Otras miradas

Machismo institucional: no debería pasar pero pasa

Anita Botwin

Carteles de la campaña de la Xunta de Galicia por el 25-N.
Carteles de la campaña de la Xunta de Galicia por el 25-N.

Hace unos días salía a la luz la última campaña publicitaria del Ministerio de Igualdad en la que contaba que una de cada dos mujeres ha sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de su vida y llamaba la atención a los hombres para que reflexionaran sobre su posible participación en ello. Bajo el lema Entonces quien, Igualdad ponía el foco en los escalofriantes datos de violencia machista en nuestro país. Además, en caso de que una mujer tenga algún tipo de diversidad funcional, los datos son aún peores, especialmente cuando se trata de discapacidad intelectual ya que el 85% de estas mujeres sufren violencia machista. Por desgracia nos encontramos a años luz de superar una de las mayores lacras, que este año se ha cobrado la vida de 38 mujeres y 1.168 desde 2003, cuando comenzaron los registros.

En el anuncio de Igualdad se reflejan situaciones de violencia machista de las que hemos sido testigo tanto en platós de televisión, redes sociales, campos de fútbol, o en lugares académicos, así como situaciones cotidianas de las que muchos hombres han formado parte o han sido testigos, pero han preferido callar e ignorarlo. Y quien calla otorga. De esta manera, el Ministerio ha querido dejar claro que quien se tiene que poner las pilas es el agresor, pero también quien lo normaliza y mira hacia otro lado, propiciando la banalidad del mal del maltrato machista.

Sin embargo, el acierto de este anuncio señalando al culpable y no a la víctima ha sido contrarrestado por la desafortunada campaña de la Xunta de Galicia con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En uno de sus carteles aparecía el siguiente titular: "Se viste con las mallas de deporte. Va a correr por la noche. ¿Qué sucede ahora? No debería pasar, pero pasa". En este anuncio se culpabiliza a la víctima de sufrir agresiones machistas, de ir provocando, de salir a horas en las que debería estar mejor en casa porque si no luego ya sabemos que pasa lo que pasa. Aunque la intención pareciera ir dirigida al agresor, en realidad se focaliza en la víctima, en su manera de vestir y de actuar. Todo ello con un tono derrotista, que no da herramientas ni propone nada para acabar con la violencia machista.

Tal y como han afirmado las Xornalistas Galegas en su cuenta de Twitter, este tipo de campaña "favorece una reproducción estereotipada de la víctima y del agresor que oscurece el carácter estructural de la violencia". La campaña además se centra en un estereotipo de mujer normativa, atractiva, joven y urbana, como señalando que este tipo de mujer será potencialmente agredida y además no pasará nada, no habrá consecuencias. Es muy grave especialmente que se destine dinero público a realizar campañas publicitarias sin perspectiva de género, algo que ya deberíamos haber superado a estas alturas.

La diferencia al tratar la violencia machista en ambos spots es clara, mientras que el Ministerio de Igualdad señala a quienes agraden, en la Xunta ponen en el foco y la responsabilidad de las agresiones en la ropa que llevamos las mujeres y las horas en las que salimos de casa. Por desgracia este tipo de campañas institucionales nos dan la razón a las feministas y nos dicen que aún queda mucho por hacer.

El machismo infecta cada una de las esferas de la sociedad y la institucional no iba a ser menos. Haría falta con urgencia formación en género a todos los niveles, en el institucional, policial, jurídico, político, médico, pero también académico. Deberíamos empezar por invertir todos los esfuerzos y recursos para fomentar una educación feminista que premie el respeto y rechace la desigualdad y las agresiones machistas.

En torno a lo institucional, esta semana se ha producido una cacería política hacia Irene Montero. La última ha sido de la mano de la diputada de VOX, Carla Toscano. No es la primera vez que la ministra de Igualdad sufre ataques políticos violentos y machistas por parte de otros parlamentarios de derecha y derecha extrema. No debería pasar pero pasa, y pasará si no se toman medidas urgentes y se llevan a cabo sanciones para atajar el problema de raíz. Si estos insultos y agresiones se siguen repitiendo sin que haya consecuencias, se repetirán en la calle y la violencia machista lejos de eliminarse, calará en la ciudadanía aún más.

Solo terminaremos con la violencia machista si nos ponemos de frente y no de lado, si denunciamos todas y cada una de las agresiones de las que somos testigo, si nos unimos todas, seamos o no ideológicamente iguales. Porque no debería pasar, pero pasa, sobre todo si no se hace nada y porque si no vas a hacer nada para pararlo, ¿entonces quién?

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