Las elecciones son el momento político de recoger los frutos de lo cosechado en los últimos cuatro años por quienes se presentan a las mismas. El pasado lunes, 3 de abril, día de Lunes Santo, Ximo Puig, president de la Generalitat y candidato del PSPV-PSOE, firmó el decreto de disolución de la actual legislatura de Les Corts Valencianes, y abría el momento de la chispa electoral. La segunda edición del Botànic llegaba a su fin, y ahora consistía en hacer balance ante la ciudadanía, y frente él, se encuentra el nuevo líder del PP-CV, y aún presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, que en tan sólo un año ha conseguido reactivar el partido a nivel autonómico, si bien, con muchos obstáculos en Valencia y Castellón por quienes se refugiaron en la organización desde 2015 tras la salida del poder, en lugar de buscarse la vida en la iniciativa privada. Ambos se juegan la victoria electoral, eso sí, arropada con los respectivos apoyos, Compromís y Unides Podem, por parte de los socialistas, y Vox, por parte de los populares. La incógnita es conocer si realmente Ciudadanos se hunde como vaticinan las encuestas y hacia dónde irán los votantes.
Las encuestas vaticinan a priori una estabilidad para un tercer botànic, liderado por Puig, quien pese a los intentos de la oposición por desestabilizar su imagen ante la sociedad continua siendo visto por la ciudadanía como un hombre de estado, y quien a priori se lleva buena parte de los éxitos del Botànic, especialmente por una parte del voto de Ciudadanos al que lleva más de un año cuidando con las decisiones adoptadas por su Consell, como la bajada de impuestos anunciada en septiembre, y que se aplicará este año, justamente, cuando se tendrá que ir a las urnas, y que fue la gran victoria sobre rival popular, cuya campaña se basa fundamentalmente en la bajada de impuestos. Además, Puig llega con un partido movilizado, como se evidenció el pasado Miércoles Santo durante la presentación de su eslogan de campaña El President, y que buscar ese rédito al voto centrista a su gestión y decisiones como la llegada la gigafactoróa del grupo Volkswagen a Sagunt o la continuidad de Ford en Almussafes, con sede social incluida, pese al ERE de un millar de trabajadores en marcha.
Los socialistas no buscan únicamente sacar provecho a la gestión autonómica, también a la municipal, donde lideran la mayor parte de ayuntamientos de Valencia y Castellón, y alguno de Alicante como Elx, Alcoi y Elda, entre otros. De hecho, el juego de los alcaldes será decisivo para el resultado final del próximo 28 de mayo, pues, hasta el momento, quien han controlado el poder municipal se ha hecho con el gobierno de la Generalitat, aunque supondrá pasar a ser controlado por el lobby de alcaldes socialistas de la provincia, liderados por ex alcaldesa de Gandia, y ministra de Ciencia y Tecnología, Diana Morant, que no deja de ejercer todos los fines de semana de una gandiense más. Y es que lo que está en juego es mucho, sobre todo en Valencia, donde el control político es más evidente para la izquierda, y donde hay más votos en juego. Por ello, el propio Puig ha decidido pasar al ataque y salir de su provincia de origen, Castellón, para ser candidato a la Generalitat por Valencia.
En este sentido, los socialistas, pese a la gestión saben que no pueden cometer ningún fallo, y en este ámbito de actuación más de un dirigente socialista atribuye el reciente cese del presidente del Puerto de Valencia, Aurelio Martínez, cuya vinculación con el proceso de venta del Valencia CF a Peter Lim, podría ser un obstáculo para los intereses electorales socialistas, donde la vicealcaldesa, Sandra Gómez, se ha convertido en la política que intenta poner límites al empresario singapuriense, incluso teniendo confrontaciones con sus socios políticos de Compromís en el ayuntamiento.
