Otras miradas

Covid-19 y salud comunitaria: de la distancia social al vínculo social solidario

Javier Barbero

Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid

Varias personas hacen cola manteniendo la distancia social, esperando a entrar en un supermercado en Madrid. REUTERS/Sergio Perez
Varias personas hacen cola manteniendo la distancia social, esperando a entrar en un supermercado en Madrid. REUTERS/Sergio Perez

Tenemos un buen sistema sanitario. Estos últimos años, quienes lo han estado sosteniendo (a pesar de esos recortes que el alcalde de Madrid califica de "leyenda"), han sido unos magníficos profesionales, muy cualificados y con clara mentalidad de servidores públicos. Así se lo reconocemos en la actual crisis, cada tarde a las 20.00 horas, aplaudiéndoles desde nuestros balcones.

Sin embargo, una de las principales deficiencias de nuestro sistema es el pobre desarrollo de la salud comunitaria. Conscientes de ello, durante el pasado mandato y desde nuestra responsabilidad al frente del Gobierno municipal de Madrid, desarrollamos desde Madrid Salud la Estrategia Barrios Saludables y pusimos en marcha planes punteros, como Madrid Ciudad de los Cuidados, con un claro enfoque comunitario.

Desde la perspectiva de salud comunitaria, entendemos que la salud y el bienestar de una población dependen de las condiciones sociales, económicas, políticas, ambientales, educativas, geográficas y sanitarias del lugar donde se vive. Es lo que conocemos como determinantes de la salud y su desigual distribución también genera desigualdades en la salud. Por ejemplo, el último Estudio de Salud de la Ciudad de Madrid (2018) señala la diferencia que hay en esperanza de vida al nacer entre un varón del distrito de Barajas y otro de Puente de Vallecas: hay una brecha de nada más y nada menos que de cinco años; en mujeres, de 2,2 años. Y, por citar otro ejemplo, las personas que viven en distritos de bajo nivel de desarrollo tienen un 23% de riesgo de mala salud mental, frente al 18,3% de las que residen en los del grupo más alto.

Desde esta perspectiva, como dicen los expertos en salud pública, el código postal es más importante para la salud que el código genético. La crisis del coronavirus parece confirmar esa tendencia, si comparamos la tasa de incidencia acumulada total de casos por distritos en la capital.

Pero estos datos no nos sirven solo para analizar, sino también para proponer, porque sabemos que el grado de cohesión social, la existencia o no de ciertos recursos, cómo se utilizan los mismos y cómo están conectados entre sí, también son factores que influyen en dicho bienestar. El protagonismo de la ciudadanía y su participación en la comunidad son elementos fundamentales para su salud y su bienestar.

Solidaridad vecinal para llegar a los más vulnerables

Así lo hemos visto en nuestros barrios, donde los Grupos de Cuidados y Solidaridad Vecinal están sosteniendo a muchas personas ante situaciones enormemente dramáticas. En el distrito de Latina, en el que vivo, distintos grupos autogestionados se están organizando para dar esa respuesta. Sabiendo que es clave llegar a las personas mayores en situación de mayor vulnerabilidad, que no siempre tienen acceso a la información y a los recursos, algunos colectivos como el de la Asociación Puerta del Ángel y el de Alma Latina pegaron cientos de carteles en los portales para informar a esos vecinos que, atravesados por la brecha digital, no sabían a qué teléfono llamar para conseguir un apoyo cercano y efectivo. Desde la participación en esos grupos estamos detectando situaciones de gran precariedad, aportando soluciones cuando es posible y exigiendo a la Administración municipal que se haga cargo de sus responsabilidades.

Sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid no ha movilizado a Madrid Salud en su ámbito de prevención y promoción de la salud para ser un eje facilitador en esta línea. Es más, que la Comunidad de Madrid no haya reclamado a los efectivos municipales de Madrid Salud es inconcebible y que el Ayuntamiento no haya puesto a sus profesionales, de manera programada, a disposición de la misma, también lo es.

