Otras miradas

Los 35 de Sumar y las películas de robos

Guillermo Zapata

Los 35 de Sumar y las películas de robos
Rihanna, Sandra Bullock, Sarah Paulson en 'Ocean's 8'.- WARNER

Es importante no confundir una película de robos con una película de atracos. Las películas de atracos siempre tratan de la desesperación de quién menos tiene, desde la descomunal Tarde de Perros de Sidney Lumet hasta La Estanquera de Vallecas de Eloy de la Iglesia. Las películas de robos no van sobre robos, van sobre el estilo y la inteligencia. Son, como en El Secreto de Thomas Crown (especialmente en la versión original de 1968), juegos de seducción disfrazados de partidas de ajedrez. Aquello que se quiere robar, sea un casino como en Ocean’s Eleven o un montón de oro, como en la maravillosa Heist, que dirigió David Mamet y protagonizó Gene Hackman, no es lo más importante. Es una excusa para hacer avanzar la acción.

La excusa. La presentación de las y los coordinadores de los grupos de trabajo de Sumar.

La acción. La construcción de un espacio político que afronte los desafíos de los próximos diez años de la sociedad española y europea en clave progresista y de conquista de derechos.

Toda película de robos necesita de un equipo. Sin equipo no hay película de robos. Sean los sufridos músicos-ladrones de The Ladykillers (tanto en la versión original de Alexander Makendrick como en el hilarante remake de los hermanos Coen) como en Atraco a las tres, la obra maestra de Jose María Forqué. El equipo es una suma de subjetividades y especialidades que conforma lo que se puede hacer, pero sobre todo que determinan el tono, el estilo, los contornos de su atractivo. Por eso las películas de robos tienen siempre repartos colosales. Pensemos tan sólo en la última entrega de la familia Ocean: Anne Hathaway, Sandra Bullock, Elena Bonham Carter, Cate Blanchett, Akwafina y por si eso fuera poco Rihanna haciendo de hacker fumeta.

Los 35 de Sumar recortan una figura del proyecto cuyas aristas son la academia, el activismo político alejado (aunque no opuesto) a los partidos políticos, las políticas públicas tanto en su diseño como en su implementación y una suerte de intelectualidad práctica que enfoca su actividad no tanto a decirle a la sociedad cómo tiene que hacer las cosas (a separarse) sino más bien a ofrecer útiles y herramientas. Son 18 hombres y 18 mujeres (contando a la propia Yolanda Díaz).

En cuanto a la anchura ideológica del proyecto, podemos encontrar desde gente como César Rendueles (Bienestar y derechos sociales) o Yayo Herrero (Transición Ecológica Justa) al diputado de Podemos y miembro de Comisiones Obreras Agustín Moreno (Educación). Colaboradores de Barcelona en Común en materia de vivienda y digitalización como Javier Burón y Francesa Bria o intelectuales cercanos al zapaterismo como Ignacio Sánchez Cuenca (Calidad Democrática).

Una amplitud que recuerda al primer Podemos, que incorporó al juez Jiménez Villarejo para su lista en las elecciones europeas de 2014, aunque con una diferencia. Ninguna de las personas que participa de la coordinación parece interesada en estar en ninguna lista electoral. De hecho, su carácter de "personas-que-no-van-en-una-lista-electoral" es parte de su identidad. Como lo son algunas de las palabras más repetidas en la presentación: Verde, Feminista y Europa.

Una vez unida a la banda lo que se necesita es un plan. El plan es el despliegue de un método y de un juego de inteligencias con el adversario. Heat, la obra maestra de Michael Mann protagonizada por Al Pacino y Robert de Niro nos muestra una constante idea y vuelta de planes y contraplanes para cazar a los ladrones o esquivar a la policía. Plan Oculto, una de las películas menos conocidas y más notables de Spike Lee cuenta un robo que es mucho más que un robo y cuyo desarrollo no me atrevo a desvelar aquí.

El plan de los 35 de Sumar está definido metodológica y temporalmente. El objetivo es producir un documento que tendrá que estar terminado para el mes de febrero y que esbozaría una propuesta política en cada una de las 35 materias. No es un programa electoral, sino un proyecto de largo recorrido. Un modelo, un horizonte al que avanzar. Por ese motivo, y eso también lo diferencia de ese primer Podemos, renuncia de forma explícita a los tiempos cortos y las carreras. No se trata de tener un documento programático cuyo componente fundamental sea comunicativo, sino de abrir un proceso cuyo horizonte temporal es 10 años. Quizás inconscientemente Sumar se ha puesto ya una meta que marca el proyecto y que lo extiende mucho más allá de una legislatura y a la vez puede marcarle la fecha de caducidad.

¿Por qué 10 años? Porque en los próximos 10 años se definen de forma definitiva al menos tres cuestiones clave para nuestro país y para el mundo: ¿Qué pasa con la transición ecológica? ¿Qué pasa con Europa y con la reordenación del mundo derivada de la guerra de Ucrania? ¿Qué pasa con el proyecto de la extrema derecha? Ante esos desafíos, Sumar opone este plan. El objetivo de esta película, por tanto, es arrancar un nuevo pacto social y robárselo a las tendencias que quieren definir nuestro presente y futuro. Robárselo a la guerra, al colapso y al autoritarismo.

Los 35 grupos tendrán que abrirse a trabajar con más gente. Los coordinadores coordinan grupos, por tanto amplían y deben sintetizar una conversación más amplia. Esa conversación se une al feedback que se va recogiendo de los encuentro abiertos que Yolanda Diaz va realizando en diferentes puntos de España y que seguirán estos meses.

Pero quizás lo más importante de las películas de robos, a diferencia de las de atracos, es que la determinación es opuesta y los finales corren en dirección contraria. Las películas de atracos acaban siempre en tragedia, como trágicas son las consecuencias del expolio que hemos vivido en los últimos 10 años de austeridad. Son películas en las que los protagonistas sólo se tienen a sí mismos y su desesperación, películas en las que el adversario dispone de todos los medios y se sucede un goteo de angustia y desesperación que generalmente acaba de forma violenta. Son películas de denuncia de un orden social injusto que no deja que los de abajo se muevan. En las películas de robo sucede algo distinto, son mejores cuanto más inteligentes y poderosos son aquellos a quienes se roba o a la policía que te persigue, pero no conjuran jamás el fatalismo. Son gozosas de ver porque parten de una hipótesis de victoria y tienen la convicción de que con un buen plan y una buena banda... Se puede conseguir cualquier cosa.

El elemento clave del proceso de Sumar es una pelea contra el fatalismo y la derrota prometida a derecha (y me temo que a una parte de la izquierda). Es optimista en el mejor sentido, el que gustaba al escritor G.K. Chesterton, el que invita a la acción.

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