Otras miradas

Innovación frente a la crisis de los medios de comunicación

José Bejarano

Periodista

José Bejarano
Periodista

Podíamos haber decidido crear un diario digital y hubiese sido una buena idea. Podíamos haber optado por inventar una cooperativa que facilitase la facturación de los miles de freelance que, muy a su pesar, proliferan en el sector y hubiese sido un buen instrumento para mejorar sus condiciones de trabajo. Podíamos habernos inclinado por impulsar una cadena de emisoras de radio y hubiese sido otra posible alternativa a la calamitosa situación de desempleo que viven los profesionales de los medios de comunicación. Podíamos... pero finalmente optamos por hacer todo eso y algo más.

La organización SBP-Comunicadores Asociados acaba de encender una tímida luz al final del túnel. Los impulsores hemos pasado un año encerrados buscando la fórmula capaz de ofrecer soluciones a un sector, el de la comunicación, afectado por una reconversión sin precedentes. El bálsamo es una mezcla de ingeniería social, iniciativa empresarial y regeneración ética. Con SBP-CA, periodistas, fotoperiodistas, técnicos, diseñadores... tienen la oportunidad de empezar a salir del hoyo y hacerlo demostrando que no sólo innovan los ingenieros, los químicos o los biólogos. En este caso no ha habido probetas ni cálculos algorítmicos, sino confluencia de voluntades, flujo de ideas, compromiso ético, modelo de negocio, instrumentos legales, potencialidades...

Lo primero, el diagnóstico de la situación y causas que la han provocado. El sector de los medios de comunicación vive una de las crisis más agudas de su historia, fruto de la coincidencia de tres fenómenos de efectos demoledores: la galopante degradación ética que ha dejado al periodismo huérfanos de credibilidad; la irrupción de Internet que les obliga a buscar un nuevo papel como informadores y el desmoronamiento de los ingresos por publicidad que lleva a las empresas a prescindir de sus profesionales más valiosos. Cada uno de esos tres factores merecería un capítulo para hacerse una idea cabal de la situación, en especial la toma de la propiedad de los medios por parte de capitales que acuden a ellos con intereses ajenos a los fines sociales que proclaman las empresas de comunicación.

En resumen, no hay futuro porque han saltado por los aires dos elementos íntimamente relacionados y que son claves en la estructura comunicativa: la credibilidad de los profesionales que confiere a su trabajo carácter de utilidad social y las empresas que posibilitan el empleo. El resultado es una reconversión que nada tiene que envidiar, en lo negativo, a la sufrida en su momento por la minería, la siderurgia o la actividad de astilleros. Reconversión a costa de los profesionales, que en este caso además, no tienen organización que les represente y les dé voz. Algunas estimaciones hablan de cerca de diez mil periodistas despedidos desde 2009. El año pasado, 4.800 periodistas perdieron el empleo, según la Federación de Asociaciones de la Prensa. Alrededor del 20 por ciento de estos periodistas son ya colaboradores. Nada se sabe de los otros profesionales del sector, por lo general en peor situación.

De la parálisis a la hiperactividad. En un primer momento, la crisis nos dejó a los profesionales paralizados e instalados en el lamento. Pero eso ha durado poco. Ahora se cuentan por miles los que impulsan proyectos, por lo general pequeños, cuando no minúsculos. Todos bajo el denominador común de estar asfixiados por la falta de ingresos que los hagan rentables. El riesgo ya no es la parálisis de hace uno o dos años, sino la fragmentación y el caos. La obsesión por encontrar el "modelo de negocio", el bálsamo de fierabrás que todos persiguen, ha llevado a olvidar que hay un problema de fondo capaz de lastrar hasta el proyecto mejor hecho: la falta de credibilidad. Mientras la sociedad no considere valioso el papel del periodismo de calidad, la mayor parte de los medios nacidos y por nacer morirán en el intento. Como advirtió Machado, sólo los necios confunden valor y precio.

