Otras miradas

Nuevo asalto en Grecia

Josep Maria Antentas

Profesor de Sociología de la UAB

Josep Maria Antentas
Profesor de Sociología de la UAB

Terminó la tregua postelectoral griega. Tras una especie de paréntesis temporal ilusorio a modo de armisticio falaz, la nueva tanda de recortes previstos y la huelga general del pasado día 26 muestran que la partida arranca otra vez. Estamos, seguramente, ante el inicio de una nueva oleada de luchas y de intensificación de las contradicciones sociales.

Después de las elecciones a tumba abierta celebradas el 17 de junio ya quedó claro que el gobierno de coalición de Samaras estaría abocado a profundizar la política de recortes. Quizá a lo sumo podría obtener un trato público menos arrogante por parte de la Troika, una escenificación menos humillante de la sumisión neocolonial de las élites político-financieras griegas, pero en ningún caso un cambio de rumbo ni una relajación significativa de las medidas de ajuste. El bulldozer de la austeridad seguiría avanzando implacablemente, triturando a su paso derechos sociales y dignidades personales y colectivas. Éste era el pronóstico de toda la izquierda política y social griega entonces. Y así ha sido.

La pérdida de poder adquisitivo con el hundimiento de salarios y pensiones, el desempleo, la destrucción de los servicios públicos con la sanidad al frente... constituyen los elementos principales de un cuadro de descomposición y pauperización social que se acentúa día a día bajo el shock prolongado de un ajuste estructural que parece no tener fin y del que el nuevo plan de recortes es sólo otro capítulo más, antesala del siguiente. La política de reducción del gasto tiene su correlato en un masivo plan de privatizaciones, cuyo objetivo pretendido es recaudar 19.000 millones de euros hasta 2015, y que constituye una inmensa operación de "desposesión social" de la riqueza colectiva para ser entregada a intereses privados y extranjeros. Un expolio organizado en toda regla en nombre de la deuda.

El gobierno de Samaras, a pesar de tener mayoría parlamentaria, es un gobierno débil, con baja legitimidad social. Esto no significa que vaya a caer fácil y rápidamente pero el fondo de crisis social y política persiste y se agrava.  La "Troika extranjera y la nacional", siguiendo la fórmula empleada por Tsipras, está lejos, lejísimos, de haber estabilizado la situación. Ni mucho menos.

Grecia vive una situación política contradictoria. El pueblo griego no está derrotado y no ha arrojado la toalla. Es consciente en cierto modo que la victoria es posible. Pero al mismo tiempo el cansancio es patente, tras años de dura resistencia y tras la agridulce sensación de haber tenido a tocar la posibilidad de aupar un gobierno anti-austeridad en junio.

Si se impone el cansancio y la desesperación serán las lógicas de descomposición social, y con ello el ascenso de la alternativa neonazi de Aurora Dorada (ya la tercera fuerza en los sondeos aunque lejos de Nueva Democracia y Syriza), las que prevalecerán. Si son la firme voluntad de resistencia y las ganas de vencer quienes lo hacen el escenario será el opuesto. De momento el 26S, con un importante nivel de seguimiento en especial en el sector público (enseñanza, sanidad, administración...) y manifestaciones considerables en varias ciudades, representa un paso en la buena dirección.

En tiempos míticos el pueblo ateniense vivió aterrorizado por el Minotauro. Hoy es todo el pueblo helénico quien sufre el terror despótico del insaciable Minotauro financiero, cuya oscura sombra desbocada se alarga por todo el Mediterráneo. Aunque de apariencia invencible el monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro fue finalmente abatido por el héroe Teseo, combinando valentía e inteligencia. El pueblo griego no tiene hoy héroes míticos. Él es el héroe colectivo, formado por millones de anónimos héroes cotidianos, de una tragedia al final de la cual ya veremos quien ríe y quien llora, si el capital o nosotros.

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