Durante muchos años hemos vivido en varios mantras:
- España no es un país de ciencia y menos de investigación.
- Los y las egresadas no están listos para el mercado laboral.
- El emprendimiento y el autoempleo son precarios y generan vulnerabilidades para quienes lo ejercen.
Cosas que tienen los mantras es que no tienen por qué ser verdad objetiva, pero se convierten en verdad o marco identitario con la repetición. ¿Por qué no valoramos nuestro talento y nuestra formación? Eso sólo ha supuesto que vayamos en caída libre cada vez que la globalización entra en crisis. ¿Por qué no sentimos un mínimo de orgullo o pertenencia de nuestro país? En los muchos lugares en los que he estado raramente lastiman su imagen exterior como nación, como comunidad. No es cuestión de mirarse el ombligo pero, ¿de verdad lo de fuera es mejor por defecto?
Establecer un marco de oportunidad empieza justamente por apostar por nuestros mayores activos. El plan de Pedro Duque me gusta por eso, porque devuelve esa confianza en la Ciencia, en la Investigación, en el talento y la capacidad de nuestro capital humano; sin duda nuestra mayor ventaja competitiva. Si no dotamos de autoridad y legitimidad a lo que producimos en este sector, las consecuencias se tornan en distopía: un entorno hostil hacia el emprendimiento tecnológico., poca vinculación de la innovación entre universidad y empresa, poca inversión empresarial en proyectos de alto impacto...
Pero el talento no se moviliza solo, podemos hablar horas y horas de su necesidad de reconocimiento, pero de nada sirve si seguimos repitiendo los mismos mantras. ¿Por qué creemos que optar por formación profesional es destinarse a un trabajo precario y poco valorado? ¿Por qué esperamos que los investigadores tengan una visión de mercado y unos resultados amortizables a corto? Les echamos en cara que sus resultados necesitan de una estructura que los vincule al tejido productivo cuando no pueden ser multidisciplinares a la fuerza (empresarios, legalistas, expertos en inversión, en relaciones internacionales...). ¿Por qué medimos su desempeño en número de publicaciones y no en la calidad de estas?
Confío en que esta nueva era nos abra las puertas a un liderazgo tecnológico autónomo donde la administración pública sea un actor más que facilite el desarrollo del resto. Y, sobre todo, que todo ello impacte en nuestro estado de bienestar para nuestra mejora como sociedad y de calidad de vida. Son buenas noticias sin duda, por fin contamos con un presupuesto que pone nuestras ventajas competitivas en el centro, por fin tenemos argumentos para callar a los que dicen que somos un país de pandereta.
Comentarios
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