Otras miradas

Día internacional contra el cáncer de mama, con permiso de la covid

Marta Nebot

Hoy el mundo entero mira a un cáncer de mujeres, con permiso de la covid y de los pocos hombres que padecen este cáncer particularmente femenino.

En el mundo, cada 15 segundos, se diagnostica a una mujer de este mal;  33.500 al año en España. La tasa de supervivencia aquí, a este cáncer concreto, es del 90%, hasta ahora. El número de mujeres fallecidas de esto cada año es 6.680; este cáncer, de media, tarda mucho más de un año en curarse.

Y digo hasta ahora, porque el Presidente de la Sociedad Española de Oncología, Álvaro Rodríguez Lescure, ha denunciado que durante el confinamiento se diagnosticó un 35% menos de cáncer. Así que el tiempo dirá cuantas bajas más hay que sumar a la estadística del virus que ataca a todas las patologías por el mismo lado.

Además, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ha elaborado un estudio que revela que una familia gasta de promedio 42.000 Euros en hacer frente a este cáncer. El estudio también señala que un 34%, más de una de cada 3 de las enfermas, ha perdido o dejado su trabajo a causa de la enfermedad; el 42%, casi una de cada 2, ha perdido casi todos sus ingresos y el 21%, una de cada 5, ha quedado en una situación económica severa. La pandemia, además, ha empeorado estas cifras:  este año el 50%, la mitad de las enfermas, ha perdido casi todos sus ingresos,  y el 30%, casi una de cada 3, está en situación económica de emergencia.

La AECC ofrece ayudas económicas en casos de extrema vulnerabilidad, ayudas para acceso a sillas de ruedas y otros materiales de apoyo, asistencia jurídica–laboral y alojamientos para personas afectadas que necesitan desplazarse de su residencia habitual para recibir los tratamientos. La mejor manera de informarse de todas estas ayudas es llamar al  teléfono gratuito 900 100 036, de Infocáncer.

Y dicho todo esto, aprovecho esta efeméride para sacar pecho, como dice su eslogan de este año (#sacapecho), por la victoria feminista gigantesca que supone el cambio de percepción y de trato que se ha dado a esta enfermedad en unas décadas.

En los sesenta las afectadas lo vivían con desconocimiento y vergüenza. En los 70 llegó la mamografía. En el 73 la publicación de "Our Bodies, Ourselves", por el Boston Women’s Health Collective. Después aparecieron proyectos educativos para enseñar a las mujeres a examinarse a sí mismas y defender la necesidad de una mejor atención médica. A todo eso se sumaron mujeres conocidas, que  comenzaron a hablar de sus experiencias con el cáncer de mama abiertamente; lo que permitió a muchas otras hablar de esta enfermedad silenciada, en aquellos tiempos. El lazo rosa llegaría en la década de los 90. La idea original la tuvo  Charlotte Hayley, una paciente de cáncer de mama que distribuyó ella sola miles de cintas de color melocotón en su comunidad, para concienciar sobre la importancia de la financiación para la prevención del cáncer. Este primer gesto llamó la atención de grandes empresas, que consiguieron una mayor difusión del mensaje. Aquel lazo rosa, ha hecho y sigue haciendo historia;  ésa que nos cuenta que la iniciativa personal y grupal puede cambiarlo todo.

 

 

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