Otras miradas

Madrid, un nuevo modelo urbano para una ciudad más justa

Jose Manuel Calvo

José Manuel Calvo
Concejal del Área de Gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid

Han transcurrido dieciocho meses de gobierno de Ahora Madrid y ya podemos decir que en este breve pero intenso periodo hemos logrado sentar las bases sobre las que construir un modelo de ciudad alternativo al del Partido Popular; un modelo basado en el crecimiento ilimitado, que apostaba por la calificación masiva de suelo y la puesta en marcha de grandes operaciones urbanísticas que poco tenían que ver con un desarrollo sostenible ni con un proyecto de ciudad planificada y racional. Un modelo que mostraba síntomas evidentes de agotamiento y se encontraba a la deriva, desautorizado y suspendido en los tribunales.

Decíamos hace año y medio, y lo seguimos manteniendo, que para superar ese modelo era imprescindible dar respuesta a los grandes problemas de Madrid desde una óptica diferente, situando el interés general como eje central de la nueva política urbanística y recuperando la iniciativa pública en el desarrollo y gestión de la ciudad. Sobre estas bases, estaremos en condiciones de avanzar hacia un modelo alternativo, contando además con la concurrencia de muchos y muy diversos sectores de la sociedad civil.

Aunque los otros grupos municipales insistían en la necesidad de un nuevo Plan General –es curioso que lo hiciera hasta el PP–, nosotros señalamos la insuficiencia de este instrumento para definir un modelo urbano. Dijimos que revisar el Plan de 1997 o redactar uno nuevo no iba a resolver los problemas estructurales de nuestra ciudad. Que otros planes como los de Calidad del Aire o Movilidad tienen una capacidad mucho mayor de condicionar el desarrollo urbano a medio y largo plazo. Esta realidad, ampliamente compartida, todavía encuentra resistencias en los partidos políticos tradicionales que, como han demostrado en tantas ocasiones, suelen ir muy por detrás de la ciudadanía, de la academia y de los movimientos sociales.

Nos mantuvimos firmes defendiendo que más que un nuevo Plan General, Madrid necesitaba Planes, o programas, estratégicos orientados a recuperar la ciudad existente y a transformar el sistema de movilidad. Parece que acertamos. El lanzamiento del Plan Mad-Re (Madrid Recupera) ha puesto de manifiesto la enorme necesidad que tienen los vecinos y vecinas de Madrid de mejorar sus casas e instalar ascensores en sus edificios, especialmente en los barrios más vulnerables. Las más de mil solicitudes recibidas en poco más de seis meses para rehabilitar unas diecisiete mil viviendas lo avalan. Y qué decir de la dimensión que ha tomado el debate en torno a la Movilidad. Las reacciones de la caverna mediática y del Partido Popular, con Esperanza Aguirre al frente, en torno al cierre al tráfico de Gran Vía indican que estamos haciendo lo correcto. También se rebelaron antes contra la peatonalización del Paseo del Prado los domingos o la aplicación del protocolo de calidad del aire en episodios de alta contaminación.

La tensión que han generado estas medidas, aparentemente inocuas, pone de manifiesto que un nuevo modelo urbano exige un nuevo modelo de movilidad. No solo por los problemas de colapso, ruido y sobreocupación del espacio público derivados de la utilización del automóvil sino también por el riesgo para la salud de los altos niveles de contaminación. Cuando hablamos de Movilidad estamos hablando, en sentido amplio, de Derecho a la Ciudad.

Pero para superar el modelo neoliberal del Partido Popular no es suficiente con regenerar la ciudad existente y lograr un sistema de movilidad eficiente y sostenible. También es imprescindible cambiar la política de vivienda.

Poco antes de finalizar su mandato, el gobierno anterior vendió más de 1.800 viviendas municipales a un fondo buitre. Decían que tocaba apretarse el cinturón. Hoy necesitamos esas casas, y muchas más, para atender la emergencia habitacional que tenemos. Recuperarlas no es suficiente. Necesitamos disponer de un parque de vivienda capaz de cubrir una demanda creciente y diversa. Para lograrlo, hemos dado algunos pasos fundamentales: adquirir viviendas ya construidas, dejar de vender suelo y recuperar la promoción pública. La apuesta es clara: aumentar el patrimonio residencial para aplicar una política de vivienda autónoma. Este tercer eje es clave para avanzar hacia ese cambio de modelo.

Solo a través de estas estrategias podremos construir un proyecto urbano que sea capaz de afrontar los retos presentes y futuros incluyendo a las grandes mayorías. Solo así dejaremos una ciudad más moderna, sostenible y cohesionada que la que nos hemos encontrado.

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