Otras miradas

'Autodefensa' y el sexo por caridad

Nagua Alba

'Autodefensa' y el sexo por caridad
Una escena del primer capítulo de 'Autodefensa', disponible en Filmin

"Todas hemos tenido sexo por pena alguna vez, pero no es lo recomendable. Aunque hay veces que es necesario". Esto me escribió una amiga hace unos días en una conversación en la que intercambiábamos anécdotas de citas con hombres. No pude evitar reírme al leer sus conclusiones, pero fue una risa amarga, por lo que tenía de verdad universal. Cuánto que combatir en tan pocas palabras: todas lo hemos hecho, no debería suceder, a veces sentimos que hay que hacerlo. Esta reflexión me volvió a la mente poco después, mientras veía el primer episodio de la maravillosa serie de Berta Prieto y Belén Barenys: Autodefensa (¡vedla, vedla, vedla!).

El capítulo aborda en sus breves 15 minutos y con una potentísima profundidad disfrazada de frivolidad cuestiones como la cultura de la cancelación, la masculinidad, la incomprensión (por falta de interés y desidia en la mayoría de los casos) y el miedo de los hombres a la hora de enfrentar los debates feministas y tratar de deconstruirse. Y lo hace de manera magistral. Entre todo eso, hay una escena que me impactó muy especialmente, porque representaba algo que mucho me temo que toda mujer que haya tenido sexo con hombres ha vivido alguna vez. En dicha escena (atención, minúsculo spoiler, puedes seguir leyendo en el próximo párrafo) Berta masturba a un chico porque este está muy disgustado (y un poco plasta) y ella solo quiere que él deje de lloriquear y se vaya de su casa al fin para poder pasar la resaca en paz. Esa imagen, en la que Berta toca al chaval con un absoluto desapego, de forma puramente mecánica, mirando al infinito y sin siquiera sacarse el cigarro de la boca (increíble interpretación, por cierto) nos está mostrando algo de lo que merece la pena hablar: el sexo por caridad. O como lo describe a la perfección la propia actriz en una entrevista reciente en Ciberlocutorio: "De repente te ves haciendo una paja y no sabes por qué".

El sexo por caridad abre un debate de lo más interesante porque trasciende el marco del consentimiento y nos empuja a abordar el deseo. Lo dicen las propias creadoras de la serie en la citada entrevista: "La idea era no hablar de consentimiento, sino hablar de deseo". Hay muchas formas de sexo consentido pero no deseado (el sexo por insistencia, el sexo por chantaje, el sexo por compromiso o por ser entendido como un deber formal en la pareja etc.), todas ellas perversas y que deberíamos superar con urgencia. Porque el patriarcado nos enseña a las mujeres a satisfacer priorizando las necesidades del otro, a que nos resulte intolerable la frustración sexual masculina y normal la nuestra. Muchas feministas han escrito ya textos valiosos sobre estas formas de sexo no deseado y la necesidad de avanzar del marco del consentimiento, imprescindible como cambio de paradigma intermedio en mi opinión (gracias, ley del "solo sí es sí"), al del deseo. Pero dentro de esto, el sexo por caridad en concreto, me resulta sugerente como objeto de análisis por dos motivos, el primero es por lo que dice del rol femenino tradicional y el segundo por lo que tiene de degradante hacia los hombres.

En lo que respecta al primero, el sexo por caridad no es reprobable moralmente para las mujeres (no te sientas culpable, chica, solo faltaba), ni tiene que ser necesariamente traumático o desagradable, puede que sea intrascendente por mecánico o incluso acabe siendo hasta satisfactorio. Pero sí es siempre consecuencia de lo que el patriarcado ha hecho con (de) nosotras. Estamos amaestradas para ser generosas y compasivas, para cuidar y consolar. Para dar sin necesidad de recibir. Y esto se aplica también al sexo heterosexual. Lo vivimos como un deber a cumplir, como algo a consentir, y ya si eso de manera secundaria como algo con lo que responder a nuestro deseo y satisfacerlo. Así que, chicas: aunque parezca que a veces cansar un poquito la mano a cambio de paz mental y ausencia de culpa es algo tentador, nunca es necesario. Acabemos con el sexo por lástima y hagámoslo solo por puro disfrute. Reivindiquemos nuestro deseo. Y que se apañen.


En cuanto al segundo motivo, en el sexo por caridad ellos tienen poder (claro, siempre lo tienen) pero lo ejercen desde una posición profundamente humillante, la de quien no es objeto de deseo sino de compasión. Chicos: ahora que vais aprendiendo eso de que está mal (y es delito) tener relaciones sexuales con quien no quiere hacerlo con vosotros y estáis ansiosos por deconstruiros y ser el nuevo hombre feminista, podéis empezar por asumir que el sexo no es un derecho que ostentáis; que no  solo nosotras tenemos que ser objeto de vuestro deseo, sino que también vosotros tenéis que serlo del nuestro; que el placer tiene que ser compartido y que permitir que alguien consienta (que no desee) tener relaciones con vosotros por pura piedad, además de éticamente cuestionable, es patético.

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