Otras miradas

España, un imán para la comedia

Javier Durán

Guionista. Su perfil de Twitter es @tortondo

Uno de los efectos secundarios más graves que está teniendo la vacunación masiva son los bulos.

Después de acusar a las vacunas de introducirnos microchips, ahora le llega el turno al magnetismo.

Los conspiranoicos sostienen que las vacunas contienen más metales pesados que el cartel del próximo Mad Cool, y que convierten a las personas vacunadas en potentes imanes.

Esto ha provocado que las redes sociales se hayan llenado de vídeos de alumnos aplicados de Iker Jiménez pegándose en el brazo en el que les han pinchado, monedas, cucharas o tenedores; como si fueran el muestrario de cocinas guays de Ikea.

Incluso una sanitaria en Ohio intentó pegarse varias veces una llave al cuello frente a su Cámara de Representantes para intentar demostrar que la vacuna provocaba magnetismo; lo que pasó a continuación no os sorprenderá: un ridículo absoluto.

Los escépticos de la ciencia insisten, inasequibles al desaliento, en quedar en evidencia frente a la realidad de los datos, lo que en España ya se empieza a conocer como el "síndrome de Teo García Egea".

Lo más grave es que todas estas noticias falsas y bulos nos han hecho pasar por alto el verdadero efecto que sí que está provocando el magnetismo en muchos de los protagonistas de la vida política de nuestro país.

Empezando por el mismísimo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que desde que abrió la puerta al indulto a los presos del "procès", se ha transformado en ese imán colocado en la pared de la cocina donde acaban pegados todos los cuchillos, en su caso los que le están lanzando desde todas las derechas, las de fuera, pero también las de dentro de su partido.

Rosa Díez, en cambio, ha visto cómo su magnetismo ha disminuido significativamente, desde su debacle en UPyD su poder de atracción es inversamente proporcional a los insultos al gobierno de sus tweets, y ahora ha sido incapaz de juntar para una simple foto a las tres derechas en su convocatoria en Colón. Eso sí, su empeño ha venido a demostrar una vez más que los polos iguales, los ultra nacionalistas catalanes y españoles, se repelen.

Otros ejemplos del peligro del magnetismo son los de determinados políticos populistas, como Isabel Díaz Ayuso, por ciertos objetos metálicos: focos, cámaras o micrófonos; objetos que les provocan una atracción fatal, como la de las polillas a la luz, y que como hemos comprobado con sus últimas declaraciones sobre la firma de los indultos del rey, pueden hacer que, si no tienen cuidado, sus protagonistas acaben quemados.

Aunque el récord absoluto de magnetismo en España está actualmente en poder, valga la redundancia, del Consejo General del Poder Judicial. Sus miembros llevan imantados a sus sillas más de 900 días desde que su mandato debería haber concluido.

Con un súper poder digno de Magneto han conseguido mantenerse pegados a sus asientos y crear un campo de fuerza magnético que les permite incluso levitar por encima de los simples humanos y que resiste los "ataques" de sus archienemigos, los miembros de "Juezas y Jueces para la Democracia", que han pedido, infructuosamente, su dimisión en bloque para forzar la renovación del órgano de gobierno de los jueces.

Un Consejo General del Poder Judicial caducado desde el 4 de diciembre de 2018 y que, como los yogures, se siguen consumiendo años después de su fecha de caducidad, aunque el sentido común nos dice que después de tantos años, el producto ya no reúne las mismas propiedades que tenía.

Pero sin duda la personalidad española con mayor magnetismo de nuestra historia reciente es el rey emérito, famoso por la irresistible atracción que ha provocado durante décadas en la inmensa mayoría de políticos, empresarios y medios de comunicación españoles. Aunque donde alcanza el máximo de su potencia como imán es atrayendo el vil metal, sobre todo si es en forma de comisiones. Esta misma semana hemos sabido que Suiza ha descubierto una cuenta bancaria en Andorra vinculada a Juan Carlos I.

Su hijo, su majestad Felipe VI, también sufre una atracción innata por los metales, en forma de medallas. Su alteza tiene ya tantas chapas en el pecho que podría convertirse en el del medio de los gemelos Álcazar, los heavies de la Gran Vía.

Y por si fueran pocas, una medalla más acaba de añadirse a su medallero, que ya es sólo comparable a la extinta República Democrática Alemana de los tiempos del dopaje; esta vez ha recibido la primera Medalla de Honor de Andalucía, concedida por iniciativa súbdita y personal del presidente autonómico Juanma Moreno.

Una distinción extraordinaria que se concede por primera vez al rey por: "su trabajo, ejemplo de dedicación a la mejora de las condiciones de vida en nuestro país".

Otro ejemplo más que demuestra que algunas noticias son ya indistinguibles de un sketch de humor.

España es magnética, es un imán para la comedia.

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