Otras miradas

Paz, diálogo y autogestión

Bruno Sokolowicz

Periodista y activista

Bruno Sokolowicz
Periodista y activista

Estos tendrían que ser días de celebración del cambio de paradigma que estamos viviendo y protagonizando. Hace 5 años, la indignación llenó las plazas reclamando una democracia real. Hace un año la ciudadanía, organizándose, creó espacios de confluencia para presentarse a las elecciones municipales. Y en importantes ciudades como la capital catalana, David ganó a Goliat. Ahora, cuando tendríamos que estar celebrando un año de este histórico hito, una batalla campal geolocalizada en el corazón de la Vila de Gracia —y convenientemente amplificada por los partidos de la oposición y los medios de comunicación hegemónicos— pone sobre la mesa una serie de aspectos fundamentales para la convivencia pacífica, la gestión municipal y la diversidad de sensibilidades de nuestra sociedad.

No hay espacio para el ejercicio de la violencia. Ni por parte de los agentes del orden ni por parte de los manifestantes. Las fuerzas de seguridad tienen que garantizar la seguridad de la ciudadanía, incluida la de los que protagonizan una protesta pacífica, la de los vecinos o la suya propia. Es un buen punto de partida por parte de los representantes de la nueva política mostrar confianza y apoyo a la actuación de las fuerzas de la orden y a la vez exigir prudencia: que su actuación no contribuya a la escalada de violencia. Tal vez deberíamos empezar a plantearnos ir un paso más allá con nuevos métodos de entrenamiento policial, como por ejemplo, ejercicios de relajación basados en respiración consciente y meditación. Antes, sin embargo, un visionado obligatorio de la ópera prima de Marc Crehuet, El Rey Tuerto, actualmente en los cines: Un antisistema. Un antidisturbios. Una cena.

Cuando apareció el 15-M, los medios de comunicación y los representantes de las instituciones y de la vieja política no encontraban un interlocutor, un dirigente. Ahora que la nueva política ya está aquí no podemos caer en la misma trampa. Si no hay portavoces con los cuales hablar, hay que bajar a las asambleas. Y si no reconocen al Ayuntamiento como interlocutor válido, dejar que las asociaciones de vecinos y vecinas y otros movimientos sociales arraigados al territorio hagan la mediación. Todo conflicto tiene solución si hay voluntad sincera de ponerle fin. Dialogando. Hablando. Buscando puntos de encuentro y de entendimiento.

La dualidad del mundo es parte del viejo paradigma que estamos dejando atrás. Buenos-Malos. Sistema-Antisistema. Izquierda-Derecha. Público-Privado. La realidad es más rica y compleja que Blanco o Negro. Hace tiempo que la vida es en color. Cooperativas, asociaciones, entidades autogestionadas. Un universo cada vez más importante y necesario. Porque se encargan de aquello que el mercado y las instituciones no abordan y porque crean vínculos, integran, hacen barrio, unen y consolidan la convivencia pacífica. Después de décadas existiendo en un universo paralelo es el momento de consolidar esta realidad como parte de nuestro mundo, a todos los niveles. Dándole el protagonismo que se merece. En el barrio, en las normativas, en las escuelas, en nuestro imaginario colectivo, en los medios de comunicación. Toda crisis es una oportunidad. Y ésta es perfecta para empezar a apoyar de forma decidida a las nuevas formas de gestión.

Más Noticias