Otras miradas

¿Puede ser el Estado neutral ante las clases sociales?

Círculo de educación de la Revista Laberinto

Si partimos de que el Estado en sí mismo es neutral, es fácil atribuir las desigualdades existentes entre unas clases sociales y otras a la mala gestión de dicho Estado. Se confunde Poder de Estado y Aparato de Estado, o más bien, se considera sólo quién tiene el Poder de Estado obviando la existencia de la función del Estado. Se encamina así, una lucha por gobernar el Estado o por exigir y presionar al gobierno de turno para que haga una buena gestión. Esto lleva a los movimientos sociales a inmiscuirse en una lucha electoral o hacia la petición de reformas para un momento dado y para un grupo social determinado. Los análisis, por tanto, no pueden ir más allá de situar los problemas en la corrupción o la ineptitud de algunas personas.

Hay constantes reclamos a situar en el Gobierno a personas formadas y honestas, capaces de gestionar bien los recursos y que los distribuyan de forma justa. Sin embargo, cuando hablamos de Estado, estamos hablando de Estado capitalista. Un Estado que se viste de neutro, en el que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley y que protege a todas las personas por igual. Sin embargo, este Estado acepta y defiende con uñas y dientes la propiedad de los que tienen frente a cualquier posible ataque a esa propiedad de los que únicamente poseen sus manos. La igualdad que defiende es la permanencia y perpetuación de esta relación, pues aunque se tomen medidas de un carácter más o menos social, o gobierne un partido u otro, esta relación seguirá igual.

El Estado capitalista, no puede defender los intereses de todos los ciudadanos porque está creado para que los trabajadores sean utilizados para crear más y más riqueza y ésta sea acumulada por una minoría en proporciones cada vez mayores. Claro que esto no se presenta de esta forma, porque los gobernantes son elegidos por voto popular, porque existen servicios públicos, porque se dicen respetar unos "derechos humanos"... Pero pensemos, como se reclama desde muchos movimientos sociales, en un Estado que busque la igualdad de todos. Si la igualdad es verdadera, implica partir de las mismas condiciones, partir de lo único que tenemos como personas y que podemos utilizar para crear riqueza, nuestras manos y nuestro trabajo. No vale pensar en lo justo o injusto del reparto del pastel aceptando que, de entrada, unos son dueños del horno, de la harina, del azúcar, etc. y otros "simplemente" son los que han estado amasando y decorando la tarta. Aceptar eso, conllevará que los que tienen el
horno podrán comprar otros y contratar cada vez más personas que amasen, y el pastel se irá dividiendo cada vez de forma más desproporcionada. Habrá que preguntarse si los que reclamamos esa igualdad de "to dos" estamos dispuestos a luchar por una igualdad de verdad. Pues el dueño de todo no va a ceder sus privilegios fácilmente. La "paz social" está asegurada mientras no se toque la propiedad de quien la posee.

En toda esta lucha entre las diferentes clases sociales por conseguir sus propios intereses juega un papel
fundamental el Estado en favor de la clase dominante. Pero a muchos de nosotros nos cuesta ver el bosque, porestar dentro de él y bajo su "protección", porque el paraguas del Bienestar que ese Estado ofrece (sólo a unos pocos) nos cubre, por ahora.

El Estado "neutral" defiende las desigualdades sociales "naturales"

La mal llamada clase media (profesiones liberales, funcionarios del Estado, etc.), somos la que más creemos en el Estado capitalista como benefactor de todos. A ello ayuda que gran parte de esa clase trabaja para dicho Estado con mejores condiciones de estabilidad, ritmo de trabajo y (normalmente) salario que los trabajadores asalariados que trabajan en las empresas privadas. También que muchos de esos trabajadores proceden de extracción campesina u obrera y el hecho de que ellos hayan "ascendido socialmente", (aun siendo esto algo minoritario y circunscrito sobre todo a un periodo histórico concreto), les hace tener un análisis sesgado de la función de, por ejemplo, el sistema educativo. Toman la realidad de su clase social en el Estado capitalista como la realidad de toda la sociedad, obviando la situación real de otras clases sociales como la clase obrera y por tanto sus intereses.

En definitiva identifican su situación, sus problemas y sus intereses como los de todo el conjunto de la sociedad, ya que parten del concepto de ciudadano. Y por tanto cuando se expresan como clase creen que lo hace (por la no conciencia de su propia ideología) la sociedad (de ciudadanos).

Por poner un ejemplo, pareciera que la lucha por el Estado del Bienestar (Sanidad y Educación fundamentalmente) era la mayor preocupación de los ciudadanos. Pero el hecho de que en las manifestaciones de las mareas estuviesen poco presentes los obreros nos debería llevar a una reflexión más allá de la supuesta poca importancia que le dan a los servicios públicos los padres de los alumnos o los usuarios del sistema sanitario. Dicha realidad constata que sus problemas más graves y acuciantes no son esos servicios sino otras necesidades que algunos ya tenemos cubiertas.

Alguna ideología como la socialdemócrata habla de las desigualdades. Pero es esta misma ideología la que se encarga de desviar la atención o el análisis hacia el efecto en vez de hacia la causa. Centra la atención en la desigualdad en la distribución y no en la desigualdad con respecto a la propiedad de los medios de producción. De ahí que toda su oposición al liberalismo económico se base en que el Estado compense dicha desigualdad. Cuestión inútil pues el capital necesita para su reproducción cada vez una mayor explotación de las clases productivas, y esa es lo que no cuestiona y es imposible de compensar.

El aparato de enseñanza: ¿garante de igualdad? 

Un ejemplo de esa función del Estado, es la intervención de éste en la lucha de clases con el Aparato Ideológico de Enseñanza.

Más allá de falsas idealizaciones sobre la supuesta función del sistema educativo como compensador de las desigualdades, la realidad es que éste funciona de forma que esas desigualdades de origen se legitiman, mediante los títulos alcanzados, por una supuesta igualdad de oportunidades de los alumnos en dicho sistema. Como si dicho sistema no tuviese ninguna conexión con el resto de la vida de los alumnos.

En definitiva, el Aparato Ideológico de Enseñanza está diseñado para trabajar con ciudadanos, dándoles igualdad de oportunidades. Pero esos ciudadanos no pertenecen a la misma clase social y por tanto al educarlos igual el sistema mantiene su desigualdad de origen y la legitima como ganada.

Esto mismo se puede observar en el aparato político-jurídico (de forma evidente en los últimos años) con respecto a que el Estado, la justicia en este caso, sea igual para todos. En el papel es así, pero esas leyes, este Estado, están construidos para que, al aplicar toda esa teoría igualitaria a clases sociales diferentes, el resultado sea desigual, ya que no se tiene la misma posición dentro del Estado ni dentro del sistema productivo. No se tienen, por tanto, los mismos medios, ni las mismas relaciones sociales, económicas, laborales y políticas con el poder económico. Y es el Estado el que como instrumento aparentemente neutral defiende y está construido para defender esa desigualdad: la propiedad privada de los medios de producción.

Más Noticias