Otras miradas

¡Guerra al covid-19!

Ignacio Robles

Bombero, objetor y activista

Efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) entran en la estación de metro de Nuevos Ministerios, en Madrid, para su desinfección. REUTERS/Javier Barbancho
Efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) entran en la estación de metro de Nuevos Ministerios, en Madrid, para su desinfección. REUTERS/Javier Barbancho

Pretenden que nos acabemos acostumbrado a esas personas que aparecen en las ruedas de prensa junto a políticos y personal técnico, con sus uniformes impecables y sus pechos llenos de medallas. Insisten una y otra vez en que estamos en medio de "una contienda bélica" en la que se vive un lunes constante, ya que "en la guerra no hay fines de semana, en la guerra todos los días son lunes". Una guerra en la que según ellos "todos somos soldados", olvidando que algunos no lo fuimos nunca, incluso cuando nos obligaban, y mucho menos lo seremos ahora.

Hemos llegado a aceptar como algo normal la militarización de las ruedas de prensa y la presencia constante de militares en los medios de comunicación, acaparando portadas mientras se les atribuye el trabajo que en realidad hacen otros colectivos. Hemos visto suficientes películas norteamericanas para llegar a entender como necesaria la presencia del Rey de España en la sede del Mando de Operaciones, ataviado con uniforme militar de campaña, y al parecer, dispuesto a montar en su flamante F-18 para acabar con el COVID-19 cual presidente de los USA en Independence Day. Estamos en guerra, y como es sabido, la respuesta a las guerras debe ser militar.

Esta visión tan masculinizada de la crisis, que sorprendentemente está calando en parte de la sociedad, no tiene en cuenta cuál es la cruda realidad de la guerra, en la que también mueren miles de personas inocentes, pero masacradas por los ejércitos y sus armas. Porque ellos son parte del problema y no la solución, no nos dejemos llevar por la visión romántica e idealizada de la guerra que nos quieren vender desde Hollywood. La guerra no es entrega y honor, la Guerra es Yugoslavia, Yemen y Siria; es violencia, muerte y destrucción. Sí, ya sé que nuestros militares, los que firman manifiestos franquistas y expulsan a los denunciantes de corrupción, son de los buenos, esa película también la he visto.

Toda esta labor mediática ha conseguido que se alcen voces pidiendo la intervención de soldados en nuestras calles. Las que se oyen por la derecha llevan el militarismo en la sangre. Nada nuevo, la respuesta a su demanda es sencilla: En las últimas dos décadas se ha gastado en  Defensa la friolera de 357.054 millones de euros [1 ], que han salido de nuestros maltrechos bolsillos y se han dejado de gastar por tanto en Sanidad pública o Investigación, exactamente lo que ahora más necesitamos. Llevamos mucho tiempo denunciando que necesitamos menos tanques y más y mejores hospitales, el ejército sigue siendo parte del problema, y por tanto nunca podrá ser su solución. Esa cantidad obscena de dinero ya se ha tirado a la basura, no volverá, pero esta reflexión nos debería servir al menos para tratar de evitar en el futuro cometer los mismos errores.

En cambio, las voces que llegan desde el lado izquierdo admiten resignadas que ya que hemos gastado esa cantidad absurda de dinero, y ya que el ejército existe, pues que se use, que para eso está. Desgraciadamente, no tienen en cuenta las consecuencias que esto conlleva, militarizar la crisis supone un precedente muy peligroso. Atribuir al ejército un papel protagonista en la vida civil y en la sociedad del mañana es digno de países en una fase de su evolución democrática que deberíamos haber superado hace ya tiempo, y posiblemente nos arrepentiremos de ello. No sería la primera vez que esto supone un problema grave en España, los ánimos no están precisamente calmados en este momento y el que crea que el ejército ha evolucionado hacia posiciones más democráticas poco lo conoce.

Dejando a un lado sus graves implicaciones sociales, la militarización suele defenderse en aras a una supuesta eficacia en la resolución de problemas. Pero en este caso, puede que la cosa no sea tan sencilla como parece, toca comprobar si de verdad la intervención del ejército resulta eficaz en una crisis civil, y de ser así, en qué condiciones debería darse. Para ello, debemos analizar las tareas que supuestamente están realizando los militares desplegados por la operación Balmis, que según el Estado Mayor de la Defensa son básicamente la descontaminación de infraestructuras, el apoyo en la instalación de hospitales de campaña y el transporte de materiales [2]. Llama la atención que todas las tareas citadas son característicamente civiles, y que por lo tanto serían desempeñadas de manera más competente por personal civil. En el caso de las labores de desinfección, el personal de jardinería y limpieza municipal suele disponer de equipos de pulverización y protección, además de formación adecuada sobre su uso y un gran conocimiento de las localidades y las instalaciones a desinfectar. Además, esta labor puede ser complementada por otros profesionales también perfectamente capacitados como bomberos y bomberas, guardas forestales, etc. Para las labores de instalación de hospitales de campaña, albergues y todo tipo de infraestructuras, así como para el transporte de materiales, existe todo "un ejército" de profesionales, empezando por personal de montaje, fontanería, electricidad, carpintería, albañiles, logistas, transportistas... muchas de estas personas muy preocupadas en sus casas en este momento por su futuro laboral y dispuestas a echar una mano. Tan capacitadas están estas personas, que son las que están realizando masivamente las labores que la mayoría de los grandes medios de comunicación acaban atribuyendo finalmente al ejército, y en muchos casos las realizan de manera voluntaria y altruista.

