Adam McKay forjó su carrera siendo guionista del mítico programa de 'sketches' Saturday Night Live, una de las joyas de la corona del humor en EEUU. Además ha dirigido algunas desopilantes comedias con Will Ferrer a la cabeza y una serie fabulosa sobre Los Angeles Lakers que se estrenó este año en HBO. Entre 2015 y 2018 decidió tomarle el pulso a la crisis económica y política previas al advenimiento del Trumpismo con dos películas que son dos catedrales. The Big Short, sobre la crisis de las hipotecas subprime y la caída de Lehman Brothers con la que ganó el Oscar al mejor guión adaptado y Vice, una biografía salvaje sobre Dick Cheney, vicepresidente de George Bush durante los atentados del 11S. Vice es una película perfecta para entender la forma en la que la derecha republicana ha entendido el poder en EEUU.
Les presento a la "Teoría del Ejecutivo Unificado", básicamente una forma jurídicamente elegante para hablar de una dictadura en el contexto de una democracia liberal y uno de los filones argumentales de Vice. Además es la base teórica sobre la que se sustentó la suspensión de derechos individuales después del 11 de septiembre, la tortura, Guantánamo y, por supuesto, la Invasión de Iraq.
Cheney, en ese momento vicepresidente del gobierno, tiene una escena prodigiosa en la película en la que explica perfectamente como el funcionamiento del Estado moderno se basa en la colocación de una serie de figuras afines en puestos clave de la administración. En la película explica cómo, de facto, el presidente del Gobierno era él. Esa dinámica de control de puestos clave de la Administración se reproduce en la nominación de puestos aún más clave en las instituciones judiciales del estado. Lo sucedido con el aborto en EEUU es una consecuencia directa de esos planteamientos. La idea siempre es que el gobierno no es más que una parte del poder y que la pelea por los aparatos de estado es la clave para la reproducción (o interrupción) de la acción del mismo.
Lo que está pasando con la Justicia en España es pura "Teoría del Ejecutivo Unificado". La colocación de una serie de piezas que, bajo el amparo de la necesidad de llegar a acuerdos amplios para su funcionamiento (política de consensos heredera del espíritu del 78) produce bloqueos sistemáticos a favor de una mayoría conservadora que entorpece la acción del ejecutivo. El Judicial tiene una función de control y coto del Ejecutivo, funciona como un contrapoder. No tiene por qué ser raro que el Ejecutivo perciba al Judicial como alguien que entorpece su labor. Incluso es bueno que lo sienta así, pero un contrapoder es "otro poder", no la perpetuación de formas de poder parlamentario que han perdido las elecciones.
En 2021 Adam McKay produjo y dirigió No Mires Arriba, una sátira con fondo de preocupación climática para describir el trumpismo. En No Mires Arriba suceden cosas con consecuencias tan graves como las que vemos en The Big Short y Vice, pero contadas como farsa. El formato de la farsa tiene que ver con un giro cómico en la forma de la acción política: el fake.
El fake, la trola, el bulo, es una impostación de lo real que tiene por objetivo infectar la realidad misma. Funciona de dos maneras. A los afines les pone a creer cosas que no son ciertas y los cabrea y a lo no afines les pone a discutir cosas que no están pasando.
El jueves el Tribunal Constitucional (con mandato caducado) estuvo en un tris de decidir si suspendía una votación en el Congreso antes de que la propia votación sucediera gracias a una petición de medidas cautelarísimas presentadas por el PP. La votación era sobre la reforma del órgano que debía ordenar la suspensión, además de por la reforma del delito de malversación, una de las medidas menos populares del Gobierno lanzada con el objetivo de desinflamar Catalunya antes de que empiece el nuevo ciclo electoral. Y no es una desinflamación menor. Hay cientos de procesos abiertos relacionados con, por ejemplo, la apertura de los colegios el día 1 de octubre de 2017 para la consulta del Procés.
Además de ese escrito del PP se habían presentado otros tres: uno Vox, otro del PSOE y otro de Unidas Podemos. En el de Unidas Podemos se pedía la recusación de dos de las personas que tienen que votar sobre las medidas cautelarísimas. Se pretendía decidir sobre ese antes de decidir sobre el de las recusaciones, lo cual podría haber generado el absurdo de que dos personas que podrían ser recusadas votaran antes de su recusación para impedir una votación. Finalmente la votación se pospuso al lunes, con lo que el Congreso pudo votar y aprobar las medidas de reforma judicial y del delito de malversación.
Este viernes, el portavoz del Partido Popular, Núñez Feijóo ha manifestado que la reforma del delito de malversación es más grave que lo sucedido en Catalunya en 2017. Otra de las frase cargadas de sentido de Feijóo explica que se niega a desbloquear el Consejo General del Poder Judicial para "protegerlo del Gobierno de Sánchez". El gobierno de los jueces no se puede modificar por la vía rápida porque es anticonstitucional. Sin embargo, la Constitución sí se puede reformar por la vía rápida, como en septiembre 2011, cuando se modificó el artículo 135. Vox por su parte ha iniciado el proceso para realizar una segunda moción de censura. Inés Arrimadas dijo en la tribuna del Congreso lo siguiente: "Estamos reviviendo lo mismo que muchos vivimos en 2017".
El trumpismo es un bulo que adopta la forma del pánico para mantener los puestos clave del poder en su sitio. ¿Realmente nos tenemos que creer que es ahora cuando el desafío independentista está en su máximo apogeo? Resulta incomprensible que el PP haya decidido escalar el discurso y las acciones a esta velocidad cuando el debate sobre la reforma del delito de malversación le era mucho más propicio, pero el problema del trumpismo es que no tiene freno. Se basa en la ausencia de límites y gradación. Todo a volumen muy alto y para ahora mismo. Hay que gritar más que el de al lado... Pero es que el de lado ha propuesto una moción de censura, la segunda en esta legislatura, para perder otra vez.
La democracia se va degradando, las palabras se van degradando. Hoy ya todo el mundo habla de golpe de Estado y la palabra pierde fuerza, se gasta del uso y la banalización. El Vicio del Poder, sin embargo, no va de palabras, va de colocar bien las piezas.
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