco y la ambulancia que es obligatoria cuando se hacen prácticas de este tipo. La asociación recuerda que el pasado mes de marzo un legionario de 21 años falleció en el campo de tiro militar de Angost (Alicante), alcanzado por una bala del mismo tipo de fusil que empuñó el diputado raso haciendo lo mismo.

Así que, al error indiscutible de imagen, hay que sumarle los fallos de seguridad.

Para terminar este artículo solo me falta el turno de ruegos: por favor, ministra, hoy más que nunca necesitamos que el Ejército siga, al menos, pareciendo cosa de todos.

Porque, oiga, da miedo que los rescoldos del franquismo que quedan en el Ejército prendan al calor del neofranquismo de VOX.

Vale que Tejero solo cumplió diez años de cárcel y luego ya le dieron el tercer grado; vale que a solo 3 de los 30 condenados por el 23 F se les impusieron penas mayores que la que le ha caído a Junqueras sin empuñar ningún arma;  vale también que al hijo teniente coronel del único golpista de esta democracia lo ascendieran a Coronel solo 4 meses después de haberle destituido por organizar una paella dentro del cuartel para conmemorar el 33 aniversario del golpe de Estado de su padre, en 2014, cuando era  jefe del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) número 1 de la Guardia Civil, con sede en Valdemoro (Madrid), como publicó El País. Todo eso y más, vale, nos aguantamos;  pero no puede valer que a estas alturas parezca ni un poco que el ejército es más de VOX que del resto. Eso no vale, no.

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