Otras miradas

La UEFA en su 'chocita'

Anita Botwin

Vista del estadio Allianz Arena, donde juega el Bayern de Munich, iluminado con los colores de la bandera LGTBI, el pasado enero. REUTERS/Andreas Gebert
Vista del estadio Allianz Arena, donde juega el Bayern de Munich, iluminado con los colores de la bandera LGTBI, el pasado enero. REUTERS/Andreas Gebert

Últimamente el no tomar partido y no mencionar cuestiones políticas es la tendencia. No mojarse, no hablar con los vecinos aunque vayan a ser desahuciados o con personas a las que vemos perseguidas por la policía por el simple hecho de haber nacido en un país que no es el nuestro. La equidistancia como algo legítimo, el no mojarse como una manera de seguir manteniendo los privilegios y el statu quo.

La última en mantenerse de perfil ante el odio y la intolerancia, ha sido la UEFA. Asegurando que no se quería meter en política, que en realidad era no querer defender los derechos humanos, prohibió iluminar el Allianz Arena con la bandera arcoíris, apoyando así de facto a la política homófoba de Hungría. Este país de la UE, ha decidido legislar contra el colectivo LGTBI sacando adelante una ley que impide a los menores de edad acceder a información sobre este colectivo.

En concreto, se elimina toda materia referida a ellos y se prohíbe, entre otras cosas, hablar sobre homosexualidad en las escuelas. Varias ONG y colectivos han denunciado esta infame ley, como ha hecho Amnistía Internacional asegurando que al igual que la 'ley de propaganda' rusa, "esta nueva legislación estigmatizará aún más a las personas LGBTI y a sus aliados. Expondrá a las personas que ya se enfrentan a un entorno hostil a una discriminación aún mayor".

Ese silencio, ese dar la espalda a la carta universal de los derechos humanos, es ser partícipe de violencias y opresiones. Ya lo dijo Desmond Tutú, el arzobispo sudafricano pacifista y contrario al apartheid: "Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor". Y ahora se está eligiendo ese bando también cuando se compara a VOX con partidos de izquierdas, que luchan precisamente para acabar con estos discursos fascistas. Ese mantra se ha oído demasiado en los platós de televisión y ha calado hondo; tanto es así que a pesar de ser aquel un partido plagado de discursos de odio, se ha blanqueado y normalizado hasta el punto de permitirles que en campaña electoral atacaran a uno de los colectivos más vulnerables, los menores no acompañados.

No son tiempos para los derechos humanos y es preocupante la velocidad a la que estamos retrocediendo en cuestiones que parecían asumidas por la sociedad. Los mensajes de odio calan en las calles y en las redes sociales, aprovechando el descontento y la desafección generalizada de la población. Si seguimos permitiendo estos mensajes, si los voceros mediáticos siguen poniendo los micros y aplaudiendo sus vergüenzas, esa equidistancia, que es una manera de tomar partido, nos saldrá muy cara. Ya nos está pasando factura. Cada vez hay más agresiones homófobas y la violencia machista es una lacra que no parece tener fin. No olvidemos que detrás de estas hay líderes y responsables políticos, llenando sus bolsillos con dinero público.

Esta misma semana tenían también lugar las polémicas declaraciones de la directora de La Chocita del Loro, reconociendo la falta de paridad en su programación argumentando que "mucho del humor que hacen las mujeres es victimista o muy feminista". Como si el humor muy feminista fuera algo negativo o que no le interesara a nadie. Dándole la vuelta a las declaraciones podemos sacar en claro que en su local vende más entradas el humor muy machista, por bueno malo o regular que sea. Estas declaraciones, además de machistas, muestran lo lejos que estamos aún de conseguir la igualdad en cualquiera de los ámbitos de la vida y que como decía Isa Calderón en Twitter "la vida es la puñetera chocita del puto loro todo el rato".

Por ello, es momento de posicionarse, de tomar partido, de situarse al lado de las minorías y de las más oprimidas. Cuando estés en la barbacoa este verano, di no al odio; cuando estés en una cena familiar o de trabajo, no te cortes en decir no al machismo y al racismo; cuando oigas insultos contra un migrante, muéstrale tu apoyo. Tus actos, mis actos, sus actos, por pequeños que sean, pueden cambiar el mundo. Para que en un futuro podamos decirnos a nosotros mismos, que no formamos parte de la banalización del mal.

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