Otras miradas

Construir la Syriza española

Pedro Chaves

GiraldoAsesor Parlamento EuropeoRaúl García MartínSociólogo

Pedro Chaves Giraldo
Asesor Parlamento Europeo
Raúl García Martín
Sociólogo

Los memes que han circulado por las redes después del domingo dan cuenta de la tremenda alegría de la sociedad de izquierdas en España. Tenemos la sensación de haber golpeado a la derecha brutal y corrupta que nos ha gobernado durante estos últimos años. Y percibimos la perspectiva de un cambio que puede resultar histórico. Si la política es corazón y razón, en este caso las emociones se compadecen bien con los hechos.

El dato más relevante de estas elecciones no es solo y no es tanto, la derrota del Partido Popular y de sus políticas, sino la emergencia de un nuevo escenario político con posibilidades de convertirse en una plataforma de cambio significativo en las próximas elecciones generales. Había tres condiciones para abrir esa ventana de oportunidades al cambio: La primera, es que quedara constancia explícita del rechazo general a las políticas de austeridad y al gobierno que las ha protagonizado. Esa condición está satisfecha: el Partido Popular pierde más de dos millones y medio de votos, 10 puntos porcentuales, todas sus mayorías absolutas en las Comunidades Autónomas y perderá (eso se sabrá antes del 12 de junio) una buena parte de su poder municipal. El varapalo es histórico. El mejor resumen, las palabras off the record de Rita Barberá en la rueda de prensa posterior a las elecciones: "¡Vaya hostia! ¡Vaya hostia!".

La segunda condición era que se consolidase la crisis del bipartidismo y que, por lo tanto, se abrieran espacios para una alternativa y no solamente para la alternancia dentro del sistema de partidos. En este caso, el bipartidismo suma un 52% de los votos consolidando la tendencia a la baja ya vivida en las elecciones europeas.  Y sobre todo, el panorama político se abre con la irrupción decisiva de otras fuerzas que condicionan la política de acuerdos y pactos y que hacen muy complicado el juego de la alternancia vivida en España desde la transición, donde las terceras o cuartas fuerzas eran usadas para generar mayorías sin que, en el fondo, las políticas reales cambiasen significativamente.

En tercer lugar, era imprescindible que se visibilizara la representación del cambio: ¿qué actores están en condiciones de ser protagonistas de esa expectativa? En este caso el mensaje ofrece muchos matices y una perspectiva. Comencemos por decir que los resultados de Podemos han sido excelentes dada su condición de fuerza primeriza en estas lides. Sin duda alguna, estos resultados consolidan su emergencia y le convierten en referencia del cambio. Pero deberíamos convenir en que sus resultados no son suficientes para poder materializar en la práctica el enorme y urgente cambio social y político que la realidad demanda. Izquierda Unida, por su parte, se consolida en muchos lugares como un referente municipalista de izquierdas mejorando sus resultados respecto a los anteriores comicios y entra en crisis en su representación autonómica, con la honrosa excepción de Asturias. Los varapalos de Madrid y País Valenciá dicen de cuestiones que van más allá de las cuitas internas. Pero los votos de IU y Podemos dan cuenta de realidades que convergen pero que no son la misma cosa. Por otra parte, en lugares como País Valenciá, Illes Baleares o Navarra estas elecciones dejan la evidencia del crecimiento de fuerzas nacionalistas de izquierdas que recogen también el impulso de cambio y la rabia contra la austeridad y la corrupción. Es decir, no hay un solo sujeto político en condiciones de asumir por sí solo la perspectiva del cambio político y su dirección. Ése sería un enfoque muy equivocado del momento que vivimos.

Las candidaturas ciudadanas, que se han multiplicado por centenares en nuestra geografía, han conseguido excelentes resultados en todos los lugares, incluso en aquéllos en los que entraban en competencia con otras fuerzas de izquierda. En casi todos los lugares, igualmente, estas candidaturas mejoran los resultados conseguidos por las fuerzas de izquierda alternativa en las elecciones autonómicas. Parece que la sociedad de izquierdas ha señalado un camino.

Pero, como suele ocurrir, las condiciones no se cumplen siempre al gusto de nuestros deseos. El Partido Popular sigue siendo el partido más votado del Estado y no está escrito que el camino de los malos resultados vaya a durar hasta las próximas elecciones. Sobre todo porque el fenómeno Ciudadanos, aún quedando muy lejos de las infladas perspectivas demoscópicas previstas, ha cortocircuitado de manera eficaz la transferencia de votos entre bloques políticos (izquierda-derecha) y ha conseguido que el malestar de derechas se quede en la derecha.  El Partido Popular pierde 10 puntos y Ciudadanos consigue algo más del 7,5% de los votos.

El bipartidismo ha sufrido un serio correctivo y el escenario desdibuja su capacidad para ser referencia en el próximo periodo político. Pero aquí intervienen otros elementos que matizan cualquier aseveración concluyente sobre una crisis terminal del bipartidismo: el sistema electoral hace insostenible una situación de "tres o cuatro partidos estatales". Y, a fecha de hoy, el partido mayoritario a la izquierda de PP o C’s sigue siendo el Partido Socialista con una amplia ventaja sobre los demás (con todos los matices necesarios y obligatorios y sin olvidar que el PSOE es parte del bipartidismo y de las políticas neoliberales) Por otra parte, los datos hablan de una realidad política en la representación de la izquierda plural que van mucho más allá de Podemos o Izquierda Unida. La condición plurinacional de nuestro Estado ha dado lugar a la consolidación de un espacio de representación más allá de las fuerzas estatales y esto va a persistir y no debería ser pensado como un espacio competencial sino como un espacio de colaboración.

Hay otras opciones y alternativas, pero nuestra apuesta es por dar una oportunidad para construir la Syriza española. Una fuerza política fruto del encuentro de diversas tradiciones y experiencias; una formación que no sea el resultado de la asimilación de nadie por nadie, sino de un proceso constituyente en la izquierda alternativa que haga posible representar el entusiasmo por el cambio que se ha vivido en estas elecciones. Y, desde luego, serán parte fundamental de este sueño posible todas aquéllas personas y movimientos sociales que, sin estar encuadrados en ninguna estructura partidaria, luchan día a día en mil pequeños o grandes frentes, a lo largo y ancho del Estado, por construir un futuro mejor.

Creemos que es la puerta que hay que cruzar con decisión y con generosidad.

En el capítulo noveno del Proceso de Kafka, cuando el agonizante hombre del campo le pregunta al guardián: "Todos se esfuerzan por llegar a la ley; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?" El guardián comprende la condición terminal del hombre y le grita al oído con voz atronadora: "nadie podía pretenderlo, porque esta entrada era solo para ti. Ahora voy a cerrarla".

Esperemos llegar al final del camino con mejor ánimo y muchas más fuerzas que el pobre campesino y con capacidad de vencer la resistencia del guardián y del destino. Las amplias alamedas nos esperan.

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