Otras miradas

No nos sobran principios

Meri Pita Cárdenes

diputada de Unidas Podemos por Las Palmas, miembro de la Comisión Ejecutiva estatal de Podemos y representante de la candidatura 'En Canarias Podemos' que este jueves solicitó la suspensión de la 3a Asamblea Ciudadana Canaria.

Pablo Iglesias (c), Meri Pita (d) y Victoria Rosell (i), durante un mitin de Unidas Podemos en Las Palmas de Gran Canaria en octubre de 2019. E.P.
Pablo Iglesias (c), Meri Pita (d) y Victoria Rosell (i), durante un mitin de Unidas Podemos en Las Palmas de Gran Canaria en octubre de 2019. E.P.

Fue desde el principio que la gente de Podemos se reivindicó como parte de esa herramienta que permitía abrir las instituciones y dejaba entrar la voz de las calladas, de quienes sufrían en silencio las consecuencias sociales y políticas de esa gran estafa económica gestionada, a partes iguales, desde las plantas nobles de los rascacielos de las grandes empresas y las frías moquetas de los palacios del bipartidismo, una voz nueva que interrumpía de pronto los debates vacíos, tan lejanos de la ciudadanía, en unos medios copados por las machangadas del espectáculo hueco y los juegos de la corrupción y sus cloacas.

Fue desde el principio que las que hicimos nuestras las calles gritando democracia, las personas que entramos solas apenas en las plazas llenas, para salir del brazo de una ilusión compartida, de un ‘sí se puede’ rotundo y valeroso, reclamando otra forma de hacer política. Reclamando una nueva política, abierta a todas y a todos, como único camino por donde transportar las necesidades de una mayoría golpeada por el desprecio de tantos supuestos expertos, por el desprecio a nuestros derechos, a nuestros servicios públicos, a nuestra precariedad, a nuestra salud, a nuestro futuro.

Fue desde el principio que las que creímos en una organización que nos devolviera la ilusión después de tantos fracasos, tantas mentiras, tantas derrotas y tanta resignación acumulada, exigimos que fuera diferente, impecable, transparente. Exigimos nuevos modelos organizativos, estructuras abiertas, palabras honestas, rendiciones de cuentas de unos representantes que no se eternizarán en los mismos cargos, cargos que no se acumularan en los mismos nombres, debate, horizontalidad, transparencia, obligaciones y derechos.

Fue desde el principio que las que nos embarcamos para encarnar este proyecto, para darle nombres, voz, cariño y fuerza, exigimos primarias para todos los cargos, una forma de funcionar sin trabas ni avales, que todas las personas que tuviesen algo que decir pudieran hacerlo, que todos los cargos estuvieran al servicio del proyecto, de sus inscritos e inscritas, pero también de la ciudadanía que los veía, con derecho a aportar y a discutir, a juzgar desde la buena fe, a criticar desde la lealtad, a discutir desde el convencimiento.

Fue desde el principio que una nueva ilusión recorrió la política barriendo la resignación y haciendo sonar las alarmas de los consejos de administración y de los comités ejecutivos de los viejos partidos. Habíamos venido a hacer lo que decíamos y a decir lo que pensábamos. Sin hipotecas, sin miedos, sin prejuicios y sin excluir a nadie. Llamando a todo el que quisiera colaborar, a tantas y tantas trayectorias de trabajo honesto no atendido, a tantas palabras de reflexión profunda no escuchada, para hacer de cada rincón de este país un lugar a la altura de sus gentes.

Fue desde el principio que nos atacaron, nos insultaron, nos ridiculizaron, nos señalaron, nos calumniaron, inventaron todo tipo de mentiras para hacernos dudar de nosotros mismos y de nuestra fuerza. Pero desde el principio supimos responder con una sonrisa y con la verdad. Y nada hay más poderoso en política que una verdad y una sonrisa.

Fue esa gente, la que desde el principio nos trajo hasta aquí, la que siempre nos ha acompañado, la que hace apenas unas semanas puso ante nosotras un espejo y nos reclamó que fuéramos lo que somos, que nos reinventáramos para ser de verdad lo que somos, que no nos olvidáramos de dónde veníamos y el sentido de nuestro trabajo, de nuestro proyecto, del lugar abierto y fresco del que surge la fuerza que aún tenemos.

A las personas que estamos en Podemos no nos faltan principios claros. No somos ajenos al contexto, ni tampoco a los feroces ataques que buscan intoxicar un sistema y un partido que amenaza tan directamente sus sólidamente asentados privilegios. Pero los que buscan sobre todo es volvernos como ellos, cortoplacistas, desconfiados, encerrados en nuestros cargos, en nuestros despachos en nuestras estadísticas, buscando enemigos en cada palabra, en cada grupo, en cada debate. Sujetos al cálculo y al interés, acorralados ya por el recelo, enfrentados los unos con los otros, todas y todos contra nosotros mismos.

Es esa gente, la gente de Podemos, la que no lo quiere permitir, la que no puede permitir perderse en la desconfianza, en el insulto, en la oscuridad. No puede permitírselo porque si se lo permitiera ya todo daría igual, ya todo sería lo mismo, un proyecto más, un partido más, un voto más, otro cargo público... No pueden permitirse ser lo que no son, apoyar lo que no apoyan, defender lo que no defienden.

