Otras miradas

Ángel Martín en la barra del bar

Nagua Alba

Psicóloga. Exdiputada en el Congreso de los Diputados

Ángel Martín en la barra del bar
Ángel Martín durante su informativo matinal

Probablemente queden pocas personas que no hayan visto el vídeo de esta semana en el que Ángel Martín renuncia a hacer su "Informativo matinal para ahorrar tiempo" y decide cambiarlo por una furibunda arenga en la que expresa su enfado porque llevemos dos años teniendo que hacer "un pequeño esfuerzo" cuando son los políticos, y no "los de abajo", los que deberían hacer dicho esfuerzo. Su reflexión, a primera vista puede parecer simplona y cuñadil, pero en realidad es síntoma de algo bastante más complejo. De hecho, no hay más que ver el tremendo debate que ha generado en redes sociales entre quienes comparten su indignación y defienden el vídeo como hooligans y quienes lo acusan de ser la reencarnación del mismísimo José Antonio, con un amplio abanico de reacciones intermedias. En todo caso, está claro que la píldora de tan solo dos minutos, no deja indiferente a quien la ve.

Y es que Ángel Martín sabe identificar y describir a la perfección el estado anímico imperante en la mayoría de la población ahora mismo. ¿Quién no se levanta últimamente tan "cabreado" como él? ¿Quién no tiene la sensación de que ya no puede con más desastres, crisis económicas, guerras e incertidumbre...? Hace poco se publicaba el informe Digital News Report 2022, que contaba que la gente es cada vez más selectiva en lo que respecta al consumo de noticias, el 35% de las personas en España elige no ver determinadas informaciones porque les resultan deprimentes (yo misma he dejado de escuchar las noticias mientras como, porque me da acidez). Claro que estamos hasta el moño, la vida se ha vuelto bastante ingrata y cada día más difícil de ser vivida. El riesgo del vídeo no está en diagnóstico que hace, sino en que su conclusión, muy al estilo barra de bar, es algo así como: "el problema es la política, que no sirve para nada, pues ahora me enfado y no respiro". Ahí está la clave: se confunde de enemigo y además, anima a desistir.

El discurso antipolítico es siempre fácil de construir y aún más fácil de propagar, conecta rápido con la audiencia, sobre todo cuando el enfado y la incertidumbre son generalizados, porque nos apela directamente y lo hace desde lo emocional. Es perfectamente comprensible que el "informativo" de Ángel Martín fuera trending topic durante horas y haya acumulado ya más de dos millones de reproducciones, porque está diseñado con gran acierto en términos comunicativos, y eso es precisamente lo que lo hace peligroso. Con esto no quiero decir que el cómico forme parte de una especie de conspiración malvada para que España se vuelva fascista de un día para otro, lo más probable es que no haya hecho una reflexión muy profunda y solo esté intentado conectar con el malestar de su público y hacer algo con potencial para ser viral, nada más allá. Pero con intencionalidad o sin ella, el mensaje que traslada sí que va más allá, porque se olvida de señalar a quienes tienen mucho más poder que los políticos y además se están lucrando a costa de nuestro sufrimiento (¡hola, Iberdrola!) y también genera desapego, un desapego que siempre es enemigo de la democracia y de la conquista de derechos.

Entre quienes defienden el discurso de Ángel Martín, hay quien ha reprochado a sus detractores que ahora sean críticos con un razonamiento que era precisamente en el que se apoyaba el 15M. Yo no podría estar más en desacuerdo. Más allá de que el contexto actual no tenga nada que ver con el de entonces tras el fin del bipartidismo y con la amplísima diversidad en lo que a representación institucional se refiere (porque no, lo siento, no todos los políticos y políticas son iguales), ese vídeo representa justo lo contrario de lo que ocurría en las plazas. Ángel Martín reniega de la política, y lo que hizo el 15M fue reivindicarla. Quienes acudían (acudíamos) a las asambleas, fueron allí no para desentenderse, sino para hacerse cargo y hacerlo en colectivo: se exigía una mayor participación y una ampliación de la democracia, se defendía la política como herramienta para el avance en derechos. Nos movía la esperanza y la voluntad transformadora, no la desazón y el cabreo.

Respondía Alán Barroso en un vídeo a Ángel Martín que el problema no es que se exijan esfuerzos, sino que estos no se les exigen por igual a quienes más tienen y a quienes menos. Es por eso que necesitamos más política que nunca. Reclamemos más política, hagamos más política, política de la buena, que nos ofrezca horizontes alternativos a los que nos cabrean. Porque si dejamos caer los brazos y nos arrojamos a la rabia y el desapego, serán los malos quienes hagan política por nosotras y nosotros, y siento decir que no precisamente en defensa de "los de abajo".

Dice Ángel Martín al final del vídeo que su informativo, por desgracia, no tiene ninguna utilidad real para solucionar nada, pero yo creo que sí podría tenerla, porque nos apela y nos llega, y eso tiene mucho mérito, el problema es que desaprovecha la oportunidad de animarnos a construir en común horizontes esperanzadores para dejarnos un horrible poso de enfado y frustración que no tenemos dónde colocar más allá del sofá de nuestra casa o la barra del bar, y del que de verdad espero que no surjan los monstruos.

 

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