Otras miradas

Vox frente a la violencia machista: bulos, falacias y complicados equilibrios 

Oti Corona

Maestra y escritora

Santiago Abascal en una sesión del Congreso.- Gabriel Luengas / Europa Press
Santiago Abascal en una sesión del Congreso.- Gabriel Luengas / Europa Press

Yo quería despedirme de ustedes como una Bridgerton al final de la temporada de bailes. Contarles la odisea de trabajar, escribir y maternar, el cariño que he recibido durante la promo de mi último libro, dar las gracias a las personas que me han leído en Público durante dos años ininterrumpidos, mandar un abrazo de esos de palmadas sonoras al club de fans que no se pierden uno solo de mis títulos (el contenido jamás lo leen) para después insultarme en redes y, por último, marcharme en una calesa de relieves dorados diciéndoles adiós con la manita. Sin embargo, la realidad obliga, y la realidad esta semana nos ha traído a tres asesinos machistas que han sesgado seis vidas de mujeres y niños. Por si no tuviéramos con eso bastante horror, nuestro partido misógino de cabecera ha aprovechado que uno de los asesinos es marroquí para culpabilizar a todos los inmigrantes y así desviar la atención sobre el verdadero origen de esas muertes: el machismo. 

Sucede con frecuencia: VOX obvia los crímenes machistas cometidos por españoles, y eso nos da una pista de cuánto valen para ellos las víctimas de esta violencia, que es nada. Estoy segura de que Abascal y sus hombres (y mujeres) recuerdan con nostalgia la época anterior a la LIVG, cuando por ejemplo a Toñi, una compañera de trabajo de aquellos años, su ex la dejaba morada a golpes un par de veces por semana, y tuvo a bien embestirla con el coche el día que por fin se atrevió a denunciar; por supuesto no había ninguna medida de apoyo, ni asesoramiento, ni ayuda psicológica para ella, ni tampoco orden de alejamiento para él. Toñi tenía solo una fecha de juicio en algún momento indeterminado de un futuro incierto, un entorno que la culpaba un día por dejarse pegar y al siguiente por denunciar a su agresor, y el riesgo de perder el trabajo si faltaba a su turno a causa de una paliza. Así estaban las cosas antes de la ley, y ahí es adonde VOX quiere devolvernos.   

No lo dicen claramente pero nos van dejando pistas. Por ejemplo, cuando su portavoz reivindica las "familias naturales", esas familias de antaño en las que el hombre ostentaba su rancia autoridad con peste a puro y Soberano y tenía la potestad de arrear un mandoble a un hijo o a la parienta si se ponían pesaditos. También quieren diluir la violencia de género en la violencia familiar con el argumento de que todas las violencias son igual de importantes, lo que equivale a decir que no hay que abordar el cáncer de colon porque hay muchos más cánceres o que no son necesarias las campañas de prevención de accidentes de tráfico porque hay demasiados accidentes laborales.  

La política de VOX se resume en desviar el debate con bulos y medias verdades para que no abordemos lo importante. Quieren que creamos que vivimos en un país inseguro aunque nuestra tasa de criminalidad esté por debajo de la media de la UE, que la cadena perpetua es la única medida efectiva contra la violencia machista aunque esté demostrado que las condenas más duras no reducen los delitos más graves, que la LIVG solo empeora las vidas de las mujeres aunque las asesinadas pasaran de setenta anuales al principio de la aplicación de esta ley y hoy sean entre quince y veinte menos por año. Gritan que sin inmigrantes no habría violencia contra las mujeres y obvian, para mantener el discurso, el denominador común de la inmensa mayoría de los agresores, que es ser hombre. En definitiva, quieren convencernos de que todo el mundo es culpable de la violencia que sufrimos las mujeres excepto quienes la ejercen. A esos no hay que culparlos: son su cantera de votantes.  


De entre todas las falacias que esgrimen para procurar que no luchemos contra la violencia machista, la más graciosa es la que asegura que los inmigrantes procedentes de países en los que no se educa por y para la igualdad son por defecto violentos con las mujeres... mientras ridiculizan las políticas de educación por y para la igualdad en España. A veces me da pena el pobre Abascal; tiene que ser difícil sostener ese pechote de orangután en una barra de equilibrios tan inestable.  

Y nada. Que me voy de vacaciones, no sin antes suplicarles que actúen si ven o siquiera intuyen que una hermana, una vecina, una conocida, cualquier mujer de su entorno, vive una situación de maltrato. Tengan en cuenta que julio y agosto suelen ser especialmente sangrientos. Afeen la conducta de los hombres machistas, no se callen cuando se encuentren frente a actitudes de control o manipulación, sean ustedes, sea usted, la mano tendida hacia la mujer que cree que está sola, el muro contra el que choque el tipo que ha conseguido aislar a su esposa. Recuerden que el 016 puede salvar vidas de mujeres y niños. Y pasen feliz verano. Ojalá lo sea para todos y todas. 

 

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