Los centros comerciales han tenido, como siempre, más previsión con la vuelta al cole con la venta de uniformes y material escolar desde agosto, que las propias comunidades autónomas, que hoy se reúnen con el Gobierno. En estos días de debates continuos sobre el tema, hay algunas cuestiones evidentes que hay que recordar:
El colegio no es el parque infantil de un supermercado donde dejar a los niños y niñas mientras hacemos la compra. El colegio es un centro educativo y punto. El profesorado no es el responsable de la conciliación familiar. Entre otras cosas, porque muchos profesores y profesoras son padres y madres y, además, también tienen a su cuidado a personas vulnerables o mayores en su hogar.
El profesorado, al que ha criticado mucho durante el confinamiento, ha afrontado jornadas con madrugadas incluidas adaptando una docencia al modo online en cuestión de días, con recursos limitados y con la presión de padres y madres exigiendo cuestiones que no estaban a su alcance. Muchos, insisto, docentes que son madres o padres y que impartían docencia online también con sus hijos en casa. Ese mismo profesorado advirtió desde mayo que había que hacer un plan coordinado para afrontar la vuelta al colegio, con aumento de plantillas.
Las peticiones del profesorado no se han atendido en todas las comunidades por igual. Resulta que no puede haber reuniones en un bar de más de diez personas pero sí aulas con 25 alumnos con solo 80 centímetros de separación entre pupitres porque el espacio no da más de sí. Las paredes no son elásticas, obvio. Aulas en las que hay una parte del alumnado que NO llevará mascarillas en un espacio cerrado durante horas.
Quienes se quieren limpiar las manos ante tanto despropósito señalan que en Dinamarca ha ido muy bien la vuelta al cole. Son los mismos que no indican que en Israel ocurrió todo lo contrario. Los mismos que no cuentan que las clases en Dinamarca eran de menos alumnos o con edificios aledaños a disposición del colegio para crear aulas auxiliares y permitir la reducción de grupos... Los que dicen con soltura "los profesores son unos vagos que no quieren trabajar y se inventan cosas mientras en Europa se ha vuelto sin problemas" anulan del debate la masificación de las aulas de antes de la pandemia y la falta de docentes pero sobre todo lo más importante: la situación.
La clave es el punto de partida. Dinamarca no tiene nuestras cifras de contagios, ni ahora ni antes. A comienzos de abril, abrieron de nuevo los colegios porque tenían 6.500 infectados y 300 personas fallecidas. En España, el 14 de abril había 172.541 contagios y 18.056 muertes. Con esos datos, algunas familias iniciaron una campaña en contra del Gobierno danés bajo el título "Mi hijo no es un conejillo de indias". Imaginen lo que harían esos padres en España con nuestras condiciones actuales. Ahora España es el país de Europa con mayor tasa de contagiados por Covid-19, por lo tanto los resultados que de estas experiencias se hayan tenido fuera de España NO sirven porque nosotros tenemos un peor escenario de base, con mayor riesgo de salud. Y el colegio no es solo dar clases, son actividades extraescolares, son las horas de recreo, son los horarios de comedor...
Fernando Simón apuntaba que la escuela debe ser presencial porque hay niños y niñas sin wifi ni ordenador propio. Muy de acuerdo, pero en una situación de pandemia y en plena era donde las competencias tecnológicas son la base de un trabajo futuro, un Estado debe también prever planes cuando la presencialidad sea imposible. De igual manera que se prevén los libros gratuitos, en aquellos menores en riesgo de exclusión o con familias de rentas bajas, el Estado debe garantizar su necesidad tecnológica para que todos puedan afrontar una docencia online en igualdad de condiciones.
Por último, repito, la conciliación familiar no depende del colegio. Los profesores y profesoras no son canguros, ni sanitarios que identifiquen si una fiebre es por resfriado o por Covid. La conciliación familiar dependerá de las empresas y de esto apenas se habla. Los profesores ya han señalado que llegarán menores enfermos a las aulas. Hace unos días, la periodista García de la Granja preguntaba en redes "¿alguien llevaba a sus hijos con fiebre al colegio antes del covid?". Claro que sí. Quienes tenemos cerca a los docentes sabemos con cuánta frecuencia ocurre y cómo eso provoca más contagios a otros compañeros y compañeras de aula. ¿Los motivos? El principal, que los padres no falten al trabajo porque si, además, falta alguien, ya sabemos quién afronta esa delicada situación en una gran proporción: las madres. Ahora con el Covid... ¿las empresas han pensado en eso? ¿Qué harán cuando un menor esté contagiado y los padres deban guardar cuarentena? Si tu hijo o hija se levanta con unas décimas de fiebre, solo tienes un sueldo y sabes que si faltas tu jefe te despide... ¿cómo pretenden que se eviten los contagios si tu empresa no te facilita nada? Ahora los padres no pueden dejar ya a los menores enfermos con los abuelos ni que estos pasen por el colegio a recogerlos. También hay madres (la mayoría) y padres solteros, no todo siempre "corresponsabilidad".
Septiembre no es solo la vuelta al colegio. Es también la vuelta al trabajo para aquellos sectores donde se impuso el teletrabajo. ¿Están preparados los espacios de trabajo para evitar contagios? Muchas empresas han establecido cursos de prevención de riesgos laborales por el Covid que se basan en que el trabajador cumplimente un test y poco más. Luego, mascarillas pocas, geles escasos, reuniones sin mascarillas o en espacios sin ventilación... ¿Han hecho las empresas también sus deberes? ¿Han consensuado las empresas cómo van a permitir la conciliación familiar? Hablemos de los colegios, sí, pero hablemos de las empresas y de cómo van a afrontar todos estos retos porque tendrán la llave del funcionamiento de la economía pero también, en una notable parte, de la prevención y evolución de los contagios y de que la conciliación en situaciones extremas sea posible sin sumar gente ni a los hospitales ni a la cola del paro.
Comentarios
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