Otras miradas

Filomena, una oportunidad para el arbolado de Madrid

José Luis Nieto

Concejal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid y coportavoz de Equo Madrid.

Ramas de árboles dañados por el paso del temporal Filomena en el Parque de la Fuente del Berro en el distrito de Ventas, en Madrid. R.P./Eduardo Parra
Ramas de árboles dañados por el paso del temporal Filomena en el Parque de la Fuente del Berro en el distrito de Ventas, en Madrid. R.P./Eduardo Parra

El paso de la borrasca Filomena por Madrid nos dejó hace ya más de un mes una copiosa y desconocida nevada que, además de ofrecernos bucólicas imágenes de la ciudad cubierta de un manto blanco, provocó grandes problemas, entre ellos un grave daño al arbolado de nuestras calles, jardines y parques. Un destrozo cuyo alcance todavía no se ha podido determinar con exactitud, ya que hay zonas pendientes de revisar como parte de la Casa de Campo. Sin embargo, según los datos del Gobierno municipal, hasta un 68 % del arbolado del Retiro, más del 64 % del de la Casa de Campo y en torno al 20 % de los árboles viarios han resultado afectados en mayor o menor medida, han sufrido mutilaciones traumáticas e, incluso, se han perdido para siempre.

Estos graves daños han tenido, a su vez, un impacto emocional en la ciudadanía, que siempre ha valorado la importancia y la necesidad de los árboles en una urbe como Madrid. Pérdidas que nos llevan estos días a emplear palabras como "catástrofe", "drama" o "tsunami" para referirnos a las consecuencias que este fenómeno meteorológico extremo ha provocado en miles de ejemplares.

Además de contribuir a embellecer y naturalizar la ciudad, los árboles son aliados de la humanidad en la lucha contra el cambio climático y para mitigar impactos como la subida de las temperaturas. La pérdida de arbolado que hemos sufrido en Madrid supone un gran paso atrás en la lucha contra la crisis climática y empeora nuestra calidad de vida, ya que los árboles absorben buena parte de las emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero que generamos con nuestra actividad cotidiana.

También aportan otros beneficios a la ciudad y sus habitantes, como la regulación de la temperatura, ya que proporcionan sombra, frescor y humedad; mitigan las "islas de calor" que sufrimos en unos veranos que cada vez son más cálidos y prolongados;  protegen de las inclemencias invernales y contribuyen a la mejora de la biodiversidad.

Cuando finalicen los trabajos de limpieza y retirada de las ramas y de los árboles caídos, tarea prioritaria para garantizar la seguridad de la ciudadanía que está todavía en desarrollo, es necesario y urgente acometer las medidas oportunas para recuperar los árboles de nuestra ciudad. Hay que sanar los dañados y enfermos y plantar los que sean necesarios para que Madrid pueda seguir siendo un referente mundial por su gran patrimonio arbóreo no solo en el presente, sino también para los disfruten en el futuro las siguientes generaciones.

Filomena ha sido un fenómeno meteorológico extremo y los científicos vaticinan que episodios como este serán cada vez más frecuentes como consecuencia del cambio climático. Las crisis nos permiten extraer nuevas enseñanzas para corregir o modificar algunas de nuestras actuaciones y evitar que sus consecuencias se reproduzcan en el futuro. Por eso, lo ocurrido en Madrid con el arbolado tras el paso de la borrasca nos ofrece la posibilidad de anticiparnos a lo que puede acontecer en materia medioambiental, supone una gran oportunidad para plantar hoy las bases del arbolado que queremos y tendremos en Madrid.

Es fundamental planificar ahora la masa arbórea del futuro, ya que buena parte de la misma no se verá ni se podrá disfrutar hasta dentro de unos cuantos años, incluso décadas. En este sentido, el Ayuntamiento ya dispone de dos potentes herramientas de planificación, el Plan de Infraestructura Verde y Biodiversidad y el Plan Director de Arbolado Urbano, que fueron desarrollados por el equipo de Inés Sabanés, actual diputada de Más País-Equo, en el anterior mandato municipal.

Para acometer la reconstrucción de la masa arbórea de Madrid también es imprescindible revisar aspectos como qué especies de árboles y arbustos plantar y dónde; cómo se gestiona el arbolado; cómo se poda y con qué criterio; cómo se mantienen sanos estos seres vivos en el ambiente hostil de la ciudad; cómo se forma y se especializa al personal encargado de estas labores; analizar si existe una plantilla de jardineros arboricultores correctamente dimensionada; y, por supuesto, cómo se implica a la ciudadanía en su cuidado.

Madrid debe afrontar el enorme reto de reparar el daño causado por el temporal aprovechando para mejorar la resiliencia de nuestro arbolado y los beneficios para sus habitantes. Filomena es una oportunidad para ello.

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