Es cierto que cuando el cáncer pasa por casa te supera e irrita cualquier acción de imagen para quedar bien con la enfermedad. Quienes lo hemos vivido o quienes lo han padecido, lo saben. Cada año, cuando se aproxima el día del cáncer de mama, los medios y redes sociales se llenan de mensajes de color rosa, lazos, (supuestas) acciones en beneficio de la investigación, campañas donde famosas posan con su mejor imagen...
Las enfermedades, todas, entienden de clases sociales. Sí, también decimos que la enfermedad y la muerte igualan a todo el mundo pero en el proceso psicológico, en la evolución, en las condiciones de vida... no es igual. No es igual quien puede pagarse la peluca para mejorar su autoestima por la caída del cabello que quien no, no es igual quien está meses en listas de espera que quien no, no es igual estar pasando ese proceso en una habitación rodeada de personas que sola y con intimidad, no es igual tener a tu alcance los últimos productos para mejorar tu piel abrasada por la quimio que no tenerlos, no es igual que tu cama sea articulada cuando no tienes fuerza para levantarte que no tenerla, no es igual pasar un cáncer estando en paro o en precario y con miedo a perder tu trabajo que estar segura, no es igual apostar por investigaciones públicas contra el cáncer donde todo el mundo se beneficie que avances que queden para unos pocos... De esta forma, cada vez que llega esta fecha señalada hay fotos, frases, imágenes o campañas que escuecen, que duelen, que rebelan porque lo que ves, lo que escuchas y lo que se hace no es la realidad que vives cuando te toca pasar por el cáncer.
En este tiempo hay unas mujeres que están ocupando las redes sociales con un relato que combate ese discurso rosa del cáncer de mama, ese que aparece solo para sonreír en la foto y poco más. No tienen la repercusión de las influencer ni de algunas famosas que, pasando el cáncer, han dado una imagen distorsionada de la enfermedad donde todo parecía ir perfecto.
Y no, el cáncer es una mierda, es una putada de las grandes, es desgana, es vivir en una montaña rusa donde hay días mejores y otro que no son ni días, es la angustia de las esperas interminables antes de la revisión de la oncóloga, es no dormir la noche anterior pensando si las defensas están bien para ponerse la quimio, es hacer cola en la farmacia del hospital, es vivir en tu piel, en tus mucosas, en tu garganta, en tus brazos o en tu digestión cada uno de los efectos de los tratamientos, es el no poder abrazar a la persona enferma como quieres porque le dañas con el reservorio, es ver cómo se caen los platos de sus manos porque no siente los objetos de la quemazón que tiene, es el ver lo que tarda en crecer tu pelo mientras te comparas con esa famosa que tiene cáncer pero que está más "guapa" que tú...
Creo que estas mujeres, aunque no tienen tantas seguidoras, dan un ejemplo determinante, real y certero de lo que sí es el cáncer de mama. "A las señoras de las huchitas y sus pegatinas que estos días hacen su buena obra social, a las famosas de turno que van todas monas con sus turbantes, a los que estropean su ropa de marca colocándose lacitos rosas... Igual si votáis a favor de la sanidad pública, en vez de todo este postureo, no me pondríais de tan mala hostia este mes. #MenosLacitosYMásMedicos", dice @orballovolatil en Instagram, con una imagen más que elocuente.
También hay realidad en @yolanda_mes_clara que contrarresta su rabia hacia las campañas típicas de estos días con una imagen de su reconstrucción mamaria y advirtiendo que no es "un aumento de pecho, no es un ‘anda, tetas nuevas’". Mucho tiempo lleva @tocatelastetas mostrando su vida sin un pecho, mostrando la verdadera imagen de la mastectomía, o denunciando a las empresas que no ceden el 100% de sus beneficios a la investigación pero sí que aumentan las ventas con esa excusa del día del cáncer de mama...
A través de ella conocí también la iniciativa de @tetayteta con la propuesta del sujetador Lola. "De las 16000 mastectomías que se realizan cada año en España, solo se reconstruyen el pecho 4800 mujeres, y solo 1920 de manera inmediata. Es decir, cada año, 14080 mujeres empiezan una vida con una sola teta", dice en su web con datos oficiales.
Por ello, reclaman que la ropa interior también tiene que adaptarse con sujetadores de una sola copa que no obligue a las mujeres a usar prótesis, como con los sujetadores habituales. Porque ese momento en el que te pones un sujetador tras la mastectomía pero esa parte de tu cuerpo ya no está es un instante imposible de olvidar jamás. Desde su web, plantean el reto de que las grandes marcas de lencería se responsabilicen y confeccionen este tipo de sujetadores, porque son las olvidadas, porque el cáncer de mama forma parte del día a día y lo que se necesita debería estar disponible. Les ceden todo gratis, como los patrones. Son las empresas las que deben dar un verdadero paso al frente, con verdadero compromiso.
Mujeres como ellas y las que están detrás de estas comunidades no tienen el mismo impacto que las famosas en cuanto a cantidad de seguidores, pero superan en calidad y hermandad con sus testimonios, en su capacidad de compartir experiencias y en poner imagen y palabras a lo que viven, a los días algo mejores, a los días peores que quieren olvidar. Ellas no se callan, no ocultan nada del proceso, responden a las dudas que otras les plantean sobre la caída del cabello, sobre los tratamientos, sobre los efectos, sobre los sujetadores, sobre sus parejas y familias.
Todas han vivido el mismo miedo, todas han sonreído entre lágrimas en algún momento y todas saben que compartir experiencias reduce la angustia. No se conocen todas pero todas saben que van a una. No están todas afectadas de forma directa, pero sí indirecta o nos hacen conscientes de que mañana mismo podemos estarlo nosotras mismas. Saben que es duro lo que muestran en sus denuncias, pero mucho más duro es la enfermedad. Los medios tenemos que darles espacio a ellas y menos a las empresas que usan este día para hacer caja y luego se olvidan. Medios que hasta ahora han dado más espacio al marketing que arrastra el cáncer que a la enfermedad en sí. Ellas merecen ser escuchadas porque estas mujeres hacen un ejercicio de valor al exponer las imágenes que no se fotografían, las que la gente se tapa los ojos, y escriben las palabras que muchas personas no quieren leer. Pero ellas están porque esa es la verdad. Ya es la hora de dejarse de envoltorios y de mirar a la cara a estas mujeres y atender a sus demandas no solo hoy. Están aquí para que asumamos que el cáncer de mama es otra cosa.
Comentarios
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