Otras miradas

El contador de Violadores

Anita Botwin

El contador de Violadores
Iván Espinosa de los Monteros junto a la diputada de Vox, Inés María Cañizares, en el Congreso, a 13 de diciembre de 2022.- EP

Llevamos unos días sin saber cómo va el contador de violadores que salen a la calle por la reducción de sus condenas. Antes de que saliera adelante la ley de libertad sexual, los medios de comunicación se dedicaron a hablar de excarcelaciones a todas horas, algo que generó mucha confusión, pero sobre todo mucho alarmismo social y terror sexual, con fines electoralistas.

Desde que el PP y el PSOE enmendaron varios artículos de la ley "solo sí es sí", dejando fuera el consentimiento, pareciera que se hubieran terminado las agresiones sexuales y que ya no existen violadores. Ya no se abren telediarios con los cientos de violadores campando a sus anchas, ya no hay pizarra o contador que en primer time nos cuente casi como quien habla del último volcán o de la pandemia, cuantos presos han abandonado sus celdas por culpa de la ministra Irene Montero. Tampoco hablan del aumento de años de condena por los delitos de agresión sexual, aunque bien es cierto que ese nunca fue el titular. No hubo contador para hablar de las excarcelaciones denegadas o para los aumentos de pena. Esos no daban votos ni sumaban tantos para la derecha y la progresía mediática.

Importó poco que muchas víctimas o supervivientes pudieran denunciar gracias al Convenio de Estambul que recomendó la importancia de tener en cuenta el consentimiento. Importó poco que muchas mujeres pudieran sentirse seguras y amparadas a la hora de denunciar sin tener por qué ir con heridas a comisaría. Solo importaban los 3, 4, 5 meses de rebaja de alguna condena, que por cierto fue interpretada por jueces y no dictada desde ningún lugar del Congreso de los Diputados.

El señor de los contadores de la tele ahora se dedicará a otros menesteres, por ejemplo señalar todas esas denuncias que no existirán porque no hay heridas. No, es broma, no hablarán de ello, eso sería entonar el mea culpa. Lo que seguro no existirá bajo ningún concepto es un contador de los violadores que no están entrando en las cárceles porque sus víctimas no presentan violencia física, al haberse cargado el consentimiento.

También me pregunto dónde estaba el contador de violadores excarcelados cuando una reforma del Partido Popular en 2015 reducía penas a violadores y condenados por corrupción. ¿Ustedes lo vieron? Yo tampoco. Esa modificación legal del Gobierno del PP obligaba al Tribunal Supremo a rebajar las penas a numerosos condenados. Básicamente el partido que dirigía entonces Mariano Rajoy olvidó introducir en la norma una disposición transitoria que condicionaba la revisión de penas y establecía los requisitos para lograr reducir los años de cárcel a condenados con sentencia firme.

Incluso sin irnos tan lejos, ¿dónde estaba el contador cuando se desprotegía a la víctima de La Manada como a tantas otras? Dónde estaba cuando se absolvía de agresión sexual a cinco hombres al considerar que no había existido "ni violencia ni intimidación", sino que había un "ambiente de jolgorio" y una joven en actitud "relajada". Los contadores no existían, pero las feministas gritábamos bien alto frente al Ministerio de Justicia y nuestras voces llegaron lejos, tan lejos que muchas de nuestras reivindicaciones fueron recogidas por leyes valientes y revolucionarias. Nuestras voces dejaron bien claro que se estaba ejerciendo violencia sobre nuestros cuerpos y que la sociedad debía creernos, aunque no hubiera heridas, ni gritos ni forcejeos. Porque todas sabemos, todas tenemos una amiga que consintió para poder irse a su casa sana y salva.

Pareciera que ahora todo está bien, que ya no nos agreden, que por fin se han callado ya las locas histéricas feministas, las que sola y borracha quieren llegar a casa. Sí, esas. Ojalá existiera un contador que plasmara la realidad, cuántas agresiones existen al día y cuántas mujeres se han quedado desprotegidas ahora que se ha eliminado el consentimiento de la norma. No plasman estos datos porque serían escalofriantes y porque tendrían que reconocer que solo han entendido que es violación cuando en nuestros cuerpos existen heridas o golpes o desgarros. Es decir, tendrían que reconocer que no han entendido nada.

Ya no hay contador de violadores excarcelados, pero nunca ha habido un contador de agresiones sexuales que se cometen cada día porque las víctimas nunca han importado, tan sólo importaba el rédito electoralista. Ojalá hubiera sido tan sencillo acabar con las agresiones tan sólo aumentando las penas, pero la realidad es que queda mucho trabajo por hacer socialmente para evitar que se sigan cometiendo estos delitos, algo que me preocupa mucho más que los meses de más o de menos que cumpla un condenado. Reducir todo este asunto al punitivismo me resulta simplista y poco eficaz. Los delitos se siguen cometiendo, las agresiones no cesan y ahora eliminamos el consentimiento, pieza clave que hubiera evitado mucho dolor a las víctimas. Se debería pensar y destinar más fuerza y medios económicos en educar a las nuevas generaciones en una sociedad que respetara a las mujeres, que entendiera que No es No y que sólo sí es sí, algo que parece muy sencillo, pero que muchos aún no han querido comprender. Las penas y las cárceles esconderán parte del problema tras las rejas, pero de nada servirá si no demolemos la estructura patriarcal que permite que este tipo de delitos se sigan cometiendo.

Y por supuesto nada conseguiremos como sociedad si ponemos contadores de violadores excarcelados en lugar de dedicar espacio a la pedagogía con perspectiva de género. Pero ese tipo de contadores educativos no son de los que dan votos...

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