Se puede saber mucho sobre una persona por la ropa y los accesorios que lleva. Esto ha sido así desde los albores de la humanidad.
El primer tipo de decoración conocida fue el ocre, utilizado por los humanos desde hace, por lo menos, 200.000 años, mucho antes que los abalorios, de los que se sabe que empezaron a ponerse de moda hace 75.000 años. Desde entonces, los accesorios y otros símbolos han sido fundamentales para la forma en que expresamos nuestra identidad y mostramos nuestras relaciones y, de hecho, esta es una de esas cosas que nos hace humanos.
Empezamos a confeccionar adornos hace unos 50.000 años, cuando aparecieron las primeras joyas estandarizadas en forma de pequeños granos hechos de cáscaras de huevos de avestruz.
En África, las cuentas de cáscara de huevo de avestruz son los objetos arqueológicos más comunes, sobre todo en emplazamientos de 10.000 años o menos. También se encuentran en menor cantidad en Asia, pues se han descubierto bolas de cáscara de huevo de avestruz de unos 12.000 años en China.
Dado que estos abalorios de cáscara de avestruz todavía se producen actualmente, esta tradición cultural se considera una de las más antiguas del mundo.
Pero, ¿qué nos dicen estas cuentas sobre los pueblos antiguos que las producían y usaban?
En un estudio reciente, analizamos 1.200 granos de cáscara de huevo de avestruz de 22 lugares del sur y 8 del este de África.
Aunque podemos encontrar estas cuentas en muchos emplazamientos arqueológicos del continente, tienden a pasarse por alto en las investigaciones. En la mayoría de los estudios que hicimos, se tomaron como referencia unas colecciones antiguas que no se habían analizado aún, por lo que se están investigando ahora por primera vez y creemos que esta investigación demuestra la importancia de seguir estudiando las colecciones antiguas que ya están en los museos para darles un nuevo enfoque.
Nuestro objetivo era ver cómo ha cambiado el tamaño de las cuentas de cáscara de huevo de avestruz en los últimos 10.000 años, ya que se ha convertido en una forma informal de estimar la edad de los sitios arqueológicos en África meridional. Sin embargo, las cuentas, en general, han recibido relativamente poca atención en comparación con otros objetos, y hay mucho que todavía desconocemos sobre ellas.
Nuestro estudio ha permitido aumentar el número de análisis de menos de 100 a más de 1.000, lo que nos permite estudiar patrones a mayor escala y obtener nuevas perspectivas sobre el pasado de África.
Nuestros hallazgos proporcionan resultados interesantes sobre cómo los pueblos antiguos respondieron a los cambios. En la actualidad, temas como la migración y la economía dominan el panorama del continente, pero los pueblos antiguos también enfrentaban problemas como el cambio climático, el contacto cultural y los cambios económicos. Los objetos que los africanos del pasado produjeron y usaron, como las cuentas de cáscara de huevo de avestruz, pueden ayudarnos a entender el impacto de estos cambios en sus vidas.
¿Pastores o cazadores-recolectores?
Hace 30 años, el arqueólogo Leon Jacobson descubrió un patrón en las cuentas de cáscara de huevo de avestruz de Namibia: las que se encontraban en los lugares donde había cazadores-recolectores solían ser más pequeñas que las asociados a los lugares donde había pastores. Como sabemos que la ganadería entró en el sur de África hace unos 2.000 años, Jacobson sugirió que los sitios con cuentas que sobrepasaran los 7,5 mm podrían ser de hace menos de 2 000 años.
Otros estudios confirmaron que se cumplía el mismo patrón en el suroeste africano y algunos investigadores argumentaron también que el tamaño de las cuentas podría ayudar a distinguir qué sitios fueron utilizados por los pastores o cuáles por los cazadores-recolectores, aunque es una teoría que se sigue cuestionando todavía.
Hasta ahora, la idea de que las cuentas de cáscara de huevo de avestruz habían cambiado con la introducción del pastoreo solo se había probado en la parte meridional de África, y con un número limitado de sitios. Por lo tanto, decidimos recabar más datos para seguir investigando y hacer la prueba teniendo más información y extendiendo la investigación a otros lugares, como África oriental, donde el pastoreo se desarrolló unos 3.000 años antes.
Variaciones regionales
En el sur de África también observamos que las cuentas más grandes aparecieron hace menos de 2.000 años. Sin embargo, contrariamente a estudios anteriores, el nuestro muestra que estos abalorios más grandes no reemplazaron a otros más antiguos y tradicionales y, de hecho, la gran mayoría de las cuentas de cáscara de huevo de avestruz siguieron siendo bastante pequeñas durante mucho tiempo. Por otra parte, las cuentas en África oriental tenían un tamaño muy variable y no sufrieron cambios cuando el pastoreo entró en esa región hace unos 5.000 años.
Las cuentas de cáscara de huevo de avestruz en el este y el sur de África parecen querer contarnos una historia diferente sobre la extensión de la ganadería: los ganados bovino, ovino y caprino no son nativos de ninguna de estas regiones y deben haber sido introducidos por contacto con pueblos que vivían más al norte. Además, tanto en el este como en el sur, los grupos ya hacían cuentas de huevo de avestruz antes y después de la propagación de pastoreo. Por otra parte, en África oriental, las pocas o nulas variaciones en el tamaño de las cuentas podría sugerir que los cazadores-recolectores locales adoptaban ganado o que los pastores que llegaban tenían tradiciones similares y/o adoptaban rápidamente estilos locales.
En el sur de África, la aparición de cuentas más grandes hace unos 2 000 años sugiere que la introducción de ganado favoreció cierto cambio en las tradiciones, o que los nuevos modelos se introdujeron a la vez que las ovejas. Sin embargo, en ambos lugares las tradiciones locales respecto a los abalorios siguieron predominando. Como anécdota, las cuentas más grandes en el sur de África caen dentro de la gama de cuentas de África oriental, insinuando el contacto entre estas regiones como ya sugerían otra evidencia arqueológica y un ADN antiguo.
Los resultados de nuestra investigación revelan que la propagación del pastoreo en nuevas zonas no llevó a la sustitución de las poblaciones ni de las prácticas locales. Más bien, la gente respondió de manera más matizada y mantuvo ciertas tradiciones culturales. Esta investigación no solo nos ayuda a entender el pasado africano, sino que es importante para tener en cuenta cómo nosotros, como seres humanos, usamos la cultura para hacer frente a los cambios de nuestro mundo.
Este artículo ha sido traducido con la colaboración de Casa África. Traducción: Carolina Díaz.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation
Comentarios
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