Otras miradas

Bojo, avergüénzate

Luis Moreno

Profesor Emérito de Investigación en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos (CSIC)

Bojo, avergüénzate
El primer ministro británico, Boris Johnson (izquierda), y el canciller del ducado de Lancaster, Stephen Barclay (derecha), parten para las preguntas de los primeros ministros en el número 10 de Downing Street en Londres, Gran Bretaña, el 8 de junio de 2022.- EUROPA PRESS

Boris Johnson no conoce la vergüenza política. La vergüenza común delimitadora de decencia e indecencia es igualmente inexistente en su código de conducta personal. Apuntala su reputación como mentiroso compulsivo en la peligrosa deriva agresiva del nacionalismo inglés post-Brexit. El antieuropeísmo británico, que él representa, culminó con el mínimo voto favorable a abandonar la UE en el referéndum del 23 de junio de 2016.

BoJo, como se le conoce en los mentideros coloquiales de la pérfida Albión fue el campeón del Brexit, aunque su convicción fuese mayormente de carácter instrumental. El Brexit ofrecía una causa ‘heroica’ para preservar el viejo principio de ‘Britannia rules’ (Inglaterra manda). Por encima de cualquier otra consideración, Boris Johnson es un gran mentiroso que ha sabido utilizar hábilmente la propagación de fake news para acrecentar su ventaja populachera. No ha dudado en distorsionar los hechos para anular propuestas alternativas en las peleas mediáticas y en las redes sociales. Baste mencionar la alusión de Boris Johnson al revólver de la UE en las negociaciones del post referéndum. En la ruleta rusa negociadora entre Reino Unido y la Unión Europea, Bo Jo mentía diciendo que el revólver comunitario estaba cargado y preparado para disparar y romper al país británico.

BoJo es un figurón político adalid de los viejos tiempos en los que el sol no se ponía en los dominios imperiales británicos. Y sus conciudadanos son súbditos a los que hay que engañar cuanto sea menester con el fin de mantenerse en el poder. Se dirá que la situación es similar en otros países y latitudes. Pero es un farsa pretender ofrecer el ejemplo del ‘juego limpio’, el fairplay que algunos apologetas asignan a la cultura política anglosajona y, en particular, inglesa. O sea, rubbish (sandeces).

Sucede que, tras el referéndum del  Brexit, ‘Britain has discovered what it is like to be governed by the British Empire’ (Gran Bretaña ha descubierto lo que es ser gobernada por el Imperio Británico). Es decir, el caos. Solo los capitales peregrinos de los países de la Commonwealth que se refugian en la City londinense permiten sobrevivir a la economía británica y promocionar la engañifa de la épica del superpower que gozó el Imperio Británico después de Waterloo. Poco importa que tras el Brexit el icónico bulldog se haya convertido en un perrito faldero (lap dog) del Tío Sam. Todo haya sido por ganar protagonismo en el concierto mundial de los países, pese a la monstruosa desnaturalización de tratar de castrar su europeísmo genético.

Para dar rienda a sus ensoñaciones, Bojo y sus secuaces cuentan con un arsenal nuclear (submarinos Trident), celosamente guardado en las costas escocesas en la base de Faslane en la desembocadura del río Clyde. Últimamente se habla mucho de guerras nucleares, ¿verdad?

A Boris Johnson no le quieren sus propios correligionarios. Así lo expresaron un 40% de los  Comunes que votaron en su contra en la última reunión parlamentaria de los conservadores en Westminster de hace unos días. ¿Qué pensará el muy respetado conservador Kenneth Clarke del lamentable espectáculo que ha protagonizado en los últimos tiempos Bojo con sus borracheras en el 10 de Downing Street? ¿O en su indigna actitud de negar la evidencia de sus orgías alcohólicas mientras los enfermos del Covid se morían a miles en los hospital del NHS?. Recuérdese que el Reino Unido se mantiene como el país ‘grande’ con más fallecidos por Covid-19 en Europa, superando los niveles de España, una vez se introduce el coeficiente corrector demográfico.

Para contrarrestar su impopularidad, y logar mantenerse en la poltrona de sus celebradas cogorzas como premier en los próximos dos años y medio, BoJo recurrirá al enfrentamiento con la UE. Es la vieja puesta en escena de la ‘teoría del enemigo exterior’. Bruselas será culpabilizado de los males internos británicos, y se enfrentará las autoridades comunitarias para superar sus dificultades políticas y las de sus menguantes partidarios en el Tory Party. BoJo perseguirá una modificación unilateral del acuerdo que había alcanzado (y firmado) con la UE para pautar su retirada de la UE y establecer un marco básico de relaciones bilaterales. Y ello afecta al muy delicado asunto de la frontera norirlandesa. Johnson propondrá la eliminación del asunto del backstop, o salvaguarda para evitar una frontera ‘dura’ entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.

Propondrá, por la vía de la aprobación de una ley en la Cámara de los Comunes en Westminster y de otros ‘hechos consumados’, que Irlanda del Norte forme parte del espacio común comunitario en condiciones diferentes al resto del Reino Unido. Ello puede suponer un conflicto abierto a hostilidades mutuas imprevisibles. Muy probablemente, el iter parlamentario de la nueva ley desafiante de los Protocolos del Brexit podría durar un año. Johnson lograría, así ganar tiempo y mostrar a los unionistas norirlandeses un postura de apoyo a su sectarismo en las negociaciones que mantendrá con la UE.

Recuérdese que el primer efecto colateral grave de tal curso político podría producirse con respecto al esfuerzo conciliador que supuso el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 (Good Friday Agreement), el cual fue un hito para lograr la paz en la ‘isla esmeralda’ frente a un porvenir de destrucción que parecía encallado irremisiblemente. Todos los partidos importantes de ambas facciones religiosas y políticas, a excepción del DUP (Democratic Unionist Party) que ha venido prestando sus preciosos votos en Westminster a los gobiernos conservadores, dieron su apoyo al cese de la lucha armada. Pero los terroristas del IRA (Provos, principalmente) y los lealistas paramilitares (UVF, UDA/UFF, ‘luchadores por la libertad’ en el protestante norirlandés) no desaparecieron de la noche a la mañana y sus actividades políticas se mantienen latentes y amenazantes.

El Acuerdo de Viernes Santo puede convertirse en un Desacuerdo de Viernes de los Dolores. Y con esa intención, BoJo intentará hacer de Irlanda su próximo Brexit político. ¿Vendrán de nuevo los ‘Troubles’ con la muerte fratricida entre irlandeses? Volveremos sobre este asunto en un próximo artículo.

En el entretiempo, avergüénzate BoJo. Y desaparece...

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