Otras miradas

Perdidos en la inmensa... retórica

Artur Domingo Barnils

Historiador. Especialista en la obra y el legado de Gandhi

Perdidos en la inmensa... retórica
Imagen de archivo del exvicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras. EFE

El artículo que Oriol Junqueras publicó el lunes 7 de junio en el diario Ara, ha levantado polvareda en el mundo independentista, pero también en el panorama actual de la política estatal. Y no es por casualidad. Se trata de un texto trascendente que tiene repercusiones en el futuro inmediato de la política catalana y española. Lo es por el contenido, pero quizás todavía más por el contexto. El escrito contiene consideraciones que son, en mi opinión, bastante evidentes, otras más o menos discutibles y, sobre todo, una afirmación que se puede considerar desafortunada e intelectualmente innecesaria, pero que tal vez responde a alguna motivación concreta. Aun así, no es el objeto de este artículo especular sobre las motivaciones o sentimientos que han llevado al exvicepresidente del gobierno catalán a algunas de las conclusiones expresadas en su escrito.

Algunas de las afirmaciones expresadas por Junqueras que considero incuestionables son: "La conclusión es que debemos ser más; una mayoría incontestable, plural y transversal, que demuestre que gobierna bien y para todo el mundo, y que ponga en el centro de la agenda la resolución del conflicto político existente por vías democráticas." O bien: "la mejor vía para hacerlo, como siempre hemos defendido, es la vía escocesa. La vía del pacto y el acuerdo, la vía del referéndum acordado. Es la opción que genera más garantías y reconocimiento internacional inmediato." Y también: "Para convertirnos en un estado es imprescindible construir una gran mayoría en Cataluña, pero también hay que ganarse la legitimidad en todas partes." E incluso cuando declara que "nuestra respuesta tampoco fue entendida como plenamente legítima por una parte importante de la sociedad, también de la catalana." Son esas, consideraciones que, con más o menos matices, es difícil no compartir y que, además, es bueno que sean expresadas por una persona que asumió altas responsabilidades en todo el proceso que culminó el octubre de 2017.

Sin embargo, la afirmación que formula cuando escribe: "...Porque sabemos que otras vías no son viables ni deseables en la medida que, de hecho, nos alejan del objetivo que hay que lograr" resulta, cuando menos, desafortunada y desconcertante. Expresando con claridad que la vía que propone es la del diálogo y la de trabajar por un referéndum acordado, junto con todas las otras consideraciones que he citado, había suficiente. Tampoco era necesario manifestar lo contrario. Pero en política no se puede descartar --como tampoco hay que afirmar retóricamente-- ninguna vía que sea no-violenta y legítimamente democrática, como puede ser la de complementar el diálogo y el combate institucional con el ejercicio del derecho a la desobediencia civil no-violenta, por ejemplo. Es cierto que el artículo de Junqueras no lo excluye explícitamente, pero, cuando menos, su afirmación –sin más explicaciones ni matices-- genera desconcierto entre mucha gente que aspira a lograr el derecho a la autodeterminación. Y, seguramente, entre no pocos votantes de su propio partido.

Aunque el problema no es exclusivo de Oriol Junqueras. Hay una vieja y bonita canción popular --escocesa precisamente-- que habla de encontrarse "perdidos en el inmenso mar azul". Una parte de los dirigentes del independentismo catalán lleva demasiado tiempo perdida en la retórica, sin plantear un proyecto lo bastante claro y viable que conduzca inexorablemente al ejercicio del derecho a decidir, mediante un referéndum inclusivo y reconocido. La obsesión un poco infantil de hablar constantemente de unilateralidad, confrontación, confrontación inteligente o, más recientemente, de embate democrático, es una muestra de ese talante infantilizado de una buena parte de la clase política. Si es que deben producirse, de confrontaciones y de embates no se habla retóricamente, sino que se crean las condiciones para, llegada la ocasión, estar en condiciones de vencer. El deber de quien quiere liderar un proceso de emancipación o de mejora, ya sea en el ámbito social o en el nacional -o en ambos- es trabajar y hacer propuestas en positivo que llenen de legitimidad la causa defendida, y que ésta sea capaz de incluir al máximo número posible de la ciudadanía afectada, siempre abiertos a la solución menos traumática posible para todo el mundo y al diálogo, mejor que dedicarse a grandilocuentes expresiones belicosas que a menudo no expresan más que la propia impotencia.

Tal vez, en parte, por esa dinámica Oriol Junqueras se ha visto impelido a realizar esta manifestación tan poco afortunada, y todavía más en el contexto de la posible aplicación de unos indultos que tienen que ser bienvenidos si se producen, pero que no satisfacen los anhelos de quienes consideramos que el Estado, y especialmente el poder judicial, está aplicando una represión intolerable en términos democráticos.

El independentismo, y todo el soberanismo, tienen una gran tarea de clarificación por delante. La canción citada acababa bien, la tripulación llegaba a buen puerto, pero la realidad es más complicada.

 

 

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