En cuanto a las tareas que realmente acaban siendo realizadas por militares, habría que analizar en qué condiciones se llevan a cabo. Para empezar a comprender la magnitud del disparate, conviene saber que el ejército dispone de 1.050 coroneles para ocupar 50 plazas y 225 generales donde caben menos de 25, a los que hay que sumar otros 2.200 generales y coroneles en la reserva. En total hay aproximadamente 1 oficial por cada 2 soldados [3], lo que se suele definir coloquialmente como una tribu con más jefes que indios. Además, sus procedimientos de trabajo se basan principalmente en desplazar una cantidad desorbitada de personal y medios, normalmente desde lugares no muy cercanos, para realizar tareas sencillas y rutinarias. En definitiva, hablamos de una impresionante y enorme máquina devoradora de recursos, con una eficiencia extraordinariamente baja, diseñada para aplastar enemigos, no para combatir enfermedades.

Como ejemplo representativo, el 23 de marzo acudieron alrededor treinta militares del Regimiento de Infantería de Garellano, con base en Mungia (Bizkaia), a la estación de trenes de Abando en Bilbao [4], a realizar una desinfección que por las características del recinto podría haberse realizado sin problemas por 2 o 3 operarios civiles (la Diputación Foral de Bizkaia lleva tiempo haciendo intervenciones similares). Eso quiere decir que de esas 30 personas, al menos 27 estaban de sobra. Aparte del absurdo derroche de toda clase de recursos que esto supone, cada una de esas 27 personas no necesarias que acudieron a la estación iba equipada con "indumentaria y protecciones de cara y manos adecuadas", mientras que al personal sanitario, formado por los verdaderos héroes de esta historia, se le priva de estos elementos. Según el portavoz del grupo de desinfección, se pensaba repetir el procedimiento semanalmente en las estaciones de trenes de Vitoria y San Sebastián, dentro del plan de limpieza de infraestructuras del Estado en el País Vasco.

Como profesional de las emergencias, estoy convencido de que la presencia del ejército en las calles es totalmente innecesaria y obedece principalmente a criterios de marketing. Pero incluso si estuviera equivocado, o si la situación empeorase y hubiera que recurrir obligatoriamente a mano de obra militar, esta debería estar totalmente supeditada al personal civil al mando, adoptando sus protocolos y procedimientos de actuación. Porque no estamos en guerra, esta crisis es civil, y debe abordarse desde una perspectiva civil, con medios civiles o militares "civilizados" y por supuesto bajo dirección civil, sin ningún protagonismo ni sobreactuación por parte de los militares. Porque no necesitamos matar moscas a cañonazos acaparando recursos que otros necesitan, ni desfiles de legionarios por IFEMA, ni pasear el himno de España por las calles de Pamplona a todo volumen, ni al Rey disfrazado de camuflaje, nada de eso acabará con el virus ni salvará una sola vida.

No necesitamos a 3 o 4 generales en cada rueda de prensa del Gobierno tratando de justificar mediante el despliegue de 7.780 efectivos un gasto militar que nos asfixia, mientras 180.000 profesionales de medicina, 250.000 de enfermería, 240.000 policías, 20.000 bomber@s, cientos de miles de personas trabajadoras en limpieza y comercios y tantos otros profesionales imposibles de enumerar, millones de personas en definitiva, se enfrentan directamente a la crisis estos días, y nos sacan las castañas del fuego con discreción y humildad.

Si en última instancia, no obstante todo lo expuesto, se continuara insistiendo en abordar esta crisis civil como si se tratara de una contienda bélica, no debemos olvidar que a las guerras se responde de manera coordinada, y militarmente España pertenece a la OTAN. Afortunadamente, frente a lo que nos quieren hacer creer, esto no es una guerra, si lo fuera, la deslealtad mostrada por nuestros supuestos aliados, dispuestos a traicionar a cualquiera por un puñado de mascarillas, nos hubiera conducido inexorablemente a la derrota. Pero esto ya implica otro tipo de reflexiones ajenas a la intención de este artículo.

1- http://database.centredelas.org/el-gasto-militar-en-espana/?lang=es
2- https://emad.defensa.gob.es/prensa/noticias/2020/03/listado/200324-Continuacion-Operacion-Balmis.html
3- https://www.akal.com/libro/el-libro-negro-del-ejercito-espanol_35280/
4- https://www.eldiario.es/sociedad/Ejercito-desinfecta-estacion-trenes-Bilbao_0_1008950095.html

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