Otras miradas

De cómo sumar sin dividir

Roberto Uriarte

Profesor de derecho constitucional y diputado de Unidas Podemos

De cómo sumar sin dividir
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz (c), durante el primer acto de Sumar, en Matadero Madrid, a 8 de julio de 2022, en Madrid (España). EUROPA PRESS

Si juntamos unos cilindros, unos pistones, unas válvulas, una culata, etc., no tenemos un motor; tenemos sólo la posibilidad de un motor. Porque un motor no es sólo un conjunto de elementos; es un sistema; y no se arma con sólo acumular sus piezas. En política, las cosas son aún más complejas, porque sumar piezas, no siempre suma. A veces suma, otras, resta; a veces, incluso, multiplica o divide. En todo caso, el mero hecho de sumar no garantiza nada. Depende de muchos factores, desde el funcionamiento del sistema electoral, hasta la forma en que se articula el proceso de suma.

Tanto en mecánica como en política, la operación de sumar puede tener un resultado multiplicador, si el conjunto se articula en forma de sistema. Para ello se requieren dos condiciones: que cada una de las piezas juegue el rol que le corresponde y que todas ellas estén coordinadas. La segunda de las condiciones es evidente, pero la primera suele olvidarse. Si juntamos un grupo de buenos cantantes no tenemos necesariamente un buen coro. Es evidente que hace falta una batuta que los coordine; pero también que no todos jueguen el mismo rol; que cada uno de los miembros conserve el suyo. Si se pretende que todos fuercen el mismo registro, la cosa no funciona.

Cuando surgió Podemos, la frase "pasar de la protesta a la propuesta" sintetizaba muy bien el espíritu de una fuerza que pretendía salir de la zona de confort tradicional de la izquierda dogmática y crear una fuerza laica capaz de disputar la hegemonía social desde la gestión de espacios de poder. Las escisiones sucesivas de aquel espacio han ido acentuando uno de aquellos dos componentes, la protesta o la propuesta, el perfil más impugnatorio y el más propositivo, el que incide en la importancia de ser valiente y no callar las verdades y el que resalta más la virtud de saber escuchar a las mayorías sociales.

No nos enseñaron bien la dialéctica y así nos va. No se trata de que uno de los componentes se imponga al otro; tampoco de hallar un punto de equilibrio. Se trata de profundizar en ambos a la vez. Para un sistema, para cualquier sistema, la desdiferenciación es tan peligrosa como la descoordinación. Un buen sistema se consigue ensamblando adecuadamente piezas y que estas ejerzan roles diferenciados. Sumar requiere que cada parte aporte su mejor talento: quien sabe impugnar, impugnación; quien sabe escuchar, escucha; quien sabe proponer e ilusionar, propuesta e ilusión; quien sabe gestionar, gestión. No hay buen guiso sin mezclar componentes diferentes en dosis adecuadas. El conjunto debe ser armonioso, pero cada componente debe mantener su sabor. ¿A quién le gusta esa ensalada en la que todo sabe a pepino?

Bueno, ya sabemos el guiso que queremos. Ya sólo nos falta saber cómo prepararlo. ¿Cómo le explicamos a cada componente cuál es su papel? Ya hemos visto en Andalucía todo lo que no hay que hacer: que no se pueden obtener buenos resultados implementando malos procesos, ni empezar a negociar acuerdos sin haber consensuado previamente las condiciones del proceso, las garantías, las mediaciones, los cortafuegos, las formas de recomposición de eventuales desencuentros. Hay que crear un clima previo, unos canales de comunicación que limiten las inevitables suspicacias, que transmitan calma, que aclaren dudas, que generen confianza, que transmitan adecuadamente la información necesaria, que apaguen los fuegos antes de que crezcan. Nos espera un examen muy duro, pero no está escrito que no vayamos a sacar una nota magnífica. Hay seis millones de votos ahí, a la vuelta.

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