Otras miradas

La Salud, una inversión de futuro

Pedro Casares

Portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, diputado por Cantabria, y Secretario de Ordenación Territorial, Vivienda, Infraestructuras y Transportes del PSOE

Varios sanitarios trabajan en la Unidad de Cuidados Intensivos de Coronavirus del Hospital de Galdakao (Bizkaia). EFE/ Miguel Toña/Archivo
Varios sanitarios trabajan en la Unidad de Cuidados Intensivos de Coronavirus del Hospital de Galdakao (Bizkaia). EFE/ Miguel Toña/Archivo

Cuando se cumplen 35 años de la Ley General de Sanidad, que sentó las bases de nuestro actual Sistema Público de Salud, comprobamos cómo desde aquel 25 de abril de 1986 en que se publicaba en el BOE la ley impulsada por Ernest Lluch, lo progresista y transformador que fue aquel paso, no solo desde el punto de vista sanitario, sino también desde una perspectiva social y económica.

Lluch lo tuvo claro cuando aseguraba que no cabían recortes en el sistema sanitario sino todo lo contrario, inversión, inversión e inversión para consolidar el Estado del Bienestar que empezamos a poner en marcha para generar condiciones de equidad entre la población española. Así, implantó la universalidad de la atención sanitaria, un eje del desarrollo de nuestro país, que décadas después, en 2011, formó parte del abanico de recortes en derechos con los que el Partido Popular gobernó España hasta 2018. Recortes que supusieron en esos años de gobiernos de Mariano Rajoy una década pérdida en inversión sanitaria en España. Mientras esto ocurría, el gasto sanitario privado no dejaba de crecer en nuestro país.

Hoy, tras la COVID19, nadie en España sería capaz de alzar la voz en defensa de los recortes sanitarios, pero no son pocos los que están demostrando con sus hechos en algunas comunidades autónomas que siguen primando los intereses privados en detrimento de la Sanidad Pública. Y todo ello a pesar de que el Gobierno de Pedro Sánchez distribuyó, entre las CCAA, 10.000 millones de euros para reforzar la Atención Primaria de manera prioritaria en la desescalada, aunque en algunos lugares como Madrid no sepamos aún el destino de la inversión. Lo peor es que, incluso cuando no tienen argumentos, son capaces de discutir que hay diversas formas de hacer frente a la lucha contra la pandemia y frenar los contagios cuando la realidad dice todo el tiempo que no es así.

La recuperación económica y social pasa por la recuperación sanitaria como paso previo e imprescindible para recuperar la normalidad. El Gobierno de España lo tiene claro y ha actuado en dos frentes a la vez. Por un lado, avanzando en la campaña de vacunación para lograr el objetivo de tener al finalizar el verano el mayor número posible de personas vacunadas y alcanzar un grado de inmunidad importante para poder progresivamente recuperarnos del impacto de esta crisis.

Y, por otro lado, trabajando desde el principio, y con sucesivas prórrogas acordadas mediante el diálogo y el acuerdo social, para mantener en el tiempo el escudo social puesto en marcha con instrumentos como los ERTE, los avales del ICO, las prestaciones para autónomos y ahora las ayudas directas. Un paquete de medidas que demuestra que, sin esa recuperación sanitaria, no habrá recuperación económica, pero que también demuestra que el Gobierno en ese objetivo de no dejar a nadie atrás, trabaja con el horizonte puesto en proteger a los sectores más castigados por la pandemia hasta que puedan recuperar la normalidad en su actividad.

Sin salud no hay economía ni hay progreso en sociedad, porque la evidencia de este terrible año ha demostrado que un enemigo invisible pero tremendamente peligroso como el SARS-CoV-2 ha paralizado países y economías enteras. Y sigue paralizándolo todo a la espera de poder recuperar la normalidad en cuanto avance la inmunidad del conjunto de la sociedad. Esto debe enseñarnos una lección de futuro, no hay recortes que valgan en Sanidad Pública, que es nuestra mejor fortaleza.

Por eso, debemos impulsar los cambios necesarios para que la salud sea siempre uno de los pilares donde se apoya el futuro de la sociedad y no pueda ser objeto de recortes por parte de quienes ostenten en cada momento el Gobierno. Si queremos una economía fuerte, una sociedad en la que acabemos con la desigualdad, debemos impulsar la inversión sanitaria porque es sinónimo de equidad, pero también de progreso y bienestar que son claves para el desarrollo individual y colectivo de la ciudadanía.

Invertir en salud es pues fundamental para reactivar también nuestro modelo económico y productivo y crear empleos de calidad. Lo es si apostamos por la ciencia sanitaria, por la investigación y la biotecnología y por todo lo que rodea a la Sanidad Pública. La Salud no puede ser entendida nunca como un gasto, porque lo que realmente ha sido, es y será, es una inversión. El Gobierno de España lo ha entendido cuando ha multiplicado por diez el presupuesto de Sanidad en los PGE de 2021. Ese es el camino.

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