Otras miradas

Nuevos aires para Madrid

Juan Bárcena

Coordinador de calidad del aire de Ecologistas en Acción

Juan Bárcena
Coordinador de calidad del aire de Ecologistas en Acción

Madrid tiene un serio problema de contaminación atmosférica. Año tras año la capital rebasa diversos límites legales establecidos por la legislación europea de calidad del aire para distintos contaminantes. Especialmente preocupante es el caso de la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2).

Madrid presenta dos tipos de problemas en relación con este contaminante. Por un lado, al igual que otras grandes ciudades europeas, la ciudad vulnera sistemáticamente el valor límite anual de protección a la salud humana para NO2, establecido en 40 μg/m3 de valor medio anual. Esto quiere decir que la población se ve sometida todo el año a niveles malsanos de este contaminante (y esto, año tras año, a lo largo de toda la vida).

Por otro lado, Madrid también vulnera sistemáticamente el valor límite horario de NO2 (establecido en 200 μg/m3, valor que no debería rebasarse más de 18 horas al año), un límite legal impuesto para proteger a la población frente a los daños a la salud que provoca la exposición a altos niveles de este contaminante, aunque sea por cortos periodos de tiempo. Este segundo límite está relacionado con los episodios de picos de contaminación (la boina) que se producen recurrentemente en la ciudad. Episodios que tienen lugar bajo la influencia de factores meteorológicos (anticiclones con fenómenos de inversión térmica que limitan la dispersión de los contaminantes), aunque obviamente, el origen último de la contaminación no es la meteorología, sino el tráfico. Es importante recalcar que Madrid es una de las pocas grandes ciudades europeas que vulnera el valor límite horario de NO2.

La repercusión más importante de la contaminación por NO2 en Madrid tiene que ver con la salud. Según el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA, noviembre de 2015), se estima que anualmente se producen 5.900 muertes prematuras en España atribuibles a la contaminación por NO2, buena parte de las cuales corresponderían al área metropolitana de Madrid, donde se dan los peores registros. Otros estudios señalan que la contaminación atmosférica incide en la aparición y agravamiento de enfermedades respiratorias, enfermedades vasculares y cáncer, y que por término medio la mala calidad del aire provoca una reducción de la esperanza de vida de la población de entre dos y trece meses.

Pero además, los elevados niveles de NO2 de la ciudad conllevan problemas legales con repercusiones económicas. Madrid acumula ya seis años consecutivos (2010-2015) de incumplimiento de los valores límite legales de contaminación por NO2, que son de aplicación obligatoria en la UE desde 2010. Por este motivo, la Comisión Europea mantiene actualmente abierto un expediente de infracción, que tarde o temprano desembocará en la imposición de una cuantiosa sanción (para hacerse una idea, Londres se encuentra en una situación similar y los medios británicos estiman que la ciudad se expone a una sanción que rondaría los 300 millones de libras por cada año de incumplimiento).

Dado que la principal fuente de contaminación atmosférica en las ciudades europeas es el tráfico rodado, cualquier intento serio de mejorar la calidad del aire pasa por una disminución sustancial del uso del automóvil en la ciudad. Esto es lo que en mayor o menor medida se viene practicando desde hace más de una década en numerosas ciudades europeas: peaje de entrada al centro de la ciudad en Londres y Estocolmo; zonas de bajas emisiones en numerosas ciudades alemanas, política sistemática de reducción del tráfico en París, regulación restrictiva del aparcamiento en muchas ciudades, etc. Asimismo, numerosas ciudades europeas, como Milán o París, llevan años aplicando con toda normalidad protocolos de actuación frente a picos de contaminación que incluyen la circulación en días alternos de coches con matrículas pares e impares, gratuidad del transporte público, etc.

Madrid sin embargo se había mantenido al margen de esta corriente. Desde que hace quince años Ecologistas en Acción comenzó a hacer el seguimiento de la calidad del aire de la ciudad, asistimos a una estéril polémica con los sucesivos gobiernos municipales del PP. El problema de fondo siempre fue el mismo: la persistente inacción de las autoridades municipales encargadas de velar por una adecuada calidad del aire. Unos gobiernos municipales que sistemáticamente se negaban a reconocer el problema ("Madrid tiene la mejor calidad del aire que ha tenido nunca en la historia") y mucho más a aplicar medidas decididas encaminadas a reducir el tráfico ("Hay que dejar que los madrileños elijan el tipo de transporte, creemos en la libertad").

