Otras miradas

Menos buenas palabras y más compromisos educativos

Mª Luz Martínez Seijo

María Luz Martínez Seijo
Diputada del PSOE por Palencia

Sorprendida presencié el miércoles la comparecencia del Ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, en la que se nos iba a informar sobre los planes del gobierno en materia educativa. Un asunto sin ninguna duda de gran trascendencia: los planes y objetivos educativos de un gobierno nuevo, pero a la vez muy viejo, con una herencia de casi cinco años.

Sorpresa quizás no sea el término apropiado o más adecuado para un conjunto de impresiones y quizás expectativas generadas para una diputada novata, volcada y apasionada por la educación.

Como diputada y profesora (en servicios especiales) no salgo de mi asombro al comprobar cómo un veterano ministro ha presentado un panorama de gestión educativa más propio de un universo paralelo que de la realidad que ha vivido y sigue viviendo la educación en España.

Datos y datos sobre teóricas inversiones, irreales incrementos de becas, mejoras en el sistema, buenos propósitos e intenciones, gestos de simpatía y algún guiño buscando complicidades para envolver una lamentable herencia de gestión propia, y del ministro anterior.

Buen talante es el que se requiere de un nuevo gobierno y de una cartera ministerial que busca un consenso y un acuerdo en materia educativa. Pero, ¿cómo es posible que los grandes objetivos que se plantean ahora sean aquellos que ya estaban contemplados en el año 2011? Grandes objetivos que han sufrido una tremenda regresión en los últimos años, porque el PP eliminó de un plumazo los Programas de Cooperación Territorial para fomentar y potenciar la enseñanza de lenguas extranjeras, para mejorar la conectividad de los centros educativos, para reducir la tasa de abandono escolar, mejorar la convivencia escolar o la formación continua del profesorado.

Y estos son algunos de los grandes ejes que retoma el gobierno del PP, unos objetivos sin duda loables y nada cuestionables, porque responden ahora como ya lo hacían hace años a necesidades de nuestro sistema educativo. Lo que sí es cuestionable es por qué se han tenido que perder cinco años de absoluta inacción.

Las demandas del sistema educativo no han desaparecido. Todo lo contrario, ha crecido la necesidad de incrementar recursos económicos destinados a afrontar nuevos retos y lograr una educación moderna, útil, adaptada a las necesidades de nuestra sociedad, con un currículum más flexible que responda a nuestra realidad y con unos métodos de enseñanza y aprendizaje propios del siglo XXI, basados en la adquisición de competencias, pero a la vez, basados en una educación inclusiva que garantice la igualdad de oportunidades y la equidad.

Y hoy manifiesto mi preocupación por la ausencia de liderazgo educativo de este Ministro. Frente a problemas y retos reales, frente al necesario reconocimiento del esperado fracaso de la LOMCE, la supresión de las reválidas no es suficiente compensación al daño producido en estos últimos años.

Los perjuicios producidos son enormes y sus consecuencias no se verán de inmediato. Debemos recordar que algunas de las herencias recibidas del PP han atacado directamente al corazón de la igualdad de oportunidades, al derecho a la educación, a la equidad, a los principios indiscutibles que sustentan un modelo de escuela democrática y participativa, a los derechos laborales de los docentes, a la atención a la diversidad, a la enseñanza de humanidades y enseñanzas artísticas, a la enseñanza pública, a los principios de la igualdad de sexos, a la educación cívica y de la ciudadanía, etc, etc.

Como ministro no se deben eludir responsabilidades de gestión y de la herencia de Wert. No se puede responsabilizar exclusivamente a una futura subcomisión en el Congreso para alcanzar un acuerdo o pacto social y educativo que culmine en una nueva ley, como solución para arreglar el desaguisado que tanto Wert, como el actual ministro y Rajoy como máximo responsable han creado.

¿Por qué hay voluntad de diálogo por parte del PP ahora? ¿Es creíble este Ministro y este Gobierno en su deseo de un Pacto? ¿Va a permitir el Gobierno que los acuerdos que puedan surgir de esa esperada subcomisión se contemplen y se respeten en un anteproyecto de Ley?

Los grupos parlamentarios tenemos una gran tarea y responsabilidad por delante para alcanzar un futuro acuerdo, una responsabilidad que exige renuncias por parte de todos, pero sobre todo gestos del PP, responsable del gobierno, de la LOMCE y de la gestión educativa de estos últimos 5 años.

Para creer en la buena voluntad del Ministro, habría sido deseable que en su comparecencia, nos hubiese revelado novedades, algunos compromisos para el futuro, un diagnóstico realista para hacernos una idea de si el Gobierno merece un voto de confianza y de credibilidad. Cuesta creer en la ¨buena¨ voluntad del gobierno cuando los nervios crecen en cuanto se habla de derogación de la LOMCE y de su sustitución por una nueva ley.

Nos encontramos ante una oportunidad única para crear una nueva ley que esté a la altura de las circunstancias, acorde a las necesidades reales de nuestra sociedad. Hagamos un esfuerzo por generar una buena ley, una ley vertical que surja y trabaje desde la infancia y crezca abarcando toda la enseñanza no universitaria. Una ley que apueste por poner la mejor base desde la educación infantil, que no olvide la formación a lo largo de toda la vida. Una nueva ley que resuelva las deficiencias existentes y que mire al futuro, con valentía, con modernidad, con medidas educativas preventivas y no paliativas, que sea inclusiva.

El miércoles no pudimos escuchar de boca del Ministro de Educación y Cultura ni una idea novedosa, ni una apuesta real por cambiar, mejorar o avanzar.

¿Decepción? Mucha, y también preocupación. Cuando no se siente la educación, es difícil transmitir o tener pasión por ella. Y ahora no caben sólo buenas palabras, sino propuestas, cintura política y un gran compromiso sincero con el futuro de nuestra educación. ¡Que así sea!

 

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