Un timón para retomar el rumbo. El desolador panorama descrito llevó a los profesionales de SBP-CA a no centrar su proyecto a la idea inicial de fundar un diario digital. Si el diagnóstico es de extrema gravedad, lanzar otro medio de comunicación hubiese sido responder al cáncer con una aspirina. Otro más a malvivir. Por eso nos adentramos en la aventura de idear un sistema que fuese realmente nuevo, ambicioso y a la vez modesto. Que su amplitud permita ser autosuficiente. Para empezar, elaboramos un documento denominado "modelo de periodismo" que compromete a todos sus integrantes a no traspasar una serie de líneas rojas. No se pueden repetir errores. El documento nos sirve para presentarnos ante la sociedad enarbolando la bandera de la autocrítica y con el compromiso del respeto a las normas éticas de la profesión. La enseña es soltar lastre político y servidumbres económicas, además de tender puentes con la sociedad.

Para velar por las señas de identidad del periodismo y ser interlocutor ante la sociedad y ante los poderes, los comunicadores necesitan una organización potente. De esa convicción nació el 15 de diciembre de 2012 en Osuna la asociación SBP-Comunicadores Asociados. El parto fue auspiciado por la Asociación de la Prensa de Sevilla y el recién nacido ha sido recibido con los brazos abiertos por la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE). No se trata de competir, sino de sumar. SBP-CA es el tronco común de cuya savia se nutrirán las ramas que broten a partir de ahora. La primera germinó el 10 de este mes de abril. Es SBP-CA de Impulso Empresarial, Sdad. Coop. And. Sus funciones son hacer más llevadera la vida laboral de los colaboradores, los más desfavorecidos del sector, y propiciar la unión de emprendedores para lanzar proyectos sostenibles. Era lo más urgente.

Asociación, cooperativa de impulso, de segundo grado, cadena de radio... Antes de que acabe el año estará a punto una plataforma multimedia. Ya se ha constituido el comité científico Universidad de Sevilla-SBP-CA para poner en marcha dos investigaciones que están sobre la mesa. Si todo lo anterior funciona, el año que viene se verá crecer la primera cadena de radio –también on line- creada y gestionada por periodistas. Luego vendrán más proyectos. Para funcionar, el sistema necesita adquirir gran volumen de asociados. Sobre todo porque tiene vocación de ser la voz de todo el sector en reconversión. Lo mismo ocurre a la hora de facturar a través de la cooperativa. En la medida en que haya volumen de facturación podrá pensarse en bajar el 7,5% y en aumentar las prestaciones. Si el tamaño lo permite podrá incorporar otros ámbitos de actividad como la contratación de seguros, leasing para vehículos o para equipos de grabación y fotografía... Las posibilidades no son infinitas, pero casi.

Sin ánimo de lucro. Lo mismo que la asociación (el tronco), la cooperativa de impulso (primera rama) es sin ánimo de lucro, lo que no significa que tenga que perder dinero, sino que los beneficios serán invertidos en nuevos proyectos del grupo empresarial. Lo mismo que la futura cooperativa de segundo grado, que verá la luz después del verano. Está pensada principalmente para mejorar las posibilidades de las pequeñas para competir con las grandes mediante la mutualización de costes, el impulso de centrales de compra, la venta de publicidad compartida, uniones temporales para aspirar a licitaciones que exigen mayor tamaño... Economía de escala y tantos servicios comunes como estén dispuestos a impulsar sus integrantes.

A sus impulsores nos gustaría decir que SBP-CA es fruto del espíritu inquieto, curioso, emprendedor de los periodistas... pero eso sería mentir. La triste realidad es que no nos quedaba más remedio que reinventarnos ante la situación calamitosa que vive el sector, zarandeado por los efectos de tres huracanes sucesivos: la galopante degradación ética que nos ha dejado sin la brújula de la credibilidad; la irrupción de Internet que ha puesto la nave al pairo y sin patrón (cualquier puede ejercer de periodista) y, como remate, las empresas creen que no necesitan las velas de los informadores para impulsar la nave. Ante ese ciclón ¿podíamos permanecer instalados en el lamento? No, sólo nos quedaba echar a andar.

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