Otras miradas

El camino hacia 2019

Pablo G. Perpinyà

Consejero Ciudadano de Podemos CAMUnai SanzResponsable de Organización de Podemos en Pozuelo de Alarcón

Pablo G. Perpinyà
Consejero Ciudadano de Podemos CAM
Unai Sanz
Responsable de Organización de Podemos en Pozuelo de Alarcón

Ayer culminó con la votación en la Asamblea de Madrid la campaña en torno a la moción de censura que desde Podemos habíamos presentado como respuesta a los sucesivos escándalos de corrupción que rodean al PP y particularmente tras el encarcelamiento de Ignacio González. Una campaña que, más allá de los resultados de la votación, nos ha permitido salir a la calle, reactivar las relaciones con múltiples agentes sociales y visibilizar un modelo regional posible alternativo al de Cristina Cifuentes. Las sinergias generadas por la acción de nuestros portavoces, cargos públicos y militancia es un gran avance que permite afrontar los retos que están por venir con más garantías sin que ello nos deba hacer caer en la autocomplacencia. Hay trabajo por hacer.

La disyuntiva calle-instituciones, radicalidad-moderación, a menudo ha operado como un clasificador artificioso que ordenaba la complejidad interna de una organización aun joven. Han sido pocos los ámbitos que han logrado escapar del encorsetamiento del debate y de la lógica internista y ello nos ha lastrado como fuerza de cambio. La moción de censura ha sido, sin embargo, una iniciativa con cierta capacidad regeneradora, que si bien ha partido de la dirección de Podemos, ha contado con el apoyo mayoritario de los inscritos y con el trabajo militante de sensibilidades diversas dentro y fuera, y esto, por encima de todo, es una buena noticia para Podemos y sobre todo para la Comunidad de Madrid.

Con el cierre de la moción se abre una etapa en la que debemos explorar nuevas vías que permitan continuar con el trabajo que se viene realizando y avanzar hacia los objetivos del periodo. Revalidar los gobiernos municipales del cambio  en 2019 y particularmente el de la capital es uno de los principales exámenes que tenemos en el horizonte y para los que deberemos prepararnos concienzudamente. En este punto debemos ser extraordinariamente exigentes, porque la ciudadanía lo será con nosotros. La pulsión destituyente que nos animó a presentarnos a las elecciones en 2015 probablemente no será suficiente para revalidar gobiernos y ampliar el espacio político de cambio; la ciudadanía demanda certezas y no meras hipótesis de cambio futuro y eso nos obliga esforzarnos en dos tareas:

  1. Proyecto regional

Necesitamos definir un horizonte  de cambio que pueda ser compartido por una mayoría popular. Un proyecto capaz de generar confianza entre los sectores más dubitativos pero que simultáneamente mantenga la determinación por el cambio político y social. Para ello es importante que sectores de movimiento y procedentes de la izquierda entendamos que debemos sumar nuestro esfuerzo y nuestra perspectiva al proyecto colectivo. Las lógicas del "cuanto peor mejor" que podrían invitar a trabajar de forma prioritaria por un "polo radical del movimiento" en vez de por un proyecto regional con posibilidades de liderar una época, nos alejan de cualquier orden ideal de justicia social y nos retrotraen a tiempos en los que nuestras propuestas se movían en circuitos muy alejados del ciudadano medio. Los gobiernos del cambio son principalmente producto de la acumulación en lo social, del trabajo constante del activismo madrileño que supo entender que para cambiar Madrid había que empezar cambiando al Gobierno.Tras el 15M entendimos que el Estado no es un ente monolítico y que trasformar una sociedad altamente institucionalizada, pasa en primer término por conquistar el aparato político-administrativo. Bajo esta perspectiva, no hay mejor forma de proteger el capital político del ciclo de movilizaciones previo al surgimiento de Podemos que revalidando el gobierno, lo cual no agota la lista de tareas pendientes, la necesidad de superar contradicciones y aprender de los errores para lograr que las posiciones conquistadas en las instituciones sean instrumentos eficaces para la transformación. Son cuestiones que a menudo se han presentado como excluyentes y que en nuestra son complementarias.

  1. Movimiento ciudadano 

Desalojar al PP de las instituciones no es una tarea que pueda circunscribirse exclusivamente a la hoja de ruta de un partido. Ningún programa, ningún candidato e incluso la campaña electoral más brillante que podamos imaginar, pueden suplir la capacidad multiplicadora de un movimiento ciudadano vivo que acompañe y oriente la ofensiva electoral. Podemos ha demostrado ser el único vector de cambio posible, con la excepción de las naciones históricas, y especialmente cuando ha sido capaz de promover experiencias político-electorales que conectaban directamente con el ciudadano sin la intermediación de la forma tradicional de partido. Experiencias como la que vivimos en los meses previos a las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 o la municipales de 2015, en las que Podemos sirvió de catalizador de demandas y puso su liderazgo y su infraestructura al servicio, primero, de agitar el tablero político y, segundo, de lograr los votos para que Manuela Carmena fuera Alcaldesa en vez de Esperanza Aguirre.

En este sentido la dinámica generada en torno a la moción de censura puede ser un buen comienzo, pero necesitamos dar pasos más allá de la impugnación de este nefasto antiguo régimen. La posibilidad de un cambio en la Comunidad de Madrid pasa porque seamos capaces de ofrecer certezas frente a la incertidumbre del modelo actual, porque logremos generar confianza entre quienes padecen la inseguridad causada por los años de gobierno neoliberal. La corrupción y el mal Gobierno del PP no van a suplir esta tarea que nos corresponde como fuerza política que aspira a liderar un cambio que va mucho más allá de un resultado electoral concreto. Por tanto debemos desterrar cuanto antes la tentación de mantenernos exclusivamente en la denuncia de los desmanes del PP, en la caracterización del adversario, y entrar cuanto antes a construir conjuntamente los cimientos de la alternativa innovadora que hemos representado desde nuestra fundación.

Las experiencias municipales a menudo carecen del glamour y del reconocimiento público que tienen los parlamentos. Sin embargo los dos años de municipalismo han generado un inmenso repertorio tanto en el plano institucional como en el social, que debemos incorporar al conjunto de saberes que asumirán el reto de ganar 2019 al PP de Crisitina Cifuentes. Federar estas experiencias y dotarlas de un sentido regional, más allá de las particularidades locales, es una tarea imprescindible de la que debemos participar con generosidad todas las sensibilidades que nos reivindicamos del cambio, anteponiendo lo colectivo a lo particular.

Se podría escribir largo y tendido acerca de los obstáculos que presenta el camino que queremos recorrer y aun después de muchas páginas todavía quedarían algunos en el tintero. La cuestión en este punto no es tanto pensar en lo cerca o lejos que queda el objetivo, como en hacer que cada hora y cada minuto que le dediquemos a la política sirva para que ese orden nuevo del que discutíamos en las calles de Madrid en mayo de 2011 empecemos a tocarlo con las manos para moldearlo en favor de los intereses de la gente.

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