Otras miradas

Vuestro abrazo no es “El abrazo”

Ángel Requena Frail

Militante de Podemos

Ángel Requena Frail
Militante de Podemos

Albert y Pedro, vuestro abrazo nunca debió hacerse delante de El abrazo de Juan Genovés. ¿Acaso no pensasteis que a algunos casi nos iba a doler más el marco inapropiado que vuestro acuerdo en sí? Los acuerdos de intereses deben combatirse políticamente pero no debisteis herir sentimientos.

No os supongo tan ignorantes como para desconocer la historia del cuadro. Con el tiempo El abrazo se ha convertido en el paradigma de una Transición modélica e idealizada. Pero vosotros sois líderes políticos, tenéis gabinetes de asesoramiento, y no deberíais de contribuir al engaño.

Genovés, entonces militante comunista, pintó El abrazo en 1976, en un momento que el dictador ha muerto pero las libertades siguen ausentes. Los partidos siguen sin legalizar. Y lo más significativo: las cárceles continúan llenas de presos políticos y los exiliados sin pasaporte. El abrazo no representa la reconciliación de los españoles, es el recibimiento a los presos liberados, al amigo, al camarada. No es el abrazo de Bergara entre dos bandos, entre generales enfrentados pero colegas. Cuando los personajes de la pintura se funden cariñosamente están mostrando la alegría de la amnistía. El abrazo forma parte de la campaña por la amnistía de los presos y exiliados políticos. Los artistas plásticos de izquierda donaban obras para obtener fondos. Conservo el cartel que vendíamos para ayudar a las familias de los presos.

Albert y Pedro, vuestro pacto ha sido inteligente. Ambos salisteis derrotados el 20 de diciembre y os habéis reforzado haciendo de buenos,... pero os habéis pasado queriendo retorcer la historia. No necesitabais sacralizar vuestro acuerdo. No sois herederos de la concordia ni deberíais hacer apropiación de ella. Jugad vuestras cartas sin trampas.

Quizá sea muy sensible. Me sentí muy ofendido al veros con el cuadro como fondo. En los últimos años de la dictadura fui clandestino entre los clandestinos. Mi modesta tarea era imprimir la prensa ilegal: manos manchadas de tinta y cortadas por el papel. Para formar parte del aparato de propaganda debías renunciar a todo contacto con tus antiguos camaradas, fingir que te retirabas y que les dejabas, que desistías de la lucha. El consuelo era los propias papeles que no redactabas pero si editabas. En todos esos papeles aparecía como primer objetivo sacar a los presos políticos de las cárceles (delante de mí tengo el Mundo Obrero de 1975 con portada Se acabó Franco, que fue la forma de anunciar la larga agonía del dictador). El abrazo mostraba que no olvidábamos a los que habían luchado, que para nosotros eran lo más importante e irrenunciable. Con amnistía podía haber reconciliación.

La Transición estuvo plagada de renuncias y no fue un cuento de hadas. Muchos las aceptamos convencidos de que la libertad de nuestros presos y las libertades lo merecían. Pero no nos engañamos haciendo de la necesitad virtud.

Hemos sufrido tantos agravios y tantas faltas de respeto intelectual que dejaba pasar una más. Indignado e impotente una vez más.  Pero llegó a mis manos el libro Perdidos de mi amigo Pepe Roca. Una crónica de los relatos mitificados de los triunfadores, de como cada gobierno reconstruye la historia a su conveniencia. La verdad sufre. Quizá por ello la ficción es más real que la realidad reconstruida y pervertida. Nos queda la palabra.

Pedro y Albert, El abrazo no os pertenece. Se lo ganaron Luís Lucio Lobato, Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius o al Cura Paco entre muchos. Vuestro acuerdo no debió escenificarse en ese lugar.

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