El nuevo gobierno municipal, surgido tras las elecciones de mayo de 2015, ha comenzado su andadura exhibiendo un enfoque diferente sobre el problema de la calidad del aire en la ciudad. Así, las actuales autoridades reconocen abiertamente el serio problema que supone la contaminación atmosférica para la salud pública y entienden que es su responsabilidad mejorar dicha situación. En consecuencia, desde la edición del día sin coches de 2015, han llevado a cabo el gesto simbólico de establecer, con carácter permanente, el corte de tráfico del Paseo del Prado los domingos por la mañana. Asimismo, han aplicado, por primera vez en la historia de la ciudad, medidas de control del tráfico ante las situaciones de picos de contaminación. Medidas que estaban contempladas en un protocolo de actuación que fue aprobado por la corporación anterior, pero que nunca se llegó a poner en práctica.

Para Ecologistas en Acción se trata sin duda de un buen comienzo, de pasos necesarios en la buena dirección, que llegan con un lamentable retraso a la ciudad de Madrid puesto que, en definitiva, no se ha hecho más que poner en marcha acciones que llevan muchos años aplicándose en otras capitales europeas y algunas ciudades españolas. En cuanto a la aplicación del protocolo anticontaminación durante los episodios ocurridos al final del año pasado, un aspecto relevante, más allá de la efectividad práctica que haya podido tener en la mejora de la calidad del aire de la ciudad, es la buena acogida que en términos generales ha tenido por parte de la ciudadanía. Esto demuestra que no está justificado el pavor que tradicionalmente han mostrado las autoridades públicas a la hora de implantar medidas de limitación del uso del automóvil. Por el contrario, la actitud mostrada por la ciudadanía indica que hay una cierta predisposición favorable para asumir cambios orientados a mejorar la calidad del aire que respiramos, que debería ser aprovechada por un gobierno municipal responsable, en beneficio de nuestra salud.

El próximo 1 de febrero entrará en vigor el nuevo protocolo de actuación frente a picos de contaminación. La diferencia con el protocolo aprobado al final de la legislatura anterior es sustancial. Aquel sólo planteaba medidas de actuación sobre el tráfico cuando ya se había rebasado ampliamente el valor límite horario de NO2 (exigía al menos dos días consecutivos con superaciones en dos estaciones de 200 μg/m3, o un día con valores muy superiores: 250 μg/m3), de manera que desde su concepción era una herramienta inútil para lograr el objetivo del cumplimiento del valor límite legal.

Sin embargo, el nuevo protocolo activará medidas de control del tráfico antes de que se alcance el valor límite horario (a partir de los 180 μg/m3 de NO2), medidas cuyo alcance se iría incrementando progresivamente si fuera necesario, y que se mantendrían hasta que se produjera una reducción significativa de los niveles de NO2 (niveles inferiores a 160 μg/m3). De la aplicación de este protocolo cabe esperar un efecto positivo en la reducción de la contaminación por NO2 en la capital, disminuyendo la duración e intensidad de los picos de contaminación, algo que se traducirá en un beneficio para la salud pública. El tiempo dirá si su aplicación permite lograr el objetivo de que Madrid deje de ser una de las pocas ciudades europeas que vulnera el valor límite horario de NO2, aunque es previsible que para ello hará falta ir mejorando progresivamente el protocolo, incorporando medidas más ambiciosas en el futuro.

Sin embargo, es evidente que tras la aprobación del nuevo protocolo quedará aún mucho camino por recorrer hasta alcanzar una saludable calidad del aire en Madrid. Al fin y al cabo, el protocolo no es más que una herramienta para tratar de encarar unas situaciones excepcionales, los picos de contaminación. Pero el verdadero reto es lograr una reducción sustancial de los niveles medios de contaminación, los del día a día, y esto sólo será posible abordando medidas estructurales encaminadas a reducir el uso del coche en la ciudad.

Por lo tanto, el siguiente hito que debe afrontar el gobierno municipal es la elaboración de un ambicioso plan de mejora de la calidad del aire, que sustituya al fracasado Plan de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid 2011-2015, cuya vigencia acaba de finalizar. Para ello, Ecologistas en Acción propone al Ayuntamiento de Madrid que impulse un proceso participativo de elaboración de un "Pacto Ciudadano por la Movilidad Sostenible en Madrid", que permita avanzar decididamente en la mejora de la calidad del aire y hacia una ciudad más habitable, involucrando a la ciudadanía.

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