La vitalización y los pies de barro de Mazón
Frente a la situación socialista de movilización total se encuentra su rival el PP-CV, que desde hace un año y medio lidera el aún presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, que ya ha logrado su primer éxito revitalizar a los populares, pero no lo ha hecho de forma igual. Mientras que en la provincia de Alicante sí que lo ha conseguido en términos generales, y donde previsiblemente ha conseguido vincular su imagen persona a la de la provincia, no sucede lo mismo en Valencia y Castellón, donde es un desconocido y donde se ha encontrado con muchos problemas para transformar el partido. De hecho, mientras que en Alicante en la estructura orgánica y laboral no queda nadie de aquellos que perdieron en 2015, en las otras dos provincias no se ha podido despedir a aquellos que se refugiaron en el partido tras las derrotas electorales.
Mazón tiene los pies de barro con las candidaturas de Valencia y Castellón tanto autonómicas como locales, donde se han producido numerosos choques en el proceso de elaboración de listas en localidades como Alcira, Gandia, Sagunt, Oliva,..., donde las estructuras locales se han visto doblegadas por intereses la dirección nacional donde han impuesto sus candidatos frente a los líderes locales como sucede en Gandia con el ex conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, o en Alcira, donde se ha situado al ex concejal, José Luis Palacios, frente al presidente local, José Andrés Hernández. Además, la presencia del propio ex president de la Generalitat, Alberto Fabra, como cartel por Castellón, o de María José Catalá, por Valencia, donde lo compaginaría con su candidatura a la alcaldía de Valencia, dan otro misil a los socialistas frente a los populares, permitiendo comparar la gestión del último Consell del PP-CV con el Botànic, una baza que los socialistas no pretenden desaprovechar, al igual que los problemas ocasionados en las agrupaciones populares de Elda y Mónovar con la llegada de candidatos procedentes de Ciudadanos donde esas estructuras locales se fueron en bloque al partido naranja.
El nuevo Compromís
El tercer partido en discordia, y segunda base del Botànic, como es Compromís afrontará sus primeras elecciones sin su lideresa¸ Mónica Oltra, que parece no volverá a primera línea en breve, y menos a la política valenciana, según aseguran distintas fuentes. Su salida supone una vuelta a los orígenes al valencianismo político, que encabezará el diputado mejor valorado del Congreso de los Diputados, Joan Baldoví, y a esas reivindicaciones de financiación autonómica, derecho civil valenciano, el mismo que Nuñez Feijoó reclamó para Galicia y que ha obstaculizado en el Congreso para la Comunitat Valenciana. Este cambio tiene el riesgo de la pérdida de una parte de voto izquierdista que, según distintas fuentes, iría a la casa común socialista o la coalición minoritaria de Unides Podem, cuyo parto entre Podem y Esquerra Unida se mantendrá pese a las divergencias estatales, y que es la única forma de conseguir una tercera fuerza parlamentaria que alcance el techo electoral del 5%.
Además, Compromís con su nuevo giro tratará de mantener ese trasvase de voto que obtuvo desde el PP-CV en las comarcas centrales (l’Alcoià, El Comtat, La Costera, La Vall d’Albaida y parte de las Marinas), y donde la coalición mira más al centroderecha que al centroizquierda en términos de votantes
La marca Vox a costa del PP
Por último, Vox que en la actualidad tiene diez diputados en Les Corts aspira a mejorar su presencia, y de hecho, sólo así el PP-CV conseguiría el vuelco político. Para ello, ha apostado por un cambio de perfiles electorales en la provincia de Valencia, que es donde percibe que puede hacer daño a los populares, situando a profesores universitarios, que habían estado vinculados a los populares. De hecho, el candidato autonómico, y jurista, Carlos Flores, que tiene una denuncia de su ex mujer, hasta hace unas semanas representaba a los populares en un órgano autonómico, como el Consell de Transparència, mientras que el candidato al ayuntamiento de València, Juan Manuel Badenas, también perteneció al Consell de Alberto Fabra, del cual salió tras la venta de la Universidad VIU al grupo Planeta, por discrepancias con la consellera de Educación, y actual candidata al Ayuntamiento de Valencia por el PP-CV, María José Catalá. Aseguran que Badenes ya vaticina que si los números salen para el cambio habrá que negociar el alcaldable. El gran problema del centroderecha para gobernar es que las encuestas que vaticinan cambio apuntan a un crecimiento tanto del PP-CV como de Vox, algo que por el perfil de los candidatos no parece salvo que sea una campaña contra el enemigo Sánchez.
Comentarios
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