Otras miradas

Quizá aún no estamos curados de espanto

Silvia Grijalba

Escritora

La actriz Amber Heard, antes de que el jurado dicte sentencia. - Evelyn Hockstein/Reuters

En el capítulo anterior de esta "serie"El guion más convincente de Johnny Depp  se advertía que el veredicto del jurado era, en cierto modo, irrelevante. Que lo importante en el siglo de la narrativa y los juicios paralelos en redes sociales estaba en eso: en construir una historia perfecta y manejar los hilos de los personajes, los titulares, los gestos y el vestuario. En esa entrega previa analizábamos los logros del relato y casting del equipo de Depp. Ahora, una vez sabido que el jurado popular ha considerado que Miss Heard es un 77% más culpable que Mister Depp en esto de difamar (15 millones de dólares debe pagar ella y 2 millones él),  parece que ha llegado el momento de analizar los fallos de guion que no digo yo que sean (o sí) los que le hayan hecho perder el juicio a Heard, sino que le han llevado a no conseguir el "comodín del público". El problema, desde la perspectiva de la imagen de la modelo, cantante y actriz texana y del actor y cantante bohemio, es que la gente no es que vaya con Depp, sino que está en contra de Heard.

Depp ha quedado magullado en el juicio. Hemos visto grabaciones hechas a escondidas por Heard de Depp pegando patadas a una nevera y destrozando una cocina; dormido con un tarro de helado resbalando por su vaquero roto de 3.000 dólares o manteniendo conversaciones con terceros en las que insultaba a Heard. Pero, en un efecto de una aparente torpeza considerable, todas esas "pruebas" aportadas por el equipo Heard quedaban en el subconsciente colectivo como la obra de una mujer fría y calculadora. Una arpía que quería reunir documentos gráficos para sacarle en el divorcio al pobre Eduardo Manostijeras un puñado de millones de dólares (en concreto fueron 7 millones  los que tuvo que pagar Depp).

Pero ¿por qué este juicio ha hecho que la gente deteste a Amber Heard? La respuesta fácil es decir que porque el equipo Depp ha sabido manejar los hilos.  Pero no, eso no ha sido lo fundamental. Por supuesto que ha influido que se repita hasta la saciedad la historia (no demostrada) de que Heard defecó en el lado de la cama de Depp para que se encontrara la sorpresa cuando llegara a casa o los videos de Elon Musk y James Franco en actitud cariñosa con Heard en el ascensor del hogar conyugal, cuando aún estaba casada con el Pirata del Caribe. Elementos, por cierto, que no tienen nada que ver con si lo que ella contó en el artículo de The  Washington Post era cierto o no. La infidelidad y el humor escatológico no te convierten en mentirosa. Pero todo esto se podría haber quedado en una anécdota si en el juicio Amber hubiera resultado más creíble y si sus abogados hubieran apostado por no sé, por ejemplo, presentarla como una persona muy querida, generosa, absolutamente alejada del papel de cazafortunas que el jurado y una buena parte de la sociedad se ha forjado de ella.

Heard quizá estaba tan segura de ganar que no se preocupó de seguir los dictámenes de ese espantoso refrán sobre la moralidad  de la mujer del César y la apariencias. Lo cierto es que ha conseguido que incluso sus testigos jugaran en su contra. En las conclusiones finales la cariñosa e implacable Camille Vasquez comentó que Heard no había logrado que testificara ninguno de sus amigos y que la única que le había defendido era su hermana. Recordemos que incluso ésta metió la pata contando que las cogorzas en la casa de los Depp eran comunitarias y diarias y también que su cuñado le dejaba vivir en uno de sus áticos sin pagar ninguna factura. El toque humano, esa pincelada emocional que tan bien supo aportar con sus testigos el equipo Depp, no apareció en ninguno de los de Amber. Ni su hermana le dedicó unas palabras de aliento.

Los invitados más llamativos por parte de la novia fueron precisamente dos expertos en salud mental. Una psicóloga que presuntamente tenía escrita su declaración y a la que la jueza pidió que no leyera mientras prestaba testimonio (ella hizo caso omiso) y un psiquiatra aparentemente trastornado, que sería una eminencia, pero del que únicamente recordamos que terminó gritando al abogado de la defensa (que era el que le  había emplazado) y sus extraños tics faciales.

Pero no quedan ahí los fallos de estrategia. El equipo Depp sabía que conseguir que una de las ex novias de su cliente subiera al estrado y declarara a favor haría que el juicio estuviera prácticamente ganado. El problema era que no las podían citar, a no ser que la parte contraria las nombrara. Pues bien, Heard, durante su relato de cómo agarró a Depp para evitar que él empujara a su hermana por una escalinata, dijo las palabras mágicas: "Cuando vi lo que estaba pasando me vino la imagen de Kate Moss y aquella vez que, en Bahamas, él la tiró por las escaleras". El simpático y elegante abogado idéntico a Walter Matthau  y la dulce y trabajadora Camille Vásquez saltaron de sus asientos, como si celebraran un gol. Dos semanas más tarde teníamos a la extremadamente chic Kate Moss, con su acento británico ("maaaaynaimeiss kateshmosh"), perfectamente maquillada para parecer natural, explicando que lo de las escaleras fue al revés: ella resbaló por la lluvia y Depp fue a salvarla. Añadió que él jamás la empujó, pegó o agarró. Ah, y también, que tuvieron una relación romántica. Puntualizó esta última palabra como diciendo "no como otras", en clara alusión a Ellen Barkin, que había explicado días atrás que lo que suyo con el actor había sido una relación sexual.

Este juicio nos deja con muchas dudas de estrategia, morales también. Pero quizá la esencial es por qué el equipo de  Heard no la ha defendido mejor. Las hipótesis pueden ser varias: quizá porque no tuvo tiempo, no hay que olvidar que Depp fue el que demandó y probablemente llevaba años construyendo el guion; quizá porque realmente lo intentó pero no supo (Heard echó a su publicista a las dos semanas de empezar el juicio). O no quiso. Es posible que la actriz considerara imposible que fueran a inculparla y por eso decidió mirar al jurado en sus respuestas y no al frente, recurrir a expertos (que luego no resultaron ser los más acertados) para avalar sus tesis y centrarse en aspectos meramente técnicos, no en caer bien. O todo a la vez. O, en una jugada magistral, quizá ella quería perder esta partida para atacar por otro lado.

De momento, Heard ha declarado que es insolvente y su abogada afirma que van a recurrir la sentencia. Pero da la impresión de que ni ella ni Depp van a recuperar su carrera como estrellas de Hollywood. El juicio ha dejado al descubierto cosas demasiado turbias. Aunque algunos crean que la exposición continua a la telerrealidad les ha inmunizado el alma parece que, afortunadamente, aún no estamos curados de espanto.

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