Otras miradas

A cuenta del supuesto cierre de los colegios de la educación especial

David Crespo y Laura González

Maestros de Pedagogía Terapéutica en la escuela pública andaluza.

Os contamos de modo resumido lo que creemos que está sucediendo con este tema. Todo viene porque la Ley Celaá dice textualmente en uno de sus artículos lo siguiente:

"El gobierno y las administraciones desarrollarán un plan para que en un plazo de 10 años, de acuerdo con diferentes convenciones europeas, los centros ordinarios cuenten con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones posibles al alumnado con discapacidad. Las administraciones educativas continuarán prestando el apoyo necesario a los centros de educación especial..."

Pues eso es ni más ni menos lo que plantea la norma. Nadie habla de cerrar centros de educación especial, sino de iniciar un proyecto de inclusión educativa en el que se dote a los centros ordinarios de los recursos necesarios para atender, en la medida de lo posible, a todo el alumnado.

Actualmente en la mayoría del estado español se cuenta con diferentes modelos de educación especial, a saber:

  • A) Aula de apoyo a la integración para atender en periodos variables al alumnado en centros ordinarios. Es decir, este alumnado está integrado en su aula ordinaria la mayoría del tiempo y es atendido por el profesor especialista unas horas a la semana, (casi siempre estas horas son insuficientes, pero esto daría para otro escrito).
  • B) Aula de educación especial en centros ordinarios. Atiende alumnado con necesidades educativas especiales graves, que necesitan una atención más individualizada. El currículo se aleja mucho del ordinario, basándose en dar más autonomía, y con una ratio pequeña. Tienen experiencias de integración en aulas ordinarias en las materias que más les interesan a los alumnos y en aquellas que fomentan la socialización.
  • C) Centros específicos de educación especial: Se escolarizan alumno/as con necesidades educativas graves, que por sus características no pueden ser atendidos en centros ordinarios, ya que requieren de recursos personales y materiales específicos muy adaptados y particulares, que no se encuentran en los centros ordinarios

En primer lugar, habrá que ver si se lleva a cabo lo dispuesto en la ley o es sólo un guiño a la galería y a Europa. Dotar a los centros ordinarios de los recursos suficientes para atender al alumnado de los centros de educación especial es un reto considerable que requiere una ingente inversión económica, además de un fuerte compromiso educativo. En el caso de que eso se produjera en buenas condiciones puede suceder que exista un trasvase de alumnado de centros específicos a centros ordinarios. Y eso sería una gran noticia ya que estamos eliminando barreras, pudiendo compartir espacios y dando más visibilización y normalización a una de las partes más olvidadas de la sociedad. En la medida en que eso no se produzca con la suficientes garantías no se debería tocar ningún aspecto de la los centros de educación especial. Es más, incluso si se produjese habrá que ver si es necesario seguir manteniéndolos, posiblemente sí, como centro de recursos, tal y como recoge la normativa vigente. Todo depende de cómo se hagan las cosas y de cómo y cuánto se invierta. Y de si la sociedad española está realmente preparada para este cambio de paradigma y mentalidad, que nuestros alumnos merecen.

Cuando se puso en marcha el modelo antes citado de aulas de educación especial en centros ordinarios, muchos se llevaron las manos a la cabeza. Se decían cosas parecidas a las que ahora se oyen y por los mismos sectores. Se pensaba que se iba a "soltar" a ese alumnado en aulas ordinarias sin más ayudas. Nada de eso. A día de hoy esas aulas, aunque con sus más y sus menos son un ejemplo vivo de inclusión educativa, y se ha dotado de muchos recursos a los centros ordinarios (tanto materiales como personales) para tal fin.

Nuestra experiencia como profesionales no es otra que, si se dota de los recursos necesarios a la escuela ordinaria el alumnado con discapacidad podrá compartir momentos y experiencias en un entorno normalizado, alumnado con y sin discapacidad podrán retroalimentarse entre sí, enriqueciéndose de y desde la diversidad. No es solo mi experiencia profesional, diferentes estudios psicológicos y educativos así lo avalan. La cuestión es ¿Qué modelo educativo queremos? Detrás de cada modelo hay una mentalidad, unos valores unos principios.

Lo que no es tolerable es asistir a la política que se limita a difundir bulos. No se contempla en ningún lado cerrar nada. Y mucho menos sin tener garantías de que esas personas tienen todas sus necesidades cubiertas.

Quizá estén nerviosas la concertada y privada de la educación especial. Si se hacen bien las cosas (cosa que, repetimos, está por ver), es posible que muchas familias prefieran una escuela pública inclusiva y de calidad que centros aislados. ¿Es eso malo? No. ¿Eso puede perjudicar a determinados sectores del ámbito privado? Puede que sí. Piensen quien está detrás de las protestas. Ya les adelanto yo los sectores públicos no, y también existen los centros públicos específicos de educación especial.

A nivel más general se debe abrir un debate sobre la escuela concertada. No es justo que con dinero público se esté financiando una educación en muchos casos elitista y segregadora. Que cobra a las familias, aunque sea de forma encubierta y que empuja a que el alumnado de entornos más desfavorecidos acabe siempre en la pública, la escuela de todos, mientras con el mismo dinero público se financia una escuela que en muchos casos determina una clase social, creando así una falsa sensación de "elitismo". Tampoco es justo que unos tengan que pasar un duro proceso de oposiciones y otros sean elegidos a dedo.

Se llama eufemísticamente "libre elección de los padres", porque decir para "a cada tipo de renta un tipo de colegio", queda feo. Ojalá algún día se vaya por la senda del cumplimiento de los derechos humanos. Y solo se enarbole esa bandera. Y ojalá se entienda que eso, está reñido con determinadas políticas y planteamientos.

Hace tan solo un año, todos compartimos en redes sociales el discurso de Jesús Vidal tras ganar el Goya, "inclusión, normalización, visibilidad..." ¡hagámoslo posible!

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