Otras miradas

¿El desconfinamiento nos lleva al desastre?

José Luis Úriz Iglesias

Exparlamentario y concejal del PSN-PSOE

Personas paseando por la playa de la Barcelonetta, en el primer día que se permite paseos y actividades deportivas en la desescalada del estado de alarma por la pandemia de coronavirus. REUTERS/Nacho Doce
Personas paseando por la playa de la Barcelonetta, en el primer día que se permite paseos y actividades deportivas en la desescalada del estado de alarma por la pandemia de coronavirus. REUTERS/Nacho Doce

Los dos últimos fines de semana, con el desconfinamiento paulatino primero de los niños y después de los mayores, estamos poniendo a prueba la eficacia de la apertura de manos de nuestras instituciones por un lado, y la sensatez y responsabilidad de la ciudadanía por otro.

Era una prueba de fuego para el sistema político y social, ante la que surgen numerosas preguntas, en un tiempo de mayores interrogantes que certezas.

¿Están acertando las autoridades al desconfinar tan rápido? Recordar por ejemplo que en China lo hicieron a los más de 70 días y nosotros a los 42 niños y 49 mayores.

Quizás dentro de unas semanas recordemos esos veintitantos días de diferencia.

Pensemos también que Alemania, con una sociedad más disciplinada y responsable, ha tenido que hacer correcciones.

Las imágenes vistas en ambos fines de semanas ponen los pelos de punta. El riesgo que estamos asumiendo es muy elevado, porque nuestro carácter latino nos ha llevado a situaciones de irresponsabilidad extrema.

España e Italia no son China y mucho menos Alemania, Holanda, Austria o Finlandia y eso nuestras autoridades deben tenerlo en cuenta y tengo la sensación de que la presión social, de algunos partidos políticos y presidentes de comunidades autónomas nos puede llevar al desastre, a todos y todas.

Observar el paseo de la playa de la Barceloneta más repleto que cualquier día de verano, o los de Valencia, Sevilla, Donosti, o Pamplona, todos ellos sin respeto a las normas dadas, especialmente las distancias de seguridad, aunque no fuera la mayoría, indicaron que con normas que dejan en manos de la responsabilidad social el control, NO funciona.

Los botellones de adolescentes en las calles, los atascos en las salidas de las grandes ciudades, no todos cumpliendo las normas, o los corrillos de madres y padres (uno, que debe salir uno con los niños) mientas sus chicos juegan al fútbol indican que, así no!

Además se han producido fallos de bulto en esas normas. Que el sábado pudieran coincidir y mezclarse, como fue mi experiencia, el grupo con más riesgo y vulnerable; los mayores de 70 años, con el resto que o bien iban a comprar o paseaban al perro "hábilmente" en el tramo que entendía menos masificado, supone un riesgo inasumible y alguna medida correctora se debería tomar.

La más fácil, porque lo de la compra es mucho más complejo por los horarios actuales de los comercios de alimentación, sería obligar a que los paseos de los perros se realicen en el tramo de cada edad. Eso en los lugares con mucha densidad de mascotas supondría una disminución del riesgo.

Tras esta experiencia debemos reflexionar, que después de la locura humana cometida estos días podrían ocurrir dos cosas; o bien que traiga consecuencias trágicas con un repunte de la pandemia, lo que obligaría a medidas más duras con consecuencias sociales y económicas por evaluar.

La segunda opción sería que no ocurriera nada, lo que indicaría que tenemos la pandemia controlada, probablemente porque el número de personas inmunes es mayor de lo que nos imaginábamos.

Quizás al mismo tiempo demostraría lo que algunos venimos defendiendo desde hace tiempo, en especial al observar los comportamientos humanos insensatos; que esto acabaría cuando la naturaleza quisiera y no por la responsabilidad de los humanos.

Quizás esta naturaleza que tanto maltratamos, como ha quedado demostrado en este periodo en el que la hemos dejado relativamente tranquila, nos quiera dar una nueva oportunidad, puede que la última.

Convendría tenerlo en cuenta.

Veremos...

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