Cambio de perspectiva en la atención

Una de las cosas que estamos aprendiendo en esta pandemia es que el eje de la atención centrada en el paciente  ha de ser compatible con el de la atención centrada en la comunidad. Se requieren soluciones para toda la población, no solo para los hospitales. Los sistemas de intervención sanitaria occidentales se han construido en torno al concepto de atención centrada en el paciente, pero una epidemia requiere un cambio de perspectiva hacia un concepto de atención centrada en la comunidad. En poco tiempo el eje ya no serán los cuidados intensivos, sino una crisis de salud pública y humanitaria de previsible largo recorrido. Y ahí vamos a necesitar a muchos expertos en salud pública y en trabajo comunitario, si es que queremos priorizar el bien común, asegurar la sostenibilidad de la vida y el cuidado de la comunidad. Es decir, erradicar la pandemia y minimizar en lo posible los previsibles ‘destrozos’ que acarrearán sus consecuencias.

Estamos viviendo una implicación importante de la comunidad en el control de sus riesgos de salud, una transformación que pasa de ser un conjunto de sujetos pasivos que delegan estos problemas en los equipos sociales y sanitarios y/o en las instituciones en general, a convertirse en sujetos activos que se corresponsabilizan de esos problemas y que exigen a las instituciones públicas respuestas más contundentes. En último término, la implicación comunitaria no es más que el desarrollo de una democracia participativa basada no solo en el voto cada cuatro años, sino también en la toma de decisiones sobre su salud en aspectos claves como el nivel de contaminación ambiental que está dispuesta a aceptar, la política de atención a los mayores o la prioridad que debe tener la atención a la dependencia.

Echamos en falta un equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Madrid que debería haber liderado desde Madrid Salud, declarado ‘servicio esencial’ en el mandato anterior, una apuesta uniforme en todos los distritos por adaptar su actividad a los requerimientos del confinamiento de la población, aportando recursos y no dejándolos bajo mínimos. No en una dinámica sociosanitaria (asistencial), sino con un enfoque sociosaludable que hace compatible la prevención del contagio, la detección cercana e inmediata de la vulnerabilidad social asociada a los problemas de salud, el trabajo preventivo de trastornos de salud mental en período de confinamiento, la dinamización de estrategias de apoyo mutuo y la facilitación y el apoyo a las redes de solidaridad autogestionadas desde los distintos colectivos. Los profesionales de los Centros Municipales de Salud Comunitaria (CMSC) tienen conocimientos y experiencia para hacerlo. Les hacen falta decisiones políticas y una ampliación de plantilla real.

Desde Más Madrid hemos hecho llegar distintas propuestas al equipo de Gobierno, pero su negativa anterior a declarar Madrid Salud como servicio esencial, su lentitud en abordar la crisis desde esa institución y, en general, su actitud privatizadora con todo lo relacionado con el sistema nacional de salud nos preocupan sobremanera a la hora de vislumbrar el futuro de este organismo.

Esta misma semana hemos planteado a la Junta Municipal de Latina la necesidad de abordar una situación extrema real: mayores y dependientes en sus casas que tiemblan ante la fiebre y la posible salida de sus cuidadores cuando empiezan a enfermar de coronavirus. En la mayoría de los casos, si hay un trabajo comunitario adecuado y apoyado por las instituciones, los cuidados se pueden prestar sin necesidad de recurrir a la institucionalización. Ahora bien, para eso necesitamos dispositivos, como los CMSC, coordinados con los servicios sociales, con la red de atención primaria sanitaria, con las redes vecinales y con recursos para facilitarlo.

El Ayuntamiento de Madrid tiene una oportunidad histórica. Toca ya planificar la reconstrucción. Esta pandemia nos ha hecho visible y a todos, no solo a los colectivos tradicionalmente más empobrecidos, que somos vulnerables e interdependientes y que necesitamos fortalecer la dimensión de los cuidados. Madrid Salud puede ser uno de los catalizadores de ese empeño, desde su orientación comunitaria, su implantación territorial, su vínculo con las redes vecinales, su dimensión preventiva y el enfoque sociosaludable.

Quién nos lo iba a decir, la distancia social (para prevenir el contagio), que parece lo más opuesto al vínculo social (la esencia comunitaria), ha sido una dinamizadora de la solidaridad y del cuidado. Quizás porque el cuidar, como nos recuerda el sociólogo Joaquín García Roca, significa empoderar a la población en la gestión de sus propios riesgos y devenires. Exactamente lo contrario al ‘sálvese quien pueda’. Madrid lo merece.

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