Es esa gente la que hace apenas unas semanas decidió dar un paso adelante y reclamarnos ser lo que somos, desterrar los caminos manidos y hacer de la Tercera Asamblea de Podemos Canarias una guía para el atrevimiento, un proceso para reclamar lo que es suyo, una antídoto contra el conformismo y, por qué no, un alto en el camino para la reflexión y la autocrítica, un alto en el camino en el que descubrir de pronto que da igual cuántas veces nos hayamos equivocado, cuántas veces no hayamos aprovechado la oportunidad, cuantas veces no hayamos hecho lo mejor y más pertinente... Que da igual, porque no habrá nunca una razón para no seguir buscándolo, diciéndolo, exigiéndolo.

Que había que construir una candidatura de abajo arriba, con liderazgos corales y decisiones horizontales, con un debate franco y empático abierto a todas y todos los que tengan algo que decir. Que había que enfrentarse al conformismo, a la sumisión, a la vergüenza. Que había que desafiar a los cargos que siempre piden tiempo, a los órganos que siempre piden calma, a los reglamentos que siempre piden paciencia.

Que había que volver a pedir lo obvio: transparencia, responsabilidad, apertura a una sociedad que nos contempla. Que eran nuestros principios, no los de una Dirección, no los de un Órgano, no los de una Secretaría. Que eran y son los principios de Podemos.

Pedimos elegir a nuestros representantes, pedimos limitar sus poderes y eliminar sus privilegios, pedimos la participación abierta de nuestros círculos, el reconocimiento de nuestros militantes y, en suma, la presencia decisoria de los que no son ni quieren ser cargos públicos. Y pedimos también un proceso transparente y con garantías, sin nada que esconder, sin nada que desconfiar, sin nada que reclamar.

Y después de pedirlo lo exigimos. Porque Podemos es nuestro, porque no tenemos que mendigar ser lo que somos, porque no somos lo que otros quieran que seamos. Porque, qué carajo ¡sí se puede!

Tal vez fue entonces cuando nos dimos cuenta de que pedíamos cosas que habíamos tenido: empatía, responsabilidad, control sobre el partido y sus dirigentes. Y sí, también auditorías externas que permitieran a la sociedad ver lo que hacemos. Y también censos conocidos que permitieran vernos a nosotros mismos. Y un proceso democrático intachable como el que exigimos en las demás elecciones.

Y créannos que creímos que recibiríamos una respuesta de nuestra organización, quizá un poco premiosa, quizá perezosa, anclada un poco ya en el fastidio de las organizaciones ya tan organizadas. Creímos que era necesario reclamar para avanzar, reivindicar para mejorar, exigir para hacer de Podemos una organización más fuerte, orgullosa del poder de su militancia, empoderada de su identidad rebelde y constructiva, un poco más consciente de su identidad.

Y es verdad que recibimos esa respuesta. Pero no fue la esperada. En vez de ofrecernos un nuevo proceso abierto y crítico nos respondieron con el apoyo expreso del propio Secretario de Organización a otra candidatura, en vez de devolvernos garantías le pusieron el nombre de nuestro Secretario General -de la persona que nos representa a todas y todos porque así lo hemos elegido- a otra candidatura, en vez de transparencia y apertura a la sociedad nos acusaron de 'traidores' por no conformarnos con confiar ciegamente en su burocracia.

Hemos debatido mucho qué hacer. Este es nuestro partido, este es nuestro proyecto, esta es nuestra legitimidad. ¿Tenemos que asumir esta manera de actuar de nuestros representantes? ¿Aceptar que nuestras legítimas peticiones de tener el partido que nos pertenece podía usarse para atacarnos, para convertir en traidores a los centenares de inscritos que la respaldaban? ¿Asumir ante nosotros mismos las dinámicas de una Secretaría de Organización incapaz siquiera de dar cauce a los mínimos requerimientos estatutarios de neutralidad?

Y decidimos que no. Que podíamos decir que no. Que desde luego que no. Que no podemos presentarnos en estas condiciones. Que no tenemos por qué convalidar tanta incompetencia, hacer nuestro su desprecio hacia la militancia, aceptar su prepotente displicencia. No.

Queremos, pedimos, exigimos un proceso transparente y con garantías. Y vamos a esperar a tenerlo. Queremos, pedimos y exigimos la suspensión de este proceso, y hacemos responsable de esta suspensión a la incapacidad política del Secretario de Organización para dar respuesta a las más básicas cuestiones que constituyen su responsabilidad ante nosotras y nosotros: organizar unas primarias transparentes, limpias y abiertas a la ciudadanía, alentar un debate limpio y honesto dentro de una organización viva y sana, mantener su lealtad orgánica ante las personas inscritas que le reclaman que cumplan con su obligación y a las que se han permitido insultar con insinuaciones por el solo hecho de hacerlo.

Aquí estamos, aquí seguimos y aquí seguiremos. En voz alta y con las manos abiertas. No nos vamos a ningún lado. Podemos es nuestro partido, Podemos somos nosotras y nosotros. Podemos es mucho más que unos cargos, unos nombres propios o un organigrama. Seguimos y seguiremos luchando por ese proyecto, con todas y todos aquellos que en Canarias y en el resto del Estado siguen creyendo que hay que seguir luchando, que no nacimos para convertirnos en aquello contra lo que luchábamos y que, quién lo iba a decir, ahora nos trata como a un adversario.

Aquí estamos, y no estamos solas. Vinimos a cambiar las cosas, no a conformarnos. Si en algún momento alguien pensó que podía callarnos buscando traidores, fabricando enemigos o esperando simplemente que nos volvamos a casa cargadas de la desilusión de su desprecio, es que no sabe de cuán lejos venimos, lo lejos que miramos y lo seguras que estamos de que sí se puede.

Más Noticias