Otras miradas

Nueva interinidad en la dirección de RTVE: el Gobierno evita negociar con el PP

Montse Melià

Periodista

Sede central de RTVE en Madrid. -EFE
Sede central de RTVE en Madrid. -EFE

La dirección de RTVE vuelve a estar inmersa en una nueva crisis de dirección. Es la enésima crisis que en el fondo es siempre la misma, si exceptuamos las cuestiones económicas que no son poca cosa pero no afectan a los contenidos en sí mismos.

La verdadera crisis de RTVE es una crisis de modelo de televisión pública que, de rebote, afecta a todas las televisiones públicas en España, la mayoría de ellas autonómicas aunque también existen las locales. Por ejemplo, BTV la televisión local de Barcelona que ya hace años elige a su dirección por concurso público, casi la única que lo hace así. Ahora también lo hace TV3, esperemos que dure la fórmula.

El Congreso de los Diputados aprobó igualmente una ley hace ya algunos años para elegir el Consejo de administración de RTVE por concurso público pero no se pudo llevar a cabo por cuestiones políticas principalmente porque los partidos mayoritarios, especialmente el PP, quisieron controlar el procedimiento y al final se volvió al sistema tradicional, aunque tanto el dimitido José Manuel Perez Tornero como la presidenta provisional, Elena Sánchez, se presentaron al concurso y formaban parte de la lista que tenia que haber dado lugar a una dirección tras un acuerdo político.

O sea diríamos que el modelo de las televisiones públicas en España consiste en que están dirigidas siempre por alguien cercano al partido del Gobierno o, al menos, les sea fiel. Eso significa que tienen que estar a bien con ellos si se quieren mantener en el puesto. Y los contenidos tienen que responder a ese principio, y responden. No suelen incluir en sus informativos nada que perjudique demasiado al presidente o al gobierno de su comunidad. En todo caso algunas optan por incluir declaraciones de todos los partidos del espectro parlamentario sin aportar nada que facilite la información a los ciudadanos. Se opta por no situar muchas veces un contexto para no incomodar a nadie. Y esto tampoco es lo que tendría que ser.

Sinceramente, el panorama político/económico español no da para que cada comunidad autónoma disponga de un canal de televisión público y menos en las circunstancias actuales porque muchas de ellas acaban funcionando con una gran falta de personal y mucha precariedad. Admito que la situación no es la misma para las comunidades con lengua propia porque su razón de ser en el origen fue la voluntad de normalizar el uso de su lengua tan denostada durante el franquismo. Aunque también en esos casos la dependencia de sus respectivos gobiernos ha sido y es la norma.

En la mayoría no existen debates de fondo sobre temas no sólo que interesen a los ciudadanos sino, sobre todo, que les afecten, o sobre infinidad de hechos que están pasando en el mundo y que son noticia. Tampoco en RTVE. Un ejemplo de hace pocos días: hace dos semanas me encontraba fuera de España y busqué en Youtube algún contenido en español sobre lo que estaba, y está, sucediendo en Irán. Bien sólo encontré en el canal France 24h, un debate con un conductor latino, es decir un contenido dirigido expresamente a América. Nada de RTVE a quien, en teoría, debería interesarle llegar a esa gran cantidad de ciudadanos que hablan español en el mundo.

Hace años que RTVE no se cree el papel que debería tener y, en cambio, vive obsesionada por las audiencias y la competencia con las cadenas privadas cuando lo cierto es que nunca podrá emularse a ellas en contenidos. Las televisiones públicas deben someterse al control parlamentario por sus contenidos y su gestión, lo que no sucede con las privadas. Eso les limita esos contenidos y les impide ofrecer programas como Sálvame totalmente engañoso porque muchos espectadores interpretan los comentarios zafios, ordinarios y faltos de verdad en muchos casos, como información veraz cuando no son más que una serie de comentarios de bar sustentados, algunas veces, por noticias y pseudonoticias que se exprimen hasta la saciedad. Por no hablar de los matinales donde las tertulianos se dedican a propagar sus propias informaciones no siempre contrastadas y otras muchas interesadas puesto que saben que esos programas crean opinión.

No se trata de que no se puedan hacer este tipo de programas, eso no se cuestiona. Lo malo es que a ojos de la mayoría de los espectadores no queda claro, porque no lo aclaran y porque falta mucha formación en cuestiones de comunicación, que se trata de espectáculo, no de otra cosa. Que se trata de diversión y que no hay que confundir eso con información. Algo parecido sucede en Al Rojo Vivo, donde como se ha visto recientemente no son muy exigentes con la fiabilidad de sus fuentes.

Son solo ejemplos pero hay muchos más programas en los que se induce un contenido informativo que en el fondo no lo es, o no lo es del todo.

Está bastante claro que existe un evidente vacío, en cuanto a televisión se refiere, de información seria, neutral, contrastada y fiable.

Hace falta una televisión pública plural y veraz, que ofrezca credibilidad a los ciudadanos.

El nombramiento de Elena Sánchez como presidenta de RTVE de forma interina se aprobará mediante un real decreto, es decir no en aplicación de la ley de la corporación pública porque de ser así se requeriría una mayoría cualificada que obligaría al Gobierno a negociar con la oposición, con el PP concretamente.

Más Noticias