Otras miradas

Federalistas en ERC

Miguel Guillén Burguillos

Politólogo

La secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta (2d), el presidente del Consell Nacional de los republicanos, Josep Maria Jové (i), el coordinador nacional del partido y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés (2i), y el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián (d), durante una reunión de la ejecutiva de ERC. EFE/Quique Garcia
La secretaria general adjunta y portavoz de ERC, Marta Vilalta (2d), el presidente del Consell Nacional de los republicanos, Josep Maria Jové (i), el coordinador nacional del partido y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés (2i), y el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián (d), durante una reunión de la ejecutiva de ERC. EFE/Quique Garcia

Descubro estos días un perfil de Twitter de un "grupo de votantes y simpatizantes de ERC que creen que una solución federal asimétrica podría dar respuesta al conflicto político". Se trata de una cuenta donde se comparte simultáneamente información de ERC, entidades independentistas y sus principales dirigentes, referencias a la libertad de los presos, a la vez que se hace pedagogía de la opción federal como solución para superar el conflicto político. ¿Contradictorio? No lo creo, partiendo de la base de que numerosos votantes de ERC se definen como federalistas y no como independentistas. Echemos un vistazo a los datos del último barómetro de opinión política del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat de Catalunya, publicado recientemente.

A la pregunta "Cree que Cataluña debería ser...", un 25,3% de los votantes de ERC encuestados responde "un Estado dentro de una España federal". La opción "un Estado independiente", como era de prever, es la preferida por los votantes del partido de Oriol Junqueras, con un 63,9%. Pero creo que no se puede menospreciar de ninguna manera esta cuarta parte de votantes que apuestan por el Estado federal, una opción que elige, sin embargo, un 8,9% de los votantes de Junts per Catalunya y un 16,3% de los de la CUP. ¿Qué estamos diciendo con esto? Pues que hay un buen número de partidarios de formaciones independentistas que, en caso de que se ofrezcan más opciones más allá del sí o el no a la independencia, apostarían por la opción federalista. Atendiendo a los datos generales del país, sin tener en cuenta el partido que vota cada encuestado, encontramos que un 33,9% de los catalanes optaría por "un Estado independiente", un 29,6% por "una comunidad autónoma de España", un 22,9% por "un Estado dentro de una España federal", un 6,8% por "una región de España", mientras que un 5,2% no lo sabe y un 1,7% no contesta. La pregunta que hay que plantear creo que es clara: ¿un referéndum de sí o no, en una sociedad claramente polarizada en torno a la independencia de Cataluña, podría ayudar a encontrar una solución? A tenor de estos datos, parece cuestionable. Sí queda claro que prácticamente el 80% de los encuestados opina que de una u otra manera Cataluña debe poder decidir su futuro, pero en ninguna parte está escrito que esto deba producirse mediante un referéndum de autodeterminación de respuesta binaria. Nada que no esté inventado y que no se haya producido en el pasado, dicho sea de paso. La sociedad catalana es plural en multitud de aspectos, también a la hora de opinar sobre la cuestión territorial y el conflicto político abierto. Y creo que intentar clasificar una sociedad entre blancos y negros, cuando los grises tienen un papel primordial, no haría más que enquistar el conflicto. La evidencia de los últimos años no se debería ignorar.

La opción federalista arrasa entre los votantes de Catalunya en Comú-Podem, con un 58,9% (la segunda opción, "una comunidad autónoma de España", es de un 21,5%, mientras que la opción independentista baja hasta el 8,2%). En cuanto al PSC, un 27,7% de sus votantes elige también la opción federalista, mientras que la opción mayoritaria sería "una comunidad autónoma de España", con un 47,9%. Sorprende también la gran cantidad de partidarios de la opción federalista entre los votantes de Ciudadanos (10,6%) y el PP (20%).

Intuyo que los dirigentes de ERC tienen en cuenta el hecho de que un cuarto de sus votantes apueste por la opción federalista. Cuando hablan de "independentismo pragmático", de "negociación con el Estado" o de la "gestión del mientras tanto", la señal que quieren emitir es clara: "somos independentistas, no nos escondemos, pero no podemos asustar en exceso y dejar escapar la base electoral federalista de que disponemos". Obvio, ¿verdad? Porque a nadie se le escapa que un buen número de partidarios del Estado federal considera que hay que apoyar la opción independentista tácticamente para acabar forzando una negociación que, con cesiones a ambos lados de la mesa, pueda conducir a una España federal.

A pesar de que se había dicho con bastante frecuencia que, de facto, España era ya un estado federal, hechos importantes que se han producido en los últimos años ponen en cuestión esta afirmación, sobre todo en el ámbito judicial. No es objetivo de este artículo hacer un repaso de las características de los sistemas federales que encontramos en todo el mundo (más de un 40% de la humanidad vive en estados federales), pero no se nos puede escapar que Cataluña se encuentra en un momento de parálisis institucional y política donde lo primordial, ahora mismo, es la búsqueda de soluciones para salir de este callejón sin salida. Microsoluciones, si hace falta. Y la opción federalista debe estar sobre la mesa, indudablemente, porque probablemente sea la que pueda ofrecer un encaje territorial de Cataluña con el resto de las Españas basado en el respeto y el reconocimiento mutuos, la cooperación y la corresponsabilidad en la gestión de competencias, principios básicos del federalismo. Seguramente adaptar la legislación, y particularmente el bloque de constitucionalidad, a la realidad plurinacional de las Españas, pase por una reforma estructural que nos lleve a un Estado verdaderamente federal. Una reforma que, inexorablemente, pasará por una larga negociación política que lleve, obviamente, a su validación por parte de la ciudadanía de Cataluña.

Un primer paso debería pasar por la libertad de los líderes independentistas que se encuentran en prisión, bajo mi punto de vista acusados ​​injustamente del delito de sedición. La reciente suspensión del tercer grado de que gozaban por parte del Tribunal Supremo no hace más que entorpecer el diálogo y dar munición a los extremistas, a aquellos que no quieren solución, sino conflicto, a ambos lados. Son tiempos de soluciones, de generosidad y de altura de miras. Una vez los empeoradores han fracasado, hay que escuchar y dejar trabajar a los mejoradores. Porque estoy convencido de que los hay.

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