Otras miradas

Goyas 2024: Nadie sabe lo que puede un cuerpo

Guillermo Zapata

Escritor y guionista

La Sociedad de la Nieve y Creatura, candidatas a los Goya 2024.- Público
La Sociedad de la Nieve y Creatura, candidatas a los Goya 2024.- Público

Esta noche son los Premios Goya y yo quiero hablaros de dos películas que me han gustado mucho este año: La Sociedad de la Nieve y Creatura. He elegido estas dos porque creo que representan bien dos formas de entender nuestro cine, las dos de una enorme calidad y con enfoques diversos. Podrían ser otras. Podría ser Robot Dreams y 20.000 especies de abejas, que además de ser grandes películas también representan apuestas muy nuestras y, a la vez, muy distintas.

Entre estas cuatro películas podríamos hablar del norte, el sur, el este y el oeste de nuestra producción. Pero hay mas, Te estoy Amando Locamente o Saben Aquell, o Un Amor, o Upon Entry, quizás mi guión favorito este año, porque me gustan las películas muy pequeñas de gente que habla y que en la palabra lo esconde y lo enseña todo.

Y también hay películas que sin estar representadas en los Goya este año también representan nuestro cine, como Teresa, de Paula Ortíz, quizás uno de esos olvidos injustos que cada año tenemos que lamentar.

Pero he elegido La Sociedad de la Nieve y Creatura porque, además de todo, hablan del cuerpo.


La Sociedad de la Nieve es una película de zombies al revés. En las películas de zombies la muerte nos acecha como un virus. La muerte te muerde y te despoja de la humanidad que te queda. Las películas de zombies, a veces, no siempre, pero muchas veces, nos gritan "sálvese quién pueda". En La Sociedad de la Nieve comer carne humana es lo que nos devuelve la humanidad y, en vez de "sálvese quién pueda", el gesto último de la dignidad es decirle a la gente que te acompaña (tus amigos y familiares) "podéis comerme" u "os doy permiso para que me comáis".

Hace unos meses, durante la promoción de la película su director, Juan Antonio Bayona, explicó esta misma idea y la opinión pública amante de la literalidad hizo mucha mofa con sus palabras. A día de hoy, millones de espectadores después, la anécdota nos sirve como metáfora del poder del arte y la cultura para desarrollar ideas complejas a través de las emociones aparentemente superficiales. En esta anécdota se encierra también la experiencia de esa película que aún no hemos visto, la de cómo Chile y el mundo van sabiendo lo que pasó en la montaña y tiene que lidiar con el tabú y finalmente aceptar ese acto antropófago como un acto de humanidad.

El lenguaje del blockbuster, de la película de industria, y su gran presupuesto al servicio de una narrativa sobre la ética y la solidaridad llevada al extremo como base para la supervivencia colectiva.


Creatura habla del cuerpo desde otro lugar. Es una película íntima, que casi rima con las narrativas literarias de la autoficción y que despliega una historia sobre la sexualidad femenina en diferentes etapas de la vida y de forma muy específica en la infancia. Donde La Sociedad de la Nieve consigue ser una celebración de lo corporal como metáfora de lo común y la supervivencia, en Creatura el cuerpo es la expresión física de traumas, nudos no resueltos que se convierten en síntomas (pero que la película se preocupa con un enorme cuidado de no patologizar).

Por ese trasiego por lo oscuro (que nunca llega a cargarse de gravedad) algunas de sus imágenes enlazan con el terror. Si La Sociedad de la Nieve mira al cine de zombies, en Creatura hay todo el rato ecos de fantasmas y su directora, Elena Martín Gimeno, que forma parte de algo que si estuviéramos hablando de música tendríamos que calificar como de "escena" (un grupo de mujeres creadoras y creativas de mucho talento que comparten proyectos y sensibilidad, pero declinado con una mirada particular y con un enorme aliento feminista) consigue una poética del síntoma que ha conseguido conectar con debates del feminismo presente y de ese lugar entre el deseo, el empoderamiento y el vínculo.

Por todo ello, si algo tiene que estar presente en los Goya de este año, y así ha anunciado la Academia que será, es precisamente el cuerpo. Y en concreto el cuerpo de las mujeres que están levantando la voz sobre situaciones de agresión, acoso, etc. dentro de la ola que ya en verano ha puesto en marcha el #SeAcabó del fútbol. Mujeres valientes que han levantado la voz haciendo un enorme sacrificio personal, que apelan no sólo a la denuncia en el sentido de tomar la voz, sino que abren la pregunta de cómo evitar, de cómo avanzar.


En ese sentido creo que es bueno hablar de la dimensión necesariamente colectiva de las respuestas y del papel que sobre estos asuntos deben tener la asociaciones profesionales y sindicales. El papel que está teniendo CIMA, La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, como verdadero "hogar" de la articulación de un poder feminista que propone, no sólo espacios de confianza, sino también protocolos de actuación, denuncia, etc. Es absolutamente esencial. Un ejemplo que merece seguirse.

Y en el campo institucional, el anuncio del Ministerio de Cultura de una oficina de actuación y prevención de las violencias machistas en el ámbito de la cultura es también una buena